0. Introducción.
Resulta fascinante la tendencia natural del hombre por localizar una explicación a los fenómenos captados por sus sentidos y su evolución a lo largo de la historia de la humanidad. Esta búsqueda de patrones pretende cubrir por completo el conocimiento, y de manera particular tambien el mecanismo por el que esta tendencia tiene razón de ser, por lo que no deja de ser curioso como se mezclan los conceptos emic/etic, siendo el propio mecanismo que desencadena la investigación el investigado.
Además de la existencia de múltiples consideraciones evolutivas que escaparían a la intención de este texto, se ha convenido en definir como sistema complejo adaptativo a toda estructura que capte información en forma de flujo de datos y que perciba regularidades en el mismo, tratando el resto del material como aleatorio. El organismo humano es un sistema complejo adaptativo, y su estructura y funcionamiento corresponden a un sistema caótico. (Utilizando en esta ocasión la definición ortodoxa de caos: sistema dinámico no lineal en el que un pequeño cambio en las condiciones iniciales puede provocar muy diferentes efectos en su evolución. No confundir con desorden en su sentido más popular.)
Por tanto, podemos simplificar -excesivamente, pero nos resultará útil- la búsqueda de explicación a los fenómenos que nos rodean como una clasificación de regularidades. Aceptando esta definición, automáticamente nos podemos preguntar qué ocurre cuando nos enfrentamos a un fenómeno para el que no tenemos par, que no podemos clasificar de manera regular. Algo que, en términos populares, es inexplicable.
La respuesta ha de estar en la Ciencia, que tendrá que tener la suficiente flexibilidad como para crear una nueva regularidad, adaptando sus teorías a un nuevo tipo de fenómenos descubiertos, más allá de una formulación ad hoc que se aparte de la racionalidad. Pero no siempre es así, y la superstición sirve a los sistemas complejos adaptativos como placebo de la regularidad: tendemos a inventar creencias que ayudan a tener una clasificación completa, que aunque totalmente errónea en términos de conocimiento científico, es útil antropológicamente hablando para una escala del ser humano hacia estados evolutivos superiores.
Cuando la superstición no se supera o no es suficiente para completar una irregularidad, aparece la paraciencia, lo paranormal, lo inexplicable. Y en lugar de dejarlo estar, de esperar explicaciones racionales para sucesos irregulares, el hombre, como sistema complejo adaptativo, utiliza caminos paralelos, atajos pseudocientíficos, novelas, al fín y al cabo, para intentar que el mundo le cuadre. Nuevamente útil para nuestra evolución, pero igualmente un paso atrás en el conocimiento. Afortunadamente, el ruido es necesario.
Un saludo.
Superstición y paraciencias: escepticismo y S.C.A.
- Montgomery
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Superstición y paraciencias: escepticismo y S.C.A.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
- Montgomery
- Mulá
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1. De la necesidad, virtud.
¿Por qué el ser humano se ve en la necesidad de conocer? ¿Nos engaña nuestra mente al convertirnos en herramientas del descubrimiento? ¿Por qué ese desfase entre nuestra tendencia y nuestra capacidad?
No hay, o al menos yo no la conozco, una respuesta breve y sencilla a estas preguntas. Parece que deberíamos buscar en el océano de los esquemas de pensamiento del ser humano, en las propias estructuras de cómo se realiza el aprendizaje y qué tiene que ver con la adaptación al medio. Sí que podríamos simplificar tirando del hilo de esta última frase una respuesta concisa: la tendencia a conocer es una respuesta de adaptación, en cierta manera el ser humano tiene que rellenar las casillas de lo desconocido para tenerlo todo atado, y bien atado. Somos mucho más cuadriculados de lo que parece en un primer vistazo.
Desde la primera utilización de la palabra, el hombre ha pretendido explicar los fenómenos que le rodean de manera sistemática, y la nos ofreció una sistematización perfecta para determinar como lo que se observa puede ser explicado. Ahora bien, en el transcurso de la observación del mundo, aparecen fenómenos que aparentemente no pueden ser descritos con las herramientas de las que dispone la Ciencia. Es en este momento cuando ante el hombre se presenta la encrucijada de dejarlo pasar, guardar la explicación del fenómeno hasta que se cuente con el arsenal teórico suficiente procedente de las teorías aplicadas hasta el momento, o recorrer la senda de la invención y la explicación paralela.
