Mucha es la cultura baloncestística en el estado de Indiana, desde el poderoso y célebre equipo de la Universidad pública, los Hoosiers; pasando por el equipo profesional de los Pistons de Fort Wayne, cuyo propietario Frank Zoller llevó las negociaciones y reuniones para juntar todas las ligas profesionales de los cuarenta en la actual NBA, hasta llegar al equipo de los Pacers de Indianápolis, fundador y superviviente de la desaparecida ABA. Allí han surgido entre otros baloncestistas el mejor base de todos los tiempos, Oscar Robertson, o el alero alto Larry Bird.
Al noroeste del estado se encuentra el Condado de Gary, considerado un suburbio industrial de la vecina Chicago (Michigan), al que acudían cientos de sureños a buscar un futuro mejor en el Rush Belt de los grandes lagos. Su personaje más notable y conocido es sin duda el difunto rey del pop, Michael Jackson. Pero entre esta tropa de emigrantes sureños estaba la familia Magee, que allí tuvieron en 1959 un hijo al que pusieron por nombres Kevin Dornell.
Como es muy habitual en la clase trabajadora estadounidense, cambiaron varias veces de población de residencia en función de sus trabajos, afincándose definitivamente en Magnolia, Mississippi; aún así nos encontramos que el joven Kevin Magee se graduó en el instituto de South Pike, también en Mississippi. Era un joven alto, 6 pies 8 pulgadas (unos 2,03 metros), con tendencia al sobrepeso y una acentuada cultura sureña. Quién esperase de él ver al típico negro urbanita de los suburbios, amenazador, malhablado, gesticulante y vestido de chándal, se llevaba una grata sorpresa al encontrarse con un caballero del Viejo Sur, atildado y de correctos modales.

Kevin Magee en la Plaza del Pilar de Zaragoza.
No muy buen estudiante, destacaba ya sin embargo como jugador de poste alto en baloncesto. Trató de continuar sus estudios y sobre todo su incipiente carrera deportiva en la Universidad de Southeast Louisiana, pero no le convenció el extenso programa de estudios, así que abandonó la Universidad y se puso a trabajar en una acería sita en Amite, Louisiana. Tres meses le bastaron para darse cuenta de que estudiar es un rollazo, pero partirse los lomos a trabajar en una fundición para cobrar una miseria lo es todavía más. Decidió, pues, darse una nueva oportunidad con los estudios, esta vez en la Universidad de Houston, que tampoco le gustó, como no le gustaron la Universidad los jesuítas en Wisconsin, Marquette o la de Nevada-Las Vegas.
Dos años habían pasado en busca de un centro de estudios, Kevin Magee entraba en la veintena y su madre le apremiaba a decidirse por algún centro de estudios. El entrenador de College of Ozarks, Arkansas, le ofrecía matricularse, pero Kevin volvió a negar, no quería sin embargo este hombre que el talento del joven se perdiera y le recomendo el college que entrenaba un amigo suyo en Mission Viejo, Orange County, California. Casi como última opción y a la desesperada, Kevin Magee se trasladó a la tierra de los sueños, y allá en el Saddleback College, empezó a labrarse una reputación de gran center en la durísima conferencia universitaria del Pacífico, que dominaba con puño de hierro la UCLA (Universidad de California-Los Ángeles).
Fué vital en esto el entrenador Bill Mulligan, que lo protegió y casi adoptó a raiz de soprenderse de la gran amistad que forjó Kevin con su hijo, que sufría de parálisis cerebral. Y así, el viejo Mulligan, conmovido, lo instó a apretar en los estudios y le dió status de estrella en el modesto equipo, que en dos años encadenó una racha de 34-1 con Kevin Magee luciéndose con 29,3 puntos y 13,2 rebotes de media por partido.
Esto no pasó desapercibido para la Universidad de California-Irvine, que contrató al técnico para reconducir su desastroso equipo. Bill Mulligan aceptó a condición de que Irvine matriculara a Kevin Magee. Era el plantel de baloncesto de los Osos Hormigueros un reputado grupo de juerguistas impenitentes, amigos de las partuzas, correr animadoras y demás; de la ética laboral protestante, ni noticia.
