Pues ha vuelto el horror y con ganas. Igual cada vez tiene menos sentido que este hilo esté en Cocina porque cada vez tiene menos de cocinar y más de cóctel a base de gas lacrimógeno, laxante para caballos y desguace de coches y gacelas. Este año, creo yo que respondiendo a las críticas que llevan años sucediéndose y no acabar cada noche a las unas y medias de la madrugada han decidido dividir el programa en dos semanales, lunes y martes (suputamadre) lo que permite reducir la duración de cada uno de ellos y acabar, como ayer, a las unas y cuartos de la madrugada (suputamadre 2). Primer clavo. Si ya me jodía tener que hipotecar durante tres meses una noche de mi semana con esta heroína de ascopena, pensar en que tienen que ser dos se me hace una bola espantosa. Por lo demás, todo sigue igual, el mismo humor rancio cuñadísimo, la misma apología al neoliberalismo feroz, las mismas lamidas de glande a la iglesia católica y los mismos tres imbéciles creyéndose dioses.
La fase de cásting es, de lejos, lo más tedioso y repetitivo de toda esta movida. Un montaje de cinco minutos con colas, cocineros ilusionados y catas random para pasar inmediatamente al concurso, ya se haría largo pero sería suficiente para sacar exactamente las mismas conclusiones que se demoran dos horas, pero hay que hacer hueco para poder vender el juego de cucharas para kiwis de masterchefs. Pasaron por allí todos los homeless de madrid, el top 20 de los All Stars del proyecto hombre de la última década, diez toneladas de base de maquillaje y unos yayos desorientados de su geriátrico de confianza, todos ellos acompañados de centésimas de segundo de Carlos Maldonado y el cocinero calvo que se parece a Dobby de Harry Potter en calidad de colección de pins. Proliferación, este año, de personas en sillas de ruedas, acondroplásticos y cojos víctimas de parálisis parciales dispuestos a demostrarle a España y al mundo que se puede llevar una vida completamente normal con todas o algunas de esas trabas. No cogieron a ninguno de ellos porque el plató está lleno de escaleras y a ver cómo se va a subir esta peña al camión del Corte Inglés a por las cestas de puerros. Q.E.D.
Dispuestos a demostrar un año más que aquí lo de menos es la cocina, en la fase final de los castings hicieron hacer de todo a costa de la escasa dignidad de estos pobres diablos: Cantar, bailar, destriparse las miserias y despedazar pollos antropomórficos es lo habitual, pero ayer tenían ganas de humillar aún más al personal y a una la pusieron a montar un mueble de Ikea, a otra a hacer una demostración de cómo vende bragas en su mercería y una tercera que ya sabe de qué va el rollo se ofreció inmediatamente a hacer una de las cosas más vejantes que puede hacer una persona en su vida y se tiró al suelo a hacer un par de burpees puto crosfid, has putrefactado a la humanidad.
Había por ahí la gente loca de siempre ansiosa por que llegue diciembre para ir al sorteo de la lotería de navidad disfrazada de trompeta gigante o de t-rex. Había, por ejemplo, una emo otaku con su mochila de peluche que le da suerte y se parece a ella, una frikaza que decía que padecía de ansiedad climática por todas las cosas malas que le han pasado a la naturaleza, una ripollenca adorable que se declaraba amante del suelo pélvico y un motero vikingo con una cruz gamada tatuada en el codo que trabajaba en una fundición (ojalá gay, "paaaassoooo que voy que aaaardooo"). Mención de honor para Miss España 2017 o 2018 que no se acordaba en qué año lo había ganado.
Todos ellos descartados. Vamos con el catálogo de supervivientes a la primera criba. Me dejo algunos porque no me acuerdo de ellos así que, hasta que no demuestren su valor, serán masillas.
Cupo social:
- Masilla número 1. Una liviana anodina y sin nombre.
- Picueto, Un gay que dice Picueto cada tres segundos (cada vez que diga picueto, trago).
- Plumas. Otro gay, influencer, insoportablemente irritante al que todo le parece horrible, pesado y que no quiere estropearse las uñas.
- Chico trans (o simplemente chico, supongo que es lo correcto) 1. Anodino.
- Chico trans (o simplemente chico, supongo que es lo correcto) 2. Este me cayó medio bien, escurridizo, nervioso, bastote, bastante tontorrón...
- El guiri 1. Cliché de brasileño, vampiro energético irritante de sonrisa permanente, pasado truculento e incapaz de dejar de dejar de bailar.
- La guiri 2. Una texana para facilitar el gag semanal del inglés de Pepe.
- El guiri 3. - UN PUTO CURA. UN JODIDO CURA. Me cago en mi puta estampa, UN PUTO CURA. Y encima Venezolano (aahhh the old good racism). Plastisísimo, pesadísimo, incapaz de decir una sola frase en la que no aparezca el contexto religioso, moralinas a tutiplén, si le sale algo bien, no hay nada que no se pueda conseguir con la phé, si le sale mal (de momento no ha pasado pero lo auguro), Dios no ha querido que lo hiciese mejor porque Dios tiene un plan para todos nosotros. Media hora semanal de misa escondida entre los macarrones para que nos la traguemos mejor incrustada vía ocular por el ente público, la madre que me parió.
