"Último tren a Memphis" / "Amores que matan" de Peter Guralnick

Los dos tomos de la que, decían los comentarios, era la biografía definitiva de Elvis Presley. Y, efectivamente, lo es. Va a ser imposible que alguien supere nunca lo que Guralnick ha hecho en este libro, que tiene toda la pinta de quedar para los restos como la principal obra de referencia sobre Elvis.
El primer libro ("Último tren a Memphis") pasa rápidamente por la infancia y adolescencia de Elvis en una familia pobre y socialmente aislada, y se centra principalmente en el periodo 1954-1958. Es decir, los cinco años que pasan desde las primeras grabaciones en Sun Records y los primeros conciertos en directo para un público local en Memphis, hasta que se va al ejército convertido ya en la mayor superestrella del planeta.
El segundo libro cubre todo lo demás: el servicio militar, la nefasta pero exitosa etapa en Hollywood, el retorno y la segunda etapa de gloria en 1968-1972, y los últimos años de precipitada decadencia personal.
Lo primero que llama la atención es la inmediatez del relato. Pese a ser una biografía muy documentada, da la sensación de estar viendo una película. Las escenas y personajes son extraordinariamente vívidos, y en muchos momentos te transporta al lugar y época en que transcurre la acción. A eso ayuda mucha la constante inclusión de testimonios directos de la gente que conoció a Elvis y el hecho de que Guralnick apenas se detiene a hacer reflexiones o elaborar teorías por su cuenta. El tono del libro es eminentemente narrativo y tiene el ritmo de una novela.
Contrariamente a otras biografías de Elvis, Guralnick evita el sensacionalismo innecesario (de hecho, se nota su esfuerzo por mantener un tono lo más "blanco" posible) y escribe un libro serio, muy centrado en la carrera de Presley como artista, de la que el autor parece saberlo todo. Me ha llamado mucho la atención el modo en que hace la crítica de canciones o actuaciones individuales: Guralnick tiene un criterio musical muy, muy sólido. Es difícil no compartir sus apreciaciones al respecto, ya sea cuando algo le parece extraordinario, o cuando le parece malo. Su análisis artístico de Elvis es inigualable. Y los numerosos testimonios de gente que tocó con él, que le vio actuar, grabar o simplemente ensayar apuntan en una misma dirección: pese a sus carencias técnicas y su falta de educación musical formal, Elvis Presley fue, en conjunto, el intérprete más grande del siglo XX, al menos en el aspecto emocional y desde luego en lo referente al carisma y las cualidades naturales para el estrellato.
La vida personal de Elvis es tratada con elegancia y, como digo, con un tono muy blanco; pero no significa que se oculten los aspectos más oscuros. Guralnick se enfrenta a la figura de Presley con la seriedad con la que son tratados otros personajes en sus biografías, algo que se agradece dado que Elvis siempre ha sido la principal víctima propiciatoria de los libros amarillistas (hay, con diferencia, más libros carroñeros sobre él que sobre cualquier otro personaje vivo o muerto). Es graciosa la breve pero despectiva mención que Guralnick hace del infame gusano Albert Goldman, en la que Guralnick, como de costumbre, no expresa abiertamente su opinión pero a duras penas logra ocultar el asca que Goldman le produce. De hecho Guralnick es exactamente todo lo contrario: no odia a Elvis (de hecho se reconoce un fan de siempre), no impone sus opiniones, no inventa y documenta adecuadamente cada cosa que dice.
Peter Guralnick no emite juicios ni moralejas sobre la figura de Elvis Presley. Es el lector quien, tras completar la lectura, se ha formado poco a poco su propia imagen de Elvis como individuo, construída principalmente a base de testimonios directos. Aparece prácticamente todo retratado: su mezcla de humildad encantadora (cualidad sorprendente que mantuvo incluso en su época de mayor fama y que muchos de quienes le conocieron comentan con incredulidad) con ocasionales -y crecientes- arrebatos de furia y endiosamiento, su concepto infantil de las relaciones, su pánico a perder el afecto de su círculo y el afecto del público en general, su inconsciente incapacidad para valorar el dinero y sus constantes derroches absurdos (muchos de ellos curiosamente dedicados a regalarle cosas a todo el mundo, incluso a desconocidos), sus crecientes cuelgues filosóficos y esotéricos, su lucha por entender la vida que le había tocado vivir y por asumir su hiperbólica fama y papel de icono cultural y sexual sin caer a veces en el puro mesianismo, su destructiva adicción a toda clase de pastillas que él mismo no consideraba "drogadicción", el patetismo y decadencia de sus últimos cinco años, etc. etc.
Por otra parte, anécdotas que ya son conocidas por otras fuentes y que Guralnick no considera importantes no aparecen; lo cual es muy perdonable ya que son sustituídas por información de primera mano bastante más relevante. Por supuesto, se citan algunas como la desangelada visita de los Beatles a Graceland, donde para su decepción se toparon con un Elvis distante y frío (pese a lo cual, Lennon, con su vehemencia habitual, hizo después llegar un mensaje a Elvis: "diganle que sin él, hoy yo no sería nada") o el encuentro casual entre él y Bob Dylan (quien por cierto es quien hace una de las críticas más entusiastas y acertadas del libro de Guralnick). Encuentros con otros muchos músicos y celebridades son obviados acertadamente, supongo que para no convertir el libro en un mero anecdotario y no cargarse el ritmo narrativo.
En definitiva: como todo el mundo que la ha leído dice, esta es una biografía grandiosa, la mejor que se ha escrito sobre él con diferencia (desde luego la mejor que yo haya leído con MUCHA diferencia) y además de las más entretenidas que he leído hace mucho.
A mí me ha provocado la enésima etapa de Elvismanía de mi existencia (después de leer a Guralnick describir algunas canciones o conciertos es inevitable ponerse a escucharlos o verlos para comprobar loq ue él dice) pero incluso para quien sólo tenga algo de curiosidad por el personaje sin ser un gran fan, es una biografía que merece muy mucho la pena.
Por intentar ser puñetero y buscarle algún pero, digamos que en algunos momentos el tono es un poco moñas, pero eso es buscándole tres pies al gato, porque a la hora de la verdad ni siquiera es un problema.
Pero vamos, este es El Libro Definitivo sobre Elvis Presley.
Puntuación: rondando el 10, claro.
The King, con la característica mueca macarra patentada por él, foto dedicada a ya sabe quién.