pH, más que hamor, frensi.

Lo que me faltaba, que tú precisamente pongas pegas a mis uñas TÚ

Venga, por favor. Vas a decir tú algo de mis uñas horteras con la punta de brilli brilli tras mudanzas y limpiezas que a ti te quería yo ver las manos que encima te olerán a queso.



¿Que mis uñas están mal pintadas?

No se te ocurra decir ni mu de mis uñas, Administradormú. Ni muuuu

¿Será posible ya?

Bombay Bicycle Club, por si a alguien se les escapa, son claramente una de las bandas inglesas más talentosas de lo que llevamos de milenio. No se prodigan en hitazos, aunque alguno tienen, pero absolutamente todos sus discos contienen unas producciones mimadas, unos arreglos colmados de buen gusto, y en general una calidad a prueba de bombas eurovisivas, ademas de varias canciones rematadamente buenas.

Jamás liderarán un top 10, pero ni falta que les hace.

Llevo unos días con esta canción incrustada en el cerebro. La descubrí cuando salió (2011), pero llevaba mucho tiempo sin recordarla. Y el otro día, repasando listas anuales que me hago en Spotify, la recuperé.
Y qué gustazo da cuando te reencuentras con una canción que significó mucho en su día, pero que por cosas de la vida, terminas olvidando (puto mundo de estimulación sensorial frenética y continua en el que vivimos).

Esta canción no me recuerda a criptas, pero sí que tiene un halo ominoso (habla de una no-relación o una ruptura) amplificado por ese teclado fantasmal y esa voz etérea.

La parte instrumental es una gozada, en mi opinión.
Muy de épocas de quedarse en casa por frío, de noche, con una luz tenue al lado del monitor del ordenador.
A veces estar solo y recrearse en eso viene de lujo.