Parece que lo lógico, para un sistema que se dedicara a recolectar información para despues analizarla y explicarla basándose en teorías que "funcionan", sería elegir la primera opción. Pero nuestro sistema no funciona de manera tan lógica, tan pragmática. Lo que hacemos es intentar encontrar una respuesta rápida y económica, aunque para ello tengamos que saltar por encima de cualquier consideración física, lógica e incluso de sentido común. ¿Por qué? Necesitamos respuestas. Nuestra recurrente búsqueda de la regularidad en la naturaleza nos hace, por ejemplo, encontrar explicación sobrenatural a los rayos en bola antes de que ningún teórico abra siquiera su bloc de notas.
De esta necesidad parte la excursión de la paraciencia, haciendo parecer a los ojos de la gente en general que son una alternativa seria a la anticuada y renuente al cambio Ciencia oficial, término acuñado únicamente para la calificación peyorativa de todos aquellos que dedican su tiempo a la explicación de los fenómenos naturales de manera seria, rigurosa y siguiendo las estructuras precisas de la investigación científica. Algo que, desde luego, no tienen razón para alejarse de una cosmovisión abierta y que pueda acojer en regazo de los científicamente analizable cualquier fenómeno que los alternativos puedan calificar de inexplicable, donde deberían decir inexplicado.
Así pues, pasamos de un estado de incomprensión de un fenómeno a la aparente virtud de la explicación paranormal. ¿Es este el camino? Desde luego, mi opinión es que no. El escepticismo crítico para con todas las alternativas creativas a la investigación científica real debería ser la base desde la que acometer la explicación de los fenómenos extraños.
¿Por qué el ser humano se ve en la necesidad de conocer? ¿Nos engaña nuestra mente al convertirnos en herramientas del descubrimiento? ¿Por qué ese desfase entre nuestra tendencia y nuestra capacidad?
No hay, o al menos yo no la conozco, una respuesta breve y sencilla a estas preguntas. Parece que deberíamos buscar en el océano de los esquemas de pensamiento del ser humano, en las propias estructuras de cómo se realiza el aprendizaje y qué tiene que ver con la adaptación al medio. Sí que podríamos simplificar tirando del hilo de esta última frase una respuesta concisa: la tendencia a conocer es una respuesta de adaptación, en cierta manera el ser humano tiene que rellenar las casillas de lo desconocido para tenerlo todo atado, y bien atado. Somos mucho más cuadriculados de lo que parece en un primer vistazo.
Desde la primera utilización de la palabra, el hombre ha pretendido explicar los fenómenos que le rodean de manera sistemática, y la nos ofreció una sistematización perfecta para determinar como lo que se observa puede ser explicado. Ahora bien, en el transcurso de la observación del mundo, aparecen fenómenos que aparentemente no pueden ser descritos con las herramientas de las que dispone la Ciencia. Es en este momento cuando ante el hombre se presenta la encrucijada de dejarlo pasar, guardar la explicación del fenómeno hasta que se cuente con el arsenal teórico suficiente procedente de las teorías aplicadas hasta el momento, o recorrer la senda de la invención y la explicación paralela.
Parece que lo lógico, para un sistema que se dedicara a recolectar información para despues analizarla y explicarla basándose en teorías que "funcionan", sería elegir la primera opción. Pero nuestro sistema no funciona de manera tan lógica, tan pragmática. Lo que hacemos es intentar encontrar una respuesta rápida y económica, aunque para ello tengamos que saltar por encima de cualquier consideración física, lógica e incluso de sentido común. ¿Por qué? Necesitamos respuestas. Nuestra recurrente búsqueda de la regularidad en la naturaleza nos hace, por ejemplo, encontrar explicación sobrenatural a los rayos en bola antes de que ningún teórico abra siquiera su bloc de notas.
