Va de serie. Realidades chiquitas que sin ser espectaculares se quedan prendidas en la retina de uno. Yo juego primero.
Mamíferos. La escena transcurre en la calle, frente a uno de los muchos colegios evangélicos de aquí, a la una de la tarde, la hora de la salida del turno diurno.
No por tan veces sabida, vista y repetida la escena me deja de resultar fascinante.
Dos jóvenes, de unos quince años, marcan jerarquía. Están realmente hermosos, con su pantalón de uniforme negro, su camisa blanca de manga larga, su pelo corto, ensortijado y engominado y sobre todo mostrando esa actitud de desafío ante el mundo que tan sólo los adolescentes y los medio genios, medio locos, pueden adoptar.
Los dos estiran sus cuerpos y adelantan el pecho. Se miran fijamente. Dan lentas vueltas sin perderse la mirada y a veces se golpean con sus torsos o rozan sus cabezas.
Si pudiera, me acercaría más. Me encantaría poder oler el miedo, el orgullo, la rabia, todos los humores que se desprenden de sus cuerpos en ese momento.
Media vuelta, los puños apretados, media vuelta más.
Se miran por última vez y al final ambos al unísono se alejan. Uno vuelve junto al grupo que observaba, el otro se queda sólo.
Dentro del grupo, hay uno que destaca. Más alto, más fuerte, más bello que el resto. Es él, el verdadero líder, quien le dirige unas palabras de desprecio al solitario.
El solitario, comete, supongo que impulsado por ese orgullo absurdo pero tan bonito de la adolescencia, el primer error y le contesta.
Murmullos de desaprobación en el grupo, el líder, sin ni siquiera desprenderse de la mochila que lleva a la espalda, se acerca al solitario que sin perderle la mirada comienza a alejarse.
Ésta segunda parte ya no me atrae. Es ahora cuando, tal vez, debería trasladar mi otrora indeferencia hasta la desaprobación, que son las dos actitudes que el mamífero adulto mantiene siempre en estos casos, pero decido mantenerme todavía en la primera.
El líder da un fuerte empellón al solitario que lo hace trastabillar.
El solitario comete su segundo error. Lanza su morral al suelo y se encara. Un puñetazo le alcanza al pecho, un brazo se ciñe a su cuello y es lanzado, sin miramientos al suelo.
Ya todo ha acabado. Se mantiene en el suelo, hasta que el otro, satisfecho, decide que el castigo ya es suficiente y se acerca hacia el grupo donde es recibido por las sonrisas cómplices del resto. El perdedor, entonces, se levanta, se sacude el polvo del uniforme, se traga el orgullo y las lágrimas, recoge el morral y se aleja.
Vuestro, a palabras necias, oidos sordos;
Dolordebarriga
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Dolordebarriga
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Bueno dejo el mío
LA MANIFESTACIÓN
Subía por la Castellana para unirme a una manifestación. Una de esas marchas multitudinarias donde el pueblo español habla y expresa sus sentimientos tan solidarios y esas cosas que comentan en los telediarios y los editoriales de los periodicos. La gente que avanzaba andando en mi misma dirección, aunque estuviéramos aún lejos del punto de reunión, seguramente iba a unirse a aquel evento.
En el camino nos cruzamos a un chico que llevaba un carro de esos de supermercado, era un repartidor a domicilio.
Un hombre serio y encorbatado, entrado en la cuarentena, casi tropieza con él. El chico, para esquivarlo, ladeó su carro que cayó al suelo junto con él. Aquel hombre tan solidario siguió su marcha sin mirarle siquiera. Yo, por timidez, también, he de confesar que no le ayudé, pero recuerdo como el chaval decía desde el suelo "nadie se para", estaba tirado con una mueca de impotencia y de rabia, rodeado de toda la mercancia que había volcado; y pasaron muchas personas sin que nadie hiciera amago de ayudarle. Pero la manifestación demostraría lo unidos y solidarios que somos.
LA MANIFESTACIÓN
Subía por la Castellana para unirme a una manifestación. Una de esas marchas multitudinarias donde el pueblo español habla y expresa sus sentimientos tan solidarios y esas cosas que comentan en los telediarios y los editoriales de los periodicos. La gente que avanzaba andando en mi misma dirección, aunque estuviéramos aún lejos del punto de reunión, seguramente iba a unirse a aquel evento.
