Greatest hits
Publicado: 02 Sep 2007 09:57
- Vamos a hacerlo.
- No voy a hacer una mierda.
- Vamos a hacerlo.
Ya habían grabado por separado el bajo, la batería y el teclado. Todos habían tragado. Uno a uno se habían metido en aquella habitación y, a la señal de la gente tras el cristal, habían tocado. Entre aquellas cuatro paredes insonorizadas. En los comienzos, cuando él aun estaba vivo, habían tocado en habitaciones forradas de hueveras de cartón. Ahora lo que cubría las paredes eran piezas fabricadas por una empresa especializada.
Toda una evolución.
Hay que cagarse.
Todos habían tocado y estaban ya grabados en sus respectivos archivos digitales de audio. Sólo faltaba la guitarra.
Todos habían tragado.
Él también tragó.
Tocó. Hizo sonar la quitarra sobre el bajo, la batería y el teclado, todas aquellas piezas perfectamente ensambladas, acompañando a la voz de su amigo muerto susurrándole en los auriculares.
Sonaba perfecto.
Hay que cagarse.
Era una obra de arte.
Tocó, y cuando acabó lloró y golpeó la guitarra contra el suelo hasta que fue una maraña de plástico, madera y cuerdas. Pero aquello no era ningún arrebato destructivo punk. Aquello no era "grunge". No estaban sobre un escenario. Ya no. Ya nunca.
Tiró los auriculares contra la pared y, mientras se apartaba las lágrimas, señaló a la gente tras el cristal:
- Ni... se os ocurra... usar... eso.
Se largó de la habitación perfectamente insonorizada.
Todo había quedado grabado: la obra póstuma rematada por el llanto del amigo y una guitarra reventándose, astillándose, lanzando estertores de metal como en los mejores tiempos del rock. Era demasiado perfecto como para no usarlo en el Greatest Hits.
- No voy a hacer una mierda.
- Vamos a hacerlo.
Ya habían grabado por separado el bajo, la batería y el teclado. Todos habían tragado. Uno a uno se habían metido en aquella habitación y, a la señal de la gente tras el cristal, habían tocado. Entre aquellas cuatro paredes insonorizadas. En los comienzos, cuando él aun estaba vivo, habían tocado en habitaciones forradas de hueveras de cartón. Ahora lo que cubría las paredes eran piezas fabricadas por una empresa especializada.
Toda una evolución.
Hay que cagarse.
Todos habían tocado y estaban ya grabados en sus respectivos archivos digitales de audio. Sólo faltaba la guitarra.
Todos habían tragado.
Él también tragó.
Tocó. Hizo sonar la quitarra sobre el bajo, la batería y el teclado, todas aquellas piezas perfectamente ensambladas, acompañando a la voz de su amigo muerto susurrándole en los auriculares.
Sonaba perfecto.
Hay que cagarse.
Era una obra de arte.
Tocó, y cuando acabó lloró y golpeó la guitarra contra el suelo hasta que fue una maraña de plástico, madera y cuerdas. Pero aquello no era ningún arrebato destructivo punk. Aquello no era "grunge". No estaban sobre un escenario. Ya no. Ya nunca.
Tiró los auriculares contra la pared y, mientras se apartaba las lágrimas, señaló a la gente tras el cristal:
- Ni... se os ocurra... usar... eso.
Se largó de la habitación perfectamente insonorizada.
Todo había quedado grabado: la obra póstuma rematada por el llanto del amigo y una guitarra reventándose, astillándose, lanzando estertores de metal como en los mejores tiempos del rock. Era demasiado perfecto como para no usarlo en el Greatest Hits.