Ruttiger escribió: ↑08 Jul 2020 09:50
Chino Moreno escribió: ↑08 Jul 2020 09:13
Eso depende mucho de tu forma de ser. Como ya he comentado por aquí, y creo que he contado mogollón de veces en Sinideas, yo soy un tímido crónico con una autoestima por los suelos, lo que me lleva a no saber encajar muy bien los rechazos.
Vamos, que a mí me para una poli buenorra y no me sale ni el aliento al hablar. Por miedo, por inseguridad, por mis 12cm de polla o lo que sea. Y ahí da un poco igual la indiferencia o no, es algo casi físico.
Acompáñame en esta triste historia de superación, Chino (aunque en este momento de tu vida ya creo que no te hace falta pero por si algún día entras de nuevo en la soltería).
Yo soy un tímido de la hostia (a pesar de que me subo a escenarios a hacer el gamba pero en ese momento voy bebido y además he aprendido a interpretar un papel de brocha gorda que en las distancias cortas no funciona, soy tímido en el tú a tú), mi autoestima no da volteretas y, aunque yo sí tengo pelo (pelazo), mi pene es la colica arrugada de un caracol. Hasta los treinta tuve dos relaciones (de dos años y seis meses respectivamente) que fueron mis únicas experiencias sexuales. Y era guapete, de verdad, ligaba bastante, mirándolo en retrospectiva, pero como también era idiota ni me enteraba ni me atrevía. El miedo al rechazo, pánico a la cobra, qué movida.
Entonces una experiencia realmente traumática cambió mi vida. Estaba viendo una peli en el sofá de una chica que me estaba pagafanteando muy fuertemente desde hacía unos meses y a la que venía queriendo desde el primer día pero que no me atrevía. La chica se iba de Andorra en pocas semanas y en aquel momento, por primera vez en mi vida, sacando una torería que jamás antes había tenido, decidí tomar la iniciativa. Y oye, no hubo cobra. Y la cosa se fue subiendo de tono. Y cuando estaba ya con la ropa interior a medio arrancar la muchacha me paró, se disculpó y me confesó que yo le gustaba mucho pero que se iba en pocas semanas y que si continuábamos se iba a acabar colgando de mí y que íbamos a sufrir más y que mejor si me iba y que hoy no follas, chato. ¡Ya me lo podía haber dicho un rato antes, no en el momento en el que le estaba ya bajando las bragas! Si me hubiera lanzado unos meses antes... La frustración de aquel momento me convirtió en Escarlata O'Hara y con el puño en alto me dije: A Dios pongo por testigo que prefiero que me hagan la cobra a dejar que se repita este momento de frustración.
Desde entonces, si noto feeling y la chica me gusta, meto morro. Y he descubierto:
1- Que no es tan difícil.
2- Que una cobra no es tan incómoda como me temía si sabes llevarla con humor solo son diez o quince segundos de incomodidad, a veces ni eso.
3- Que no hay gol sin chutar a portería.
3- Que no se me da mal, si consigo disimular la timidez.
La chica se mudó y seguimos siendo amigos durante unos años. Ahora la cosa se ha enfriado pero por la inercia de la distancia. Pero le sigo teniendo mucho aprecio, a ella le debo una década de pirotécnico jolgorio.
Ciertamente, y esto es algo que los que no son tímidos nunca entenderán, para salir de la timidez necesitas un esfuerzo titánico, como el que sale del alcoholismo o algo así.
Mucha gente que no es tímida me decía en mi juventud, "mira chino, quítate la tontería de encima, que es muy fácil", y eso te lo dicen cuando tú estás hundido en la miseria y piensas que cualquier chica se va a mofar de ti solo con acercarte. El cambio tiene que venir de ti, y cimentarse en tu propia voluntad.
Es como en tu historia. Llegaste un punto en el que dijiste "basta" y a partir de ahí cambiaste. Pero es un punto al que tienes que llegar tú por tus propios medios, no basta con que te lo digan mil veces, seguro que eso también te ha ocurrido a ti.
Como dices, yo llevo fuera del mercado casi 20 años, y mi señora esposa es mi única relación, tanto sexual como amorosa que he tenido en mi vida. Pero lo que sí es cierto que justo antes de conocerla, ya había emprendido un trabajo interior para salir del ostracismo, y me estaba empezando a dar resultados. De hecho, antes de conocerla a ella, ya tenía mis pequeños ligues esporádicos, me iba de campamentos yo solo para forzarme a conocer a gente, e intentaba meter morro en alguna ocasión.
La casualidad de la vida es que, ese momento de liberación, coincidió con que conociera a mi señora, que posiblemente fuera la primera que me tomó en serio, y desde ahí, hasta ahora. Dos niñas incluidas.
Supongo que la experiencia y la edad hacen su trabajo, y que si ahora volviera a salir al mercado, las cosas serían distintas. Pero a saber...