Mi niño se llama amparo, ¿y el tuyo?.

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[url=http://cordoba.abc.es/cordoba/pg040630/prensa/noticias/Cordoba/Cordoba/200406/30/COR-COR-019.asp]Un niño llamado Amparo
POR P. GARCÍA-BAQUERO. CÓRDOBA[/url]

Yo te bautizo en el nombre de... ¿Aylen? ¿Es niño o niña? Yonatan o Jonathan... ¿Caín o Judas? ¿Helena con hache? Éstos son algunos de los casos verídicos que plagan a diario los cajones de los juzgados de paz de la provincia, crispando los nervios de secretarios y jueces que deben dar el visto bueno a la inscripción de un bebé, 24 horas después del corte del cordón umbilical. Un libro escrito por el juez decano de la Audiencia Provincial de Córdoba, Félix Degayón, recopila uno a uno estos registros que en su momento fueron o no aceptados, junto a su razonamiento, para que sirva de pauta a los juzgados de paz de Córdoba y Jaén.

Para los amantes de la pintura, alguno de ellos quiso poner a su hijo «Dalí», a lo que a la hora de inscribirlo en el Registro Civil en cuestión, se negaron. La razón: «Induce a confusión, ya que hasta el momento, sólo era conocido como apellido».

Algo similar ocurre con el caso de «Goya», un apellido famoso y difundido de modo que su utilización como nombre propio, según los juristas, «haría confusa la identificación de la persona». En cambio, la balanza de la justicia se decantó por aceptar nombres como «Lee» que recuerdan a una conocida marca de vaqueros, o «Brisa», que también evoca un desodorante fresco.

Puede darse el caso, como recoge este libro «Actuación de los juzgados de paz en materia de Registro Civil», de aquellos nombres que designen inequívocamente el sexo opuesto al del nacido. Con manga ancha, en el registro civil ya se han admitido algunos como Alix, «nombre de fantasía que no designa inequívocamente el sexo masculino» o «Amor», tanto para hombre como para mujer. Entre los casos más llamativos está el de «Amparo», un nombre que se le puede aplicar a un niño, aunque esté más extendido entre la población femenina, como ocurre a «Azul».

Si hay dudas, el Registro lo tiene claro: el que imprime carácter es el primer nombre, por lo que en caso de los compuestos, una recién nacida podría ser bautizada como «Concepción-carlos», sin más problema que la sorna que puedan provocar a la hora de pasar la lista en el colegio. Algo que se da en el nombre de «Trinidad Adrián». Precisamente, la primera parte de este vocablo, Trinidad, fue retomado tras su cambio de sexo por un transexual que ya lo usaba habitualmente, precisamente por ser uno de los pocos que en castellano conviene a ambos sexos.

Algunos van más allá de la fantasía y piden que sus retoños sean inscritos con nombres tan artísticos como «Milagros del Cariño». Milagro, habrán pensado muchos, será que nadie en su vida se burle del apellido o piense que es un nombre de cartel de feria.

Siendo aún más rebuscados, un 7 de junio del año 2000 el progenitor pidió ex profeso que inscribiera a su hija como «Unión a Cristo», un hecho que recuerda a algunos nombres del Islam.Cuando la cosa ya se ha puesto dura e intransigente ha sido con casos tan flagrantes como «Adrián» para mujer, «Alba», «Celeste», «Elia» o «Varón» para varones. Por ahí si que no pasaron.

Además, el manual advierte que no se le puede poner el nombre de un hermano a otro salvo que hubiera fallecido, aunque en caso de que fueran compuestos, se puede usar «Juan Pedro», «Juan Manuel» y «Juan Lucas», para los tres. Y por si estos problemas a los que se enfrentan diariamente en sus despachos secretarios y jueces, fueran pocos, con la llegada de los inmigrantes surgen nuevas dudas. ¿Pueden mantener su nombre de origen? Y aún siguen siendo nombres prohibidos, a imposición de la historia, el de Caín o Judas, los traidores.