En el camino nos cruzamos a un chico que llevaba un carro de esos de supermercado, era un repartidor a domicilio.
Un hombre serio y encorbatado, entrado en la cuarentena, casi tropieza con él. El chico, para esquivarlo, ladeó su carro que cayó al suelo junto con él. Aquel hombre tan solidario siguió su marcha sin mirarle siquiera. Yo, por timidez, también, he de confesar que no le ayudé, pero recuerdo como el chaval decía desde el suelo "nadie se para", estaba tirado con una mueca de impotencia y de rabia, rodeado de toda la mercancia que había volcado; y pasaron muchas personas sin que nadie hiciera amago de ayudarle. Pero la manifestación demostraría lo unidos y solidarios que somos.
-
Doctor Beaker
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- Ubicación: Vi luz y subí
El portador de la luz escribió: "Not merely titular, since by decree
Another now hath to himself engrossed
All power, and us eclipsed under the name
Of King Anointed; for whom all this haste
Of midnight march, and hurried meeting here,
This only to consult, how we may best,
With what may be devised of honours new,
Receive him coming to receive from us
Knee-tribute yet unpaid, prostration vile!
Too much to one! but double how endured
To one and to his image now proclaimed?
But what if better counsels might erect
Our minds, and teach us to cast off this yoke!
Will ye submit your necks, and choose to bend
The supple knee? Ye will not, if I trust
To know ye right, or if ye know yourselves
Natives and Sons of Heaven possessed before
By none, and, if not equal all yet free,
Equally free; for orders and degrees
Are not with liberty, but well consist.
Who can in reason, then, or right, assume
Monarchy over such as live by right
His equals; if in power and splendour less,
In freedom equal? or can introduce
Law and edict on us, who without law
Err not? much less for this to be our Lord,
And look for adoration to the abuse
Of those imperial titles which assert
Our being ordained to govern, not to serve!
Había una cita más sintética pero no me la acuerdo.
Nou de la Rambla. Dentro de lo que es el Raval, no es una muy mala calle. Pero tampoco es de las buenas. Y menos de noche.
A mano izquierda, dos mujeres degradadas por la edad, el alcohol y la mala vida. Gordas, feas, mal maquilladas, mal teñidas, mal vestidas. Forcejean, se tiran de los pelos, berrean en un idioma incomprensible a causa del alcohol y la rabia, de vez en cuando se entiende algún taco.
Alrededor, grupitos de gente variopinta mirando el lamentable espectáculo.
A unos metros, la policía local, cacheando a unos moros no sé a cuento de qué. Quizá porque iban con un coche demasiado caro. No hacen ni puto caso de las dos mujeres, si acaso alguna mirada despectiva de reojo.
Creo que una de ellas ha escupido a la otra.
Alrededor, grupitos de gente entre divertida y asqueada.
Nadie hace nada.
Yo tampoco. Paso de largo.
A mano izquierda, dos mujeres degradadas por la edad, el alcohol y la mala vida. Gordas, feas, mal maquilladas, mal teñidas, mal vestidas. Forcejean, se tiran de los pelos, berrean en un idioma incomprensible a causa del alcohol y la rabia, de vez en cuando se entiende algún taco.
Alrededor, grupitos de gente variopinta mirando el lamentable espectáculo.
A unos metros, la policía local, cacheando a unos moros no sé a cuento de qué. Quizá porque iban con un coche demasiado caro. No hacen ni puto caso de las dos mujeres, si acaso alguna mirada despectiva de reojo.
Creo que una de ellas ha escupido a la otra.
Alrededor, grupitos de gente entre divertida y asqueada.
Nadie hace nada.
Yo tampoco. Paso de largo.
Hacía tiempo que estaba tentado de abrir un post así, menos mal que al final lo hizo alguien con criterio antes.
5 de la tarde, el Sol cae con no demasiada fuerza aunque el ambiente esta espeso, es eso que que los ojos me hacen flama por levantarme de la siesta.
Un tipo jóven, no llega a la treintena, es un borracho del pueblo, en los pueblos las cosas son diferentes, la proximidad entre la gente y que todo el mundo sepa todo de todo el mundo hacen que un padre aborrezca a un hijo así sólo porque el es un tipo bien conocido y con buen estatus, no quiere que le relacionen con él, es algo imposible porque todo el mundo sabe que es su hijo.
