los norteamericanos que más apoyan la idea de un solo Israel “con Judea y Samaria” –es decir, territorios palestinos incluidos– son políticos y predicadores evangélicos, metodistas, presbiterianos, adventistas y de otras variantes cristianas que han ganado un peso político muy denso con W. Bush en el gobierno. Proclaman que el conflicto en Medio Oriente anuncia la inminencia del Apocalipsis o Armagedón o batalla final entre los ejércitos del mal y los ejércitos del bien, la victoria de los últimos, la segunda llegada de Cristo y el establecimiento del Reino de Dios en esta Tierra.
Elliot Abrams, entonces director del Consejo de Seguridad Nacional para el Cercano Oriente, recibió en marzo del 2004 a dirigentes del Congreso Apostólico descontentos con la decisión de W. Bush de favorecer la erradicación de asentamientos israelíes en el territorio palestino de Gaza. Abrams explicó que eso no interferiría con los designios de Dios sobre el Armagedón, porque Gaza carece de lugares de importancia bíblica (Village Voice, 18-504).
Y se pone mejor!
La doctrina de los “armagedonistas” es la que más rápidamente ha crecido en EE.UU. en estos años. Tendría unos veinte millones de fieles que además creen en su posible inmortalidad personal, un anhelo que “descansa enteramente en la existencia del Estado de Israel. Por eso la situación actual en Medio Oriente es para ellos una cuestión de vida o muerte”, ha señalado Gary North, un evangelista distante de esos correligionarios (lewrockwell.com), que suponen que podrán compartir los destinos inmortales de Enoch (Génesis 5:23-24) y de Elías (Reyes 2, 2-11), aunque eso dependerá de una secuencia temporal: los cristianos serán salvados de la muerte exactamente 42 meses antes de que la “Gran Tribulación” caiga sobre Israel. Si el Estado israelí desaparece en vida de estas personas, la llegada de la “Gran Tribulación” se postergará siglos, hasta que el Estado de Israel vuelva a existir, y no habrá entonces inmortalidad para ellos. La “Gran Tribulación” –y esto es algo que los “armagedonistas”rara vez mencionan– aniquilará a dos tercios de los israelíes, que así pagarán el precio de la inmortalidad ajena. Esta es la motivación religiosa del apoyo político y económico que, sin perjuicio de los pujos antisemitas de no pocos de sus líderes, prestan al Estado de Israel.
Desde que se volvió abstemio, el propio W. Bush piensa que ésa es la misión que Dios le ha encomendado. Muchos lamentan que haya dejado de beber.