De esta necesidad parte la excursión de la paraciencia, haciendo parecer a los ojos de la gente en general que son una alternativa seria a la anticuada y renuente al cambio Ciencia oficial, término acuñado únicamente para la calificación peyorativa de todos aquellos que dedican su tiempo a la explicación de los fenómenos naturales de manera seria, rigurosa y siguiendo las estructuras precisas de la investigación científica. Algo que, desde luego, no tienen razón para alejarse de una cosmovisión abierta y que pueda acojer en regazo de los científicamente analizable cualquier fenómeno que los alternativos puedan calificar de inexplicable, donde deberían decir inexplicado.
Así pues, pasamos de un estado de incomprensión de un fenómeno a la aparente virtud de la explicación paranormal. ¿Es este el camino? Desde luego, mi opinión es que no. El escepticismo crítico para con todas las alternativas creativas a la investigación científica real debería ser la base desde la que acometer la explicación de los fenómenos extraños.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
- Montgomery
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2. Papá, ¿Por qué somos escépticos?
Parece sencillo, a primera vista, pensar que lo comentado acerca de la necesidad poco menos que biológica que tiene el ser humano de buscar regularidades en la naturaleza haría imposible, o bastante complicado, la existencia de sistemas adaptativos que se resistieran a esta búsqueda. Por tanto, ¿que hay del escepticismo?
Deberíamos entender el escepticismo como una crítica contínua a los avances científicos, de tal modo que toda teoría tuviera que ir acompañada, explícita o implícitamente, de explicaciones laterales que mostraran su concordancia con las teorías aceptadas, y en caso de alejarse de ellas lo suficiente, de muestras claras de su validez, y de su carencia de falsabilidad actual. Esto nos serviría de primer filtro ante explicaciones ad hoc de fenómenos extraños y de apoyo para el mantenimiento en el tiempo de teorías serias. Todo escéptico (y todos lo somos, en cierta medida) tendría que dudar hasta comprobar.
Tal y como viene siendo entendido en los últimos decenios el escepticismo es un efecto del control del hombre sobre sus propios mecanismos de obtención del conocimiento, es una forma de dar un paso atras para poder dar dos hacia delante. En cierto modo, es una característica propia de los seres evolucionados con la que intentan poner freno a uno de los daños colaterales de los sistemas complejos adaptativos: no todo es orden, no todo puede ser clasificado, aunque nuestra mente nos diga que así debe ser.
La resistencia es dura, es difícil no aceptar las explicaciones coloristas a fenómenos no explicados -que, curiosamente, como intentaré explicar más adelante, acaban todas por entremezclarse dando lugar a teorías totalmente delirantes, pero muy divertidas- y quedarse en su lugar con el aburrimiento propio de pensar que la Ciencia oficial nos debe ofrecer una respuesta. Lo sencillo, en este caso, es tragar con las caras de Bélmez y con los contactados ovni. Lo complicado, es resistirse. Y debería ser al revés, pero la biología está contra nosotros.
En conclusión, los escépticos lo somos no por necesidad, sino por resistencia a la corriente. La existencia de las paraciencias es una consecuencia de nuestro propio sistema biológico de obtención del conocimiento, y el escepticismo ha de ser el cambio de agujas que nosotros mismos, conscientes de las limitaciones de un sistema complejo adaptativo, manipulemos para que el avance del conocimiento sea seguro y preciso, dejando de lado, momentáneamente, la velocidad.
Parece sencillo, a primera vista, pensar que lo comentado acerca de la necesidad poco menos que biológica que tiene el ser humano de buscar regularidades en la naturaleza haría imposible, o bastante complicado, la existencia de sistemas adaptativos que se resistieran a esta búsqueda. Por tanto, ¿que hay del escepticismo?
Deberíamos entender el escepticismo como una crítica contínua a los avances científicos, de tal modo que toda teoría tuviera que ir acompañada, explícita o implícitamente, de explicaciones laterales que mostraran su concordancia con las teorías aceptadas, y en caso de alejarse de ellas lo suficiente, de muestras claras de su validez, y de su carencia de falsabilidad actual. Esto nos serviría de primer filtro ante explicaciones ad hoc de fenómenos extraños y de apoyo para el mantenimiento en el tiempo de teorías serias. Todo escéptico (y todos lo somos, en cierta medida) tendría que dudar hasta comprobar.