El hijo, el borracho, parece un personaje salido de Mad Max, siempre lleva chupa de cuero y pantalones negros vaqueros, ahora que lo pienso, he visto otros borrachos igual vestidos, pero a ninguno le sienta la ropa como a él, es fuerte, muy fuerte y ademas es violento estando bebido o no, siempre ha sido un tipo temido, aunque el lo que qiere es que le respeten y ser uno mas.
Tiene el pelo completamente negro y lo lleva rapado militar por arriba y una coleta gitanesca por detras, con otras ropas parecería un GI JOE calé, pero tal y como le veo llegar apenas puede ni mantenerse en pie.
Unos chavales esta fumando porros en una plaza, la plaza esta amurallada y tiene una pequeña puerta por un costado, desde donde yo estoy sólo se puede ver una ventana abarrotada y se puede oir las risas de los chavales, que han visto pasar al piliki, así le llaman,
-Pilikiiii, veeeen que te voy a dar unas caladas.
-Yo no tomo droga- consigue decir con la voz pastosa.
-Veeen, veeen, que te voy a dar una cosa.
Se acerca y veo asomar la mano de uno de los chavales que le da una sonora ostieja que desata las risas de los chavales, si no hubiera un muro de por medio, ya habrían salido corriendo, aun estando borracho el tipo podría mandarlos a dormir de un sólo golpe.
Piliki que aun cree ser un hombre nota como le sube la sangre a la cabeza y empieza a chillar por toda la calle, si pudiera pensar bien, simplemente entraría en la plaza y montaría una escabechina, pero solo acierta a mover el brazo compulsivamente a traves de la reja, lo que causa mas hilaridad en los porreros.
-Anda Piliki, ven, que ha sido una broma
-Eso no son bromas! a mi hay que tenerme un rehpeto.
-Sí, ven, que mi amigo te quiere pedir perdón
En su atrofiada cabeza veía como su afrenta iba a ser limpiada, el es un hombre de honor, quizá en la edad media sería un heroe local, pero hoy no es mas que un pelele. Piliki se acerca y le meten otro bofeton en todo el rostro, se pone como un toro ¡engañado y ahostiado! ¡¡cómo es posible!! el demonio se lo lleva, no para de chillar y andar el muro de un lado a otro compulsivamente.
-!!Salid de ahi y dad la cara!!
Esta tan ciego que nisiquiera se le ocurre que puede entrar tranquilamente por la puerta, sus gritos son tan grandes que ahogan incluso las risas nerviosas de sus villanos, hae aspavientos, intenta pegarles a traves de los barrotes hasta que se cansa, entonces le engañan otra vez y otra y otra y otra, le han podido dar unas diez o doce ostias, en un momento de lucidez se da cuenta que es imbécil, que le estan humillando y si puede darse cuenta de eso, es que necesita mas alcohol.
Estalla en lágrimas por su impotencia, se echa a llorar y cambia de acera, viene hacia mi, me aterraría tener que cruzar una sóla palabra con ese tipo estando normal, y despues de lo que le han hecho los chavales, aún mas, pero por suerte va hacia el tendero de la esquina, es uno de los pocos hombres a los que respeta y nunca se pone violento con el, es mas, se vuelve muy dócil y parece un niño, entre lágrimas le cuenta que los niños de enfrente le han engañado y le han pegado y el tendero le abre un cartón de Don Simon y le sienta en el bordillo de la acera.
Los chavales le llaman, pero el ya no hace caso, ahora tiene su cartón de vino y no le importa nada, a los tres tragos se queda dormido encima de la acera y vemos como se mea encima, el tendero y yo cruzamos miradas con desapruebo y cada uno vuelve a su negocio.
5 de la tarde, el Sol cae con no demasiada fuerza aunque el ambiente esta espeso, es eso que que los ojos me hacen flama por levantarme de la siesta.
Un tipo jóven, no llega a la treintena, es un borracho del pueblo, en los pueblos las cosas son diferentes, la proximidad entre la gente y que todo el mundo sepa todo de todo el mundo hacen que un padre aborrezca a un hijo así sólo porque el es un tipo bien conocido y con buen estatus, no quiere que le relacionen con él, es algo imposible porque todo el mundo sabe que es su hijo.
