Doctor Beaker escribió:Pues al que le guste hacer de engranaje en vez de tener una formación profesional, que no vaya a la universidad... en cuanto a lo de que hay asignaturas que no sirven, es mucho más probable que sea que está mal dada o que el que opina es un imbécil redomado, que el que la materia sea "de relleno".
A mi modo de ver, la Universidad debería hacer honor a su nombre y ofrecer no solamente una preparación técnica, sino una formación global del futuro profesional, una visión de conjunto del ámbito en que se enclava esa carrera. A nivel de temario, eso está relativamente conseguido en muchas universidades españolas. Yo personalmente me quejaría menos de los temarios que de muchas otras cosas. También pienso que no hay tanto materias superfluas, como materias mal enseñadas, mal enfocadas y mal entendidas.
El problema es que a nivel de filosofía básica de funcionamiento, hay ya poca diferencia entre una facultad y una ONG. Me explico: en ambos casos la gente paga sus cuotas -o subvenciones- esperando conseguir un beneficio (propio en la facultad, y ajeno en la ONG) pero al final los grandes beneficiados son precisamente quienes trabajan en el entramado de esas organizaciones. En las ONG hay gente que se monta su carrerita profesional, o que aprovecha para tener experiencias o viajar, o en los peores casos para montarse dudosísimos tinglados con el dinero ajeno. En las facultades, de modo similar, la función docente pasa a un segundo plano frente al hecho de que la gente que trabaja ahí obtiene una plataforma estupenda para su medrar profesional y al final es eso lo que más les importa.
No son ya los temarios ni lo que se enseña o se deja de enseñar, es que lo de enseñar es completamente secundario. Lo que importa a los docentes y similares es cuánto provecho pueden sacarle a su posición. Por ello muchas universidades han adoptado de buen grado una política "de puertas abiertas", en la que para ser alumno (y claro, para pagar las respectivas cuotas y justificar las consiguientes subvenciones) basta con haber aprobado el secundario: cuantos más alumnos, mejor.
Y es básicamente imposible, con una política de puertas abiertas, crear un mínimo ambiente de formación mucho más complejo que el de un instituto de secundaria. Por eso ahora muchas licenciaturas valen lo que valen (nada) y mucha gente tiene la sensación de haber perdido el tiempo en la universidad cuando podrían haber estado haciendo cosas mejores.