Mulligan temió la mala influencia que pudieran ejercer al ya de por sí mal estudiante que era Kevin Magee, así que lo puso junto al más formalito de sus nuevos compañeros. Poco después, Magee le embromaba
"You think Jason is smart because he reads the Bible, but he's as dumb as we is." En su primera temporada en Irvine, Magee fue el máximo anotador y reboteador del equipo y salió elegido mejor jugador de la conferencia, lo que le valió ser seleccionado para la Universiada de Bucarest 1981, en la que Estados Unidos consiguió el oro ante su habitual archirrival la Unión Soviética.
La temporada siguiente trajo a Kevin Magee cierta estabilidad, al quedarse embarazada su novia, Melanie, durante el verano. Se casaron y en su nuevo rol de padre de familia, Kevin supero sus marcas anteriores y volvió a ser elegido mejor jugador de la conferencia. Pero, ¡ay!, tal era el talento que había en el baloncesto estadounidense de los ochenta, que en el draft de 1982 nadie quiso apostar por un center bajito hasta la segunda ronda, cuando Suns de Phoenix lo eligieron en el puesto treinta y nueve. Y el etrenador de los de Arizona le comunicó que no contaba con él. ¿Qué hacer?
"At first I was kind of bitter about not playing in the NBA, and I would talk about it constantly. But then my wife told me to stop feeling sorry for yourself and do something about it."Con familia que mantener, Magee aceptó trasladarse a Europa, y jugar en una de las grandes leyendas del Pallacanestro, el equipo de Varese: que había jugado todas las finales de la Copa de Europa de los años 70, ganando la mitad de éllas (70-72-73-75-76). Arropado por el veterano artillero Bob Morse, toda una institución del baloncesto italiano, Magee fue el máximo anotador y el mejor reboteador del durísimo campeonato italiano.
Lógicamente los de Varese quisieron retenerlo, e incluso el Barcelona, que se nutria de jugadores de la Lega, llegó a ofrecerle 120.000 dólares de la época para formar pareja con Marcellus Starks. Pero Kevin aun soñaba con jugar en la NBA, volvió a Phoenix, equipo que tenia sus derechos y aceptó ser un hombre de banquillo hasta que el entrenador definitivamente lo cortó.
Magee se puso en contacto con el agente español, por ver si seguía en pie la oferta del Barça, pero éstos lógicamente no habían esperado y habían fichado a otro destacado de la competición italiana, Mike Davis. Si había sin embargo, una pequeña oferta, apenas 40.000 dólares, para cubrir el puesto de un jugador llamado Harry Davis, recientemente despedido por el CAI Zaragoza...
Era el CAI, heredero del antiguo Helios Zaragoza, un conjunto con ciertas aspiraciones llevado por el judío porteño León Najnudel, un visionario que es toda una institución en el baloncesto argentino:
http://edant.clarin.com/diario/1998/04/23/r-01401d.htmHabía juntado un buen grupo entre chavales locales -los hermanos Arcega, José Ángel el base y el ala-pívot Fernando, el poste bajo Zapata- y fichajes de aleros y escoltas como Manel Bosch, López Rodríguez y el paraguayo
Indio Díaz, tenía además a prueba a un jovencísimo Hernán
el LocoMontenegro, un legendario pívot argentino que fue el primero de su país en jugar en la NBA. Les hacía falta para terminar de dar el salto un par de buenos americanos. Ninguna queja con el pívot Jim Allen, pero no habían dado con el segundo.