El hijo, el borracho, parece un personaje salido de Mad Max, siempre lleva chupa de cuero y pantalones negros vaqueros, ahora que lo pienso, he visto otros borrachos igual vestidos, pero a ninguno le sienta la ropa como a él, es fuerte, muy fuerte y ademas es violento estando bebido o no, siempre ha sido un tipo temido, aunque el lo que qiere es que le respeten y ser uno mas.
Tiene el pelo completamente negro y lo lleva rapado militar por arriba y una coleta gitanesca por detras, con otras ropas parecería un GI JOE calé, pero tal y como le veo llegar apenas puede ni mantenerse en pie.
Unos chavales esta fumando porros en una plaza, la plaza esta amurallada y tiene una pequeña puerta por un costado, desde donde yo estoy sólo se puede ver una ventana abarrotada y se puede oir las risas de los chavales, que han visto pasar al piliki, así le llaman,
-Pilikiiii, veeeen que te voy a dar unas caladas.
-Yo no tomo droga- consigue decir con la voz pastosa.
-Veeen, veeen, que te voy a dar una cosa.
Se acerca y veo asomar la mano de uno de los chavales que le da una sonora ostieja que desata las risas de los chavales, si no hubiera un muro de por medio, ya habrían salido corriendo, aun estando borracho el tipo podría mandarlos a dormir de un sólo golpe.
Piliki que aun cree ser un hombre nota como le sube la sangre a la cabeza y empieza a chillar por toda la calle, si pudiera pensar bien, simplemente entraría en la plaza y montaría una escabechina, pero solo acierta a mover el brazo compulsivamente a traves de la reja, lo que causa mas hilaridad en los porreros.
-Anda Piliki, ven, que ha sido una broma
-Eso no son bromas! a mi hay que tenerme un rehpeto.
-Sí, ven, que mi amigo te quiere pedir perdón
En su atrofiada cabeza veía como su afrenta iba a ser limpiada, el es un hombre de honor, quizá en la edad media sería un heroe local, pero hoy no es mas que un pelele. Piliki se acerca y le meten otro bofeton en todo el rostro, se pone como un toro ¡engañado y ahostiado! ¡¡cómo es posible!! el demonio se lo lleva, no para de chillar y andar el muro de un lado a otro compulsivamente.
-!!Salid de ahi y dad la cara!!
Esta tan ciego que nisiquiera se le ocurre que puede entrar tranquilamente por la puerta, sus gritos son tan grandes que ahogan incluso las risas nerviosas de sus villanos, hae aspavientos, intenta pegarles a traves de los barrotes hasta que se cansa, entonces le engañan otra vez y otra y otra y otra, le han podido dar unas diez o doce ostias, en un momento de lucidez se da cuenta que es imbécil, que le estan humillando y si puede darse cuenta de eso, es que necesita mas alcohol.
Estalla en lágrimas por su impotencia, se echa a llorar y cambia de acera, viene hacia mi, me aterraría tener que cruzar una sóla palabra con ese tipo estando normal, y despues de lo que le han hecho los chavales, aún mas, pero por suerte va hacia el tendero de la esquina, es uno de los pocos hombres a los que respeta y nunca se pone violento con el, es mas, se vuelve muy dócil y parece un niño, entre lágrimas le cuenta que los niños de enfrente le han engañado y le han pegado y el tendero le abre un cartón de Don Simon y le sienta en el bordillo de la acera.
Los chavales le llaman, pero el ya no hace caso, ahora tiene su cartón de vino y no le importa nada, a los tres tragos se queda dormido encima de la acera y vemos como se mea encima, el tendero y yo cruzamos miradas con desapruebo y cada uno vuelve a su negocio.
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_KraD_
- Bomba Sexual del pHoro<br><b>Ñrgggg</b>
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- Registrado: 01 Sep 2003 13:06
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Os juro que yo vivo en una realidad paralela y soy simple y tontuno.
A mi me hacen ilusión las cosas sencillas y tremendamente estúpidas:
Cerca de la estación de Barcelona Sants, hay un bar perdido entre callejulas donde la cerveza cuesta poco, los camareros no entienden el spañol y menos el catalan y un vagabundo parece vivir ahí en un continuo estado de ebriedad. Este mismo vagabundo es el que cierra el portón del bar a las tantas, me han dicho.
Se ve que es para lo único para lo que coordina.
