Party Boy escribió:Vente a Madrid un día de lluvia, Nico. Que ya verás que bien nos lo pasemos.
No sólo he ido millones de veces cuando llovía, sino que estuve aquella vez que nevó copiosamente en el sur de la capital, y logré volver a Valencia -sin cadenas- en mitad de la peor tormenta invernal que azotó Castilla en décadas mientras veía coches y coches naufragados en la cuneta, cuyos acojonados ocupantes -a quienes también había sorprendido la furia siberiana por imbéciles, como a mí- ni me veían pasar porque la visibilidad era exactamente la misma que sumergido en un pozal de cemento, pero que si me hubiesen visto pasar no se lo hubiesen creído porque era literalmente imposible que un ser humano consiguiera conducir sin cadenas en mitad de aquel apocalipsis. La Guardia Civil sólo iba cerrando la autopista bastante tiempo después de mi tránsito porque ni siquiera lograban acercarse lo bastante como para cerrarla.
Me costó horas, horas y horas recorrer poco más de 200 kilómetros, manteniendo una bajísima velocidad sin que se me calase el coche y compensando continuamente el que el viento jugase al curling con mi automóvil: al salir de la zona de nieve y parar en una gasolinera me miraban como si fuese una aparición cuando les dije que yo sí venía de Madrid. Al entrar en Valencia ciudad (donde la nieve es tan desconocida para los lugareños como para los tuareg), aún llevaba el coche cubierto de hielo y carámbanos colgando de los retrovisores. Y ahí ya no me miraban como a un marciano, me miraban directamente como a un puñetero extraterrestre que acabase de aterrizar en la Avenida del Cid. Si no hubiese estado tan desesperadamente ansioso por llegar a casa (entonces vivía en las putas afueras, estaba simple yllanamente agotado y aún me quedaba tramo), hubiese grabado sus reacciones al pasar.
Sí, a estas alturas no sabes por qué coño estoy soltando todo esto, pero la moraleja es esta: yo, al igual que el paralítico aquel que iba en camilla por las autopistas gallegas, soy un valenciano psicópata y un día de lluvia en Madrid para mí es como una jodida puta fiesta con piñata de caramelos en la que voy a disfrutar como un energúmeno cabrón. Así que... ¡cuando quieras!
Si quieres realmente reírte de mí y verme sumido en verdaderos putos problemas, dame un móvil que no sea el mío y contempla con regocijo sádico como soy incapaz de hacerlo funcionar. Como una mujer. No, como una mujer no. Mucho peor que una mujer.
PrimeroDerecha escribió:Nicotin escribió:Siempre he querido conducir por Roma para ver qué se siente.
Es una esperiencia mística. Es como si, de repente, quedara sin efecto la Ley de la Gravedad, pero en el plano automovilístico. Supongo que conducir por Mombay debe ser parecido, pero en Roma es cuestión de sentarte al volante, ponerte el cinturón de seguridad, e introducirte en un vial con la perfecta convicción de que un accidenmte grave va a acabar con tu vida en el próximo ceda al paso. Sólo si te desprendes del natural deseo de sobrevivir estás capacitado para conducir em Roma.
En Nápoles no me atreví.
Joder, en Nápoles directamente eyacularía a mitad de trayecto.
Tengo que hacerlo, ¡¡tengo que hacerlo!!