Tal y como viene siendo entendido en los últimos decenios el escepticismo es un efecto del control del hombre sobre sus propios mecanismos de obtención del conocimiento, es una forma de dar un paso atras para poder dar dos hacia delante. En cierto modo, es una característica propia de los seres evolucionados con la que intentan poner freno a uno de los daños colaterales de los sistemas complejos adaptativos: no todo es orden, no todo puede ser clasificado, aunque nuestra mente nos diga que así debe ser.
La resistencia es dura, es difícil no aceptar las explicaciones coloristas a fenómenos no explicados -que, curiosamente, como intentaré explicar más adelante, acaban todas por entremezclarse dando lugar a teorías totalmente delirantes, pero muy divertidas- y quedarse en su lugar con el aburrimiento propio de pensar que la Ciencia oficial nos debe ofrecer una respuesta. Lo sencillo, en este caso, es tragar con las caras de Bélmez y con los contactados ovni. Lo complicado, es resistirse. Y debería ser al revés, pero la biología está contra nosotros.
En conclusión, los escépticos lo somos no por necesidad, sino por resistencia a la corriente. La existencia de las paraciencias es una consecuencia de nuestro propio sistema biológico de obtención del conocimiento, y el escepticismo ha de ser el cambio de agujas que nosotros mismos, conscientes de las limitaciones de un sistema complejo adaptativo, manipulemos para que el avance del conocimiento sea seguro y preciso, dejando de lado, momentáneamente, la velocidad.
Una de cada tres cosas que digo es mentira.
Montgomery escribió:2. Papá, ¿Por qué somos escépticos?
Parece sencillo, a primera vista, pensar que lo comentado acerca de la necesidad poco menos que biológica que tiene el ser humano de buscar regularidades en la naturaleza haría imposible, o bastante complicado, la existencia de sistemas adaptativos que se resistieran a esta búsqueda. Por tanto, ¿que hay del escepticismo?
Deberíamos entender el escepticismo como una crítica contínua a los avances científicos, de tal modo que toda teoría tuviera que ir acompañada, explícita o implícitamente, de explicaciones laterales que mostraran su concordancia con las teorías aceptadas, y en caso de alejarse de ellas lo suficiente, de muestras claras de su validez, y de su carencia de falsabilidad actual. Esto nos serviría de primer filtro ante explicaciones ad hoc de fenómenos extraños y de apoyo para el mantenimiento en el tiempo de teorías serias. Todo escéptico (y todos lo somos, en cierta medida) tendría que dudar hasta comprobar.
Tal y como viene siendo entendido en los últimos decenios el escepticismo es un efecto del control del hombre sobre sus propios mecanismos de obtención del conocimiento, es una forma de dar un paso atras para poder dar dos hacia delante. En cierto modo, es una característica propia de los seres evolucionados con la que intentan poner freno a uno de los daños colaterales de los sistemas complejos adaptativos: no todo es orden, no todo puede ser clasificado, aunque nuestra mente nos diga que así debe ser.
La resistencia es dura, es difícil no aceptar las explicaciones coloristas a fenómenos no explicados -que, curiosamente, como intentaré explicar más adelante, acaban todas por entremezclarse dando lugar a teorías totalmente delirantes, pero muy divertidas- y quedarse en su lugar con el aburrimiento propio de pensar que la Ciencia oficial nos debe ofrecer una respuesta. Lo sencillo, en este caso, es tragar con las caras de Bélmez y con los contactados ovni. Lo complicado, es resistirse. Y debería ser al revés, pero la biología está contra nosotros.
En conclusión, los escépticos lo somos no por necesidad, sino por resistencia a la corriente. La existencia de las paraciencias es una consecuencia de nuestro propio sistema biológico de obtención del conocimiento, y el escepticismo ha de ser el cambio de agujas que nosotros mismos, conscientes de las limitaciones de un sistema complejo adaptativo, manipulemos para que el avance del conocimiento sea seguro y preciso, dejando de lado, momentáneamente, la velocidad.
¿Por eso somos del Atleti Don Monty?

A la vuelta pasé por al lado de la tuya casa, saqué la cabesa desde mi hauto y grité: CHURETICAS!
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...