Fuera del cupo social:
- Masilla número 2: Una jueza que lleva una harley que utiliza por sistema el diminutivo para cualquier sustantivo y, si le cabe, adjetivo que pueda: "he hecho unas patatitas con una salsita, con sus gambitas y sus almejitas...". Anodina de momento.
- Andorrana. Villana nº 1: Una andorrana pijísima y venenosa que obligó a estirones sin disimular a su marido a que la cogiera del hombro cuando iban a dar el veredicto porque qué van a pensar las vecinas. Llama Shitakers a las Shitake.
- Andorrano. Un andorrano pijisimo y rijosísimo aficionado a las pistolas.
- Dejota. Villano nº 2: Un dejota ultraagresivo que en dos minutos ya se encaró a Jordi dos veces y le recompensaron diciéndole "aguantas bien la presión, estás dentro" como si le fueran a permitir ser así de respondón una vez dentro y como si no fuera evidentísimo que este señor iba a ser fuente inagotable de conflictos y tensiones (como ya se demostró en cuanto empezó el programa propiamente dicho) y probablemente acabe desencadenando algún episodio desagradable de violencia. Segundo clavo.
- Masilla número 3. Un señor bastante guapo que tiene dos hijas guapísimas y su mujer (guapísima) embarazada de una tercera (habrá que ver la ecografía). Qué genética familiar tan de revista de Carrefour (símil con copyright de Habitual). Por lo demás, anodino de manual.
- Un taxista al que le faltan dos papas pal kilo, de nivel cerebral bajísimo, si le subes los graves a la tele le puedes escuchar pensar para soltar la más sosa de las ensaladillas de pazguatadas y obviedades. Toda su conversación y su universo se concentra en el mundo del taxi, el taxi es una recreación en miniatura del universo, la medida de todas sus cosas.
- Una kinki crossfitera más basta que un bocata de torreznos que promete grandes momentos de estupor borderline.
- Masilla número 4. Abogada panocha anodina.
- Masilla número 5. Chica anodina regente de una mercería (a la que pusieron a vender bragas) con piñata tirabuzónica. Han empezado sus tensiones con el dejota ultraagresivo que llegó a insinuar que ella era más animal que humana. Lo del dejota se les va a ir de las manos muy rápido.
- Mi tía Maricarmen. Fans enciclopédica del programa con unos conocimientos precisos de todas y cada una de las ediciones en sus diversos formatos que está ahí como Charlie en la fábrica de chocolate emocionándose de las cosas más chorras como el reloj que va al revés. Le da a todo este asunto una capa meta que me parece bastante guay, la verdad. Y se parece muchísimo a mi tía Maricarmen, tanto físicamente como a nivel emocional. Espero que mi tía Maricarmen no se registre nunca en este phoro, pobrecilla.
- Masilla número 6. Un ex-anoréxico. Muchas lágrimas.
- Un paleto manchego de boina y gallina. De ESA clase de gente que aprovecha la mínima oportunidad para aclarar su origen (manchego, en este caso) y que se llevará inmediatamente bien con cualquiera que lo comparta ("Es que cómo semos los manchegos, ehhhh?").
- Masilla número 7. Un tipo que se pasa siete horas al día maquillándose y lleva dos kilos de rimel. A riesgo de parecer homofóbico diré que su novia no folla mucho en casa.
- Un señor que se dedica a aconsejar a la peña a dar sus primeros pasos cuando van a abrir un restaurante nuevo. Dice que un día abrió un restaurante. No le fue bien. Este señor es rarísimo, tiene cuerpo contrahecho, maneras de enterrador y los dientes quintidimensionales más horribles que haya visto yo en mi vida. Completa éste trilogía dental junto a la mercera tirabuzónica y las fundas faro de Alejandría que se ha martilleado Jordi Crus en la boca.
Termina la movida con la primera prueba de eliminación de la noche (la segunda será esta noche) en la que Samantha va vestida de presidiaria
y invitan, cómo no, a uno de sus muppets random de su colección de muppets, en este caso la subnormal profunda de la Falcó que se ilusiona muchísimo de tener un cura ahí porque le da pie a hablar muchísimo de Dios y de lo muchísimo que quiere a su novio al que odiaba hace cuatro días. Aquí ya se empiezan a intuir movidotes de los gordos por parte del Dejota.
Mi conclusión. Este formato muere en esta edición. Está herido de muerte a base de las repetidas movidas de estos dos últimos años, Verónica Forqué les hizo mucho daño (clavo 3), Patricia Conde (grande entre las grandes y clavo 4), les dio donde más les dolía, en un orgullo a mi entender inmerecido. El fiasco de MC Navidad de este año y el pretender que nos traguemos esta mierda durante dos días por semana van a hacer aún más estragos y, tarde o temprano, Dejota va a cruzar líneas que no deberían cruzarse con consecuencias funestas para audiencias y anunciantes. Y habremos sido, entonces, testigos del auge y la caída de este programa de mierda. Larga vida a Masterchefs.