Bueno y para dar vueltas bailando por el bar y darle coba a Krad que apoyado en la barra y con el conocimiento previo de que no quedaban más Voll dams pero sí Estrella dam comenta a la camarera.
-Quiero una estrella.
A lo que el vagabundo interfiere:
-Va a ser un poco dificil ¿tu sabes a que altura estan?
-¿Y tu sabes cuanto puedo saltar?
-Ah pues no. (Y volvio a danzar por el bar)
Os lo dije, vivo en mi mundo, soy como un niño.
}:-D
A mi me hacen ilusión las cosas sencillas y tremendamente estúpidas:
Cerca de la estación de Barcelona Sants, hay un bar perdido entre callejulas donde la cerveza cuesta poco, los camareros no entienden el spañol y menos el catalan y un vagabundo parece vivir ahí en un continuo estado de ebriedad. Este mismo vagabundo es el que cierra el portón del bar a las tantas, me han dicho.
Se ve que es para lo único para lo que coordina.
Bueno y para dar vueltas bailando por el bar y darle coba a Krad que apoyado en la barra y con el conocimiento previo de que no quedaban más Voll dams pero sí Estrella dam comenta a la camarera.
-Quiero una estrella.
A lo que el vagabundo interfiere:
-Va a ser un poco dificil ¿tu sabes a que altura estan?
-¿Y tu sabes cuanto puedo saltar?
-Ah pues no. (Y volvio a danzar por el bar)
Os lo dije, vivo en mi mundo, soy como un niño.
}:-D
Doblo la esquina y tengo que esquivar a dos policías que hablan distraídamente con un hombre de mirar algo alcoholizado. Sus razones parecen girar en torno al consolador de goma rosa que saca de un bolso y menea en la mano.
Llevo puestos los cascos, así que no capto la conversación.
Unos pasos más allá me doy la vuelta: efectivamente, sigue dándoles explicaciones.
Vuelvo a darme la vuelta: efectivamente, es un consolador rosa.
Llevo puestos los cascos, así que no capto la conversación.
Unos pasos más allá me doy la vuelta: efectivamente, sigue dándoles explicaciones.
Vuelvo a darme la vuelta: efectivamente, es un consolador rosa.
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Stewie
- Ulema
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- Registrado: 30 Jul 2004 15:51
- Ubicación: Arrabales de la intelectualidad
21:15 un viernes en un tren de Cercanías, de lo de dos pisos.
Voy en el de arriba. A pocos metros de mí, un oficinista de unos 50 años, detrás una mujer, probablemente polaca o rumana, tres personas en total. El tren para en una estación, el ruido y la música dejan oír los gritos de una chica latina "¡Dejame salir, quiero irme! ¡Ah!" mucho ruido de pasos, golpes y la voz no sé si de un chico o varios.
El oficinista y yo intercambiamos miradas de preocupación y los gritos siguen. Amaga levantarse, yo me levanto, paso a su lado y le digo "vamos los dos, si quiere".
Espero encontrarme una violación multíple, 4 o 5 Latin Kings hermosotes, entonados y con navajitas. No sé que me perspectiva me gusta menos: llevarme un paliza directamente o aguantar el espectáculo y luego no se sabe qué.
Cuando estamos bajando a la entreplanta vemos salir corriendo por la puerta a la chica y detrás a un chico, en el andén no parece que les pase nada. El oficinista y yo nos miramos extrañados, el tren se pone en marcha mientras dos chicos charlan en la puerta.
Pregunto:
-Ehh... perdona, ¿Ha pasado algo aquí abajo?
-Uhmmm... no, nada, unos chicos que no podían salir por la otra puerta y venían corriendo, casi no consiguen salir.
-¿Pero la chica estaba llorando, no?
-Creo que se estaba riendo, han salido por los pelos.
El oficinista y yo nos miramos con cierto bochorno, pero muy aliviados.
Voy en el de arriba. A pocos metros de mí, un oficinista de unos 50 años, detrás una mujer, probablemente polaca o rumana, tres personas en total. El tren para en una estación, el ruido y la música dejan oír los gritos de una chica latina "¡Dejame salir, quiero irme! ¡Ah!" mucho ruido de pasos, golpes y la voz no sé si de un chico o varios.
El oficinista y yo intercambiamos miradas de preocupación y los gritos siguen. Amaga levantarse, yo me levanto, paso a su lado y le digo "vamos los dos, si quiere".
