Re: Abuelita
Publicado: 29 Oct 2007 23:14
¿Esta historia es autobiográfica? Mi abuela está en una situación parecida, y lo digo por saber a que atenerme...
The last samurai escribió:No me jodas tío, no es forma de terminar un relato, por muy plañidero que sea. El final auténtico no os lo pongo porque me da bastante vergüenza xD.
Salió de la cabaña para ir a buscar agua del pozo. Cogió el cubo de madera y alzó la vista. Un manto de nubes cubría el cielo. Nubes negras, gruesas como la lana que abriga las ovejas.
"Se avecina la tormenta", dijo para sí, con la mirada perdida. "Llegará empapado, de arriba abajo. Abrirá la puerta y entrará gritando: ¿Dónde está la chica más guapa del valle? Y me besará con cuidado para no mojarme. Será mejor que le prepare una muda de ropa para que pueda cambiarse lo antes posible".
Caminó hacia la puerta trasera de la cabaña y recogió las prendas, ya secas, que se mecían por el frío y húmedo viento que se había levantado.
"Encenderé un buen fuego y arrimaré las zapatillas. Así tardará menos en entrar en calor cuando se las ponga". Recogió varios leños gruesos y los amontonó al lado de la chimenea.
"Podría, también, prepararle un buen caldo de apio. Le encanta. Da gusto verle comer con la misma ansia con la que un niño devora un dulce". Y salió de la casa, en dirección al pequeño huerto que tenían, y recogió zanahorias, patatas y apio. Y de vuelta a la cabaña, pensó que se pondría el perfume que le regaló hace ya tanto tiempo y del que conservaba el frasco aún casi lleno. Dejó todo encima de la mesa. Al poco, un golpe de viento y estruendo en el cielo anunció el inicio de la tormenta.
Abrió la puerta y le pareció que hacía más frío dentro de la casa que fuera, en medio de la tormenta. Entró despacio, cansado. Fue dejando un rastro de agua en al penumbra, allí por donde pisaba. Dejó el abrigo empapado encima de una silla. En la mesa había amontonada una pila de ropa húmeda junto a unas verduras todavía por lavar. No había lumbre en la chimenea. Un trozo de pan y el queso que le había servido de almuerzo es todo lo que tenía a la vista para cenar. Se quitó las botas mojadas y cogió las zapatillas de debajo de la ventana. Estaban heladas. Se acercó a la habitación y echó un vistazo. Estaba allí, tumbada, tapada por una gruesa manta. Escucho que estaba llorando con sollozos ahogados.
Pensó en acercarse, besarla como si nada ocurriera, y pasar el resto de la noche durmiendo abrazados, mirándose, como lo habían hecho antes hace tanto tiempo...
PERO LA BOMBA NUCLEAR LOS MATÓ A AMBOS, mas no antes de que ella lograse musitar: «Joder, si llego a saber que te ibas a poner así, te hago el caldo de apio.»
Perro De Lobo escribió:Aquella enfermedad no pudo con ella. Los hijos se abrazaron, emocionados, fundidos en un solo ser, con sus corazones latiendo como uno sólo.
Criadillas escribió:Al leer esto he sabido de manera completamente inequívoca que el final de la historia iba a ser de coña.