Allá llegó Kevin Magee con sobrepeso y su debut no pudo ser más auspicioso. Recibían al Real Madrid, al que no habían ganado nunca. Y Magee, todo potencia y elasticidad, se hizo dueño de ambos tableros, ante la desesperación de los pívots blancos. Victoria de CAI en el mejor escaparate posible. Desde entonces, cada partido suyo era seguido por una multitud entusiasmada.
http://www.elpais.com/articulo/deportes ... idep_9/TesCon su incorporación, le llegó para jugar la primera Copa del Rey en formato final four, a disputar en la propia Zaragoza, donde se deshicieron en semifinales del Joventut de Badalona y, en una final polémica, ganaron el primer título de la institución al Barcelona.
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http://www.elpais.com/articulo/deportes ... idep_8/Tes
Magee era puro espectáculo, pero el CAI vió como les eliminaba el Limoges en semifinales de la Korac y el Barcelona se tomaba la revancha en semifinales por el título de liga. A fin de temporada era evidente que el CAI no iba a poder retener a la gran estrella del campeonato. El Maccabi de Tel-Aviv se lo llevó por una cifra escandálosa -hay quién dice que 400.000 dólares anuales, otros que 700.000-
En el remozado equipo hebreo, sempiterno campeón de su país, Magee se convirtió en el pilar sobre el que aspirar a nuevos entorchados europeos. En el 85 hicieron doblete local Liga y Copa para caer en semifinales de la Copa de Europa, igual campaña en el 86; pero en el 87, amén de su doblete casero consiguieron llegar a la final que perderían frente al Milán de D'Antoni, Premier, Meneghin y McAdoo.
En el 88 sólo pudieron ganar la Liga y se ganaron el derecho a jugar la primera final four europea en Gante en el último partido clasificando como cuartos. Allá en semifinales les tocaba medirse al principal favorito el Partizan de Belgrado de Djordjevic, Danilovic, Paspalj y Divac. Sorprendentemente, los derrotaron 87-82, para volver a verse las caras en la final contra el equipo milanés, que había vencido al Aris Salónica de Nick Gallis. Una vez más, los veteranos y resabiados McAdoo y Meneghin fueron demasiado para Kevin Magee.
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En el 89 nuevo doblete y segunda final four, a la que llegaron como líderes después de un espectacular mano a mano con el Barcelona. En Múnich cumplieron con su condición de favoritos eliminando al Aris, no hizo lo propio el Barça que se dejó comer el puesto en la final por la Jugoplastika de Splitz de Toni Kukoc y Dino Radja. Por tercer año consecutivo, Maccabi fue incapaz de ganar la final.
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Pero en el año 90, pese al nuevo doblete israelí, Maccabi fué incapaz de clasificarse para la final four. Y decidió deshacerse del ya veterano Magee, que ya no era dominante en la pintura y salía a buscarse el tirito de cinco metros para cuidar el físico. Con todo no hubo malos gestos ni palabras, Kevin Magee sigue siendo una leyenda en Israel.
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Ya con treinta y un años a cuestas, Magee decidió volver al CAI Zaragoza, y lo encontró donde lo dejó, como vigente campeón de copa, lo que les daba derecho a disputar la copa Saporta que perdieron en Ginebra ante el PAOK de Salónica:
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Apenas estuvo una temporada, volvió a Italia a jugar un año en el Torino, de allí se fue a París otro año a jugar en Racing y terminó su carrera en 1994 jugando en uno de tantos maccabis, el de Rizhon.
"There's no shame in my career. I'm proud of what I accomplished in basketball. I don't look back. I'm content with my life and have learned to accept what has happened in my life. I have a beautiful wife and two beautiful children. What more can a man want?"Desvinculado del baloncesto, regresó a Orange County, a Rancho Santa Margarita donde montó un negocio con ayuda de su ex-entrenador Bill Mulligan y lo sostuvo como pudo durante una ocho años. No consiguió asentarse y en 2003, junto con su esposa y tres hijos, se trasladó a Summit, Mississippi y se puso a trabajar de supervisor de almacén en la acería de Amite, Lousiana.
Seis meses después, en octubre, al salir de turno sobre las 5:20 de la madrugada, su coche traspasó la mediana y se empotró contra un trailer de 18 ruedas. Murió instantáneamente.
Sit tivi terra lebis.