Espero encontrarme una violación multíple, 4 o 5 Latin Kings hermosotes, entonados y con navajitas. No sé que me perspectiva me gusta menos: llevarme un paliza directamente o aguantar el espectáculo y luego no se sabe qué.
Cuando estamos bajando a la entreplanta vemos salir corriendo por la puerta a la chica y detrás a un chico, en el andén no parece que les pase nada. El oficinista y yo nos miramos extrañados, el tren se pone en marcha mientras dos chicos charlan en la puerta.
Pregunto:
-Ehh... perdona, ¿Ha pasado algo aquí abajo?
-Uhmmm... no, nada, unos chicos que no podían salir por la otra puerta y venían corriendo, casi no consiguen salir.
-¿Pero la chica estaba llorando, no?
-Creo que se estaba riendo, han salido por los pelos.
El oficinista y yo nos miramos con cierto bochorno, pero muy aliviados.
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Dolordebarriga
- Companys con diarrea
- Mensajes: 17160
- Registrado: 06 Nov 2002 20:38
- Ubicación: Ambigua
Es medio día de viernes y, tras almorzar, me paso por casa para lavarme los dientes y hacer tiempo antes de volver a la oficina para las dos últimas horas de trabajo de la semana. Las tardes de viernes, aunque disfrute con mi trabajo, me son bonitas, porque suponen el principio del fin de semana donde todo el tiempo es mío.
Navego distraídamente, así como sin ganas, leyendo en diagonal algunos post nuevos. Dentro del hilo "vergüenza ajena" me encuentro un link de Put hero y, aunque soy poco de seguir caminos dorados en pos de magos de oz, por ser de Put Hero, un posteador con el que coincido en algunos gustos literarios, decido aventurarme.
A mi la gente que hace el ridículo me pone nervioso, me causa, como ya dice el hilo, vergüenza ajena. Odio los freakshows que me provocan verdadero asco. Pero en cambio, la gente patética me fascina hasta el punto de conmoverme en lo más hondo. La diferencia entre algo ridículo y algo patético es muy subjetiva y supongo que la línea que yo trazo entre uno y otra es diferente a la que marcaríais vosotros.
El clip musical de ese hombre feo de ojos tan tan tristes y voz tan horrible me hipnotiza delante de la pantalla del ordenador. Si llevara tres tragos encima seguro que me pondría a llorar a lágrima viva. Pocas veces he visto una escena real, presumo que el video es real y no una actuación para ser colgada, que personifique tan claramente la imagen del perdedor.
El video me parece de una belleza conmovedora. Me encantaría que alguna vez alguien fuera capaz de hacer eso para y por mí. Supongo que reaccionaría con horror y nausea, pero nunca con menosprecio. Alguien que es capaz de perder de esa manera se merece toda mi admiración.
Vuestro, retozando en los retazos de realidad;
Dolordebarriga
Navego distraídamente, así como sin ganas, leyendo en diagonal algunos post nuevos. Dentro del hilo "vergüenza ajena" me encuentro un link de Put hero y, aunque soy poco de seguir caminos dorados en pos de magos de oz, por ser de Put Hero, un posteador con el que coincido en algunos gustos literarios, decido aventurarme.
A mi la gente que hace el ridículo me pone nervioso, me causa, como ya dice el hilo, vergüenza ajena. Odio los freakshows que me provocan verdadero asco. Pero en cambio, la gente patética me fascina hasta el punto de conmoverme en lo más hondo. La diferencia entre algo ridículo y algo patético es muy subjetiva y supongo que la línea que yo trazo entre uno y otra es diferente a la que marcaríais vosotros.
El clip musical de ese hombre feo de ojos tan tan tristes y voz tan horrible me hipnotiza delante de la pantalla del ordenador. Si llevara tres tragos encima seguro que me pondría a llorar a lágrima viva. Pocas veces he visto una escena real, presumo que el video es real y no una actuación para ser colgada, que personifique tan claramente la imagen del perdedor.
El video me parece de una belleza conmovedora. Me encantaría que alguna vez alguien fuera capaz de hacer eso para y por mí. Supongo que reaccionaría con horror y nausea, pero nunca con menosprecio. Alguien que es capaz de perder de esa manera se merece toda mi admiración.
Vuestro, retozando en los retazos de realidad;
Dolordebarriga