El grifo de la bañera vomitaba agua caliente desde hacía varios minutos y su sonido se mezcló con el del chorro de agua fría del lavabo al terminar, Ana, de lavarse los dientes. Se miraba desnuda delante del espejo, sus pechos caidos, su cintura aun estrecha y sus caderas con las venas visibles a través de su piel algo pálida. Se apartó el pelo del hombro derecho y miró la cicatriz de aquella vacuna que le pusieron cuando era pequeña, llevaba ahí más de treinta años y ahí seguiría hasta el fin de sus días.
Caminó descalza sobre las baldosa del cuarto de baño hasta la bañera y metió la mano hasta la muñeca para comprobar la temperatura del agua, el grifo seguía siseando con furia hasta que tuvo que callarse al girar ella la llave del agua caliente. Ana salió del baño y fue a su dormitorio, cogió aquel cuaderno que le había servido para anotar todas aquellas cosas que a otros se les perdían nada más encontrarlas, también cogió un lapiz y volvió al baño caminando descalza como siempre le gustaba hacer en casa. Lo dejó en la banqueta con el resto de las cosas y volvió a mirarse en el espejo. Le gustaban sus labios agrietados y su nariz recta pero las arrugas que se habían formado alrededor de los ojos le daban asco, igual que el trabajo nocturno en aquella cafetería durante tantos años que había sido su causante. Sacudió la cabeza de un lado a otro ligeramente como negándo esa imagen y miró la bañera.
Después de meterse entera, salvo sus manos en esta ocasión, volvió a abrir la llave del agua caliente y cogió el cuaderno y el lapiz. Lo último que había escrito era "esa carroza que atraviesa el bosque volvió a aparecer hace dos noches en mis sueños". No sabía cómo continuar aquello, era trabajo de su subconsciente así que pasó unos minutos leyendo notas antiguas, con algunas sonreía y con otras no, algunas las recordaba y otras ya las había olvidado. Así hasta que se cansó y dejó el cuaderno en la banqueta, pudiendo entonces sumergir sus manos y notando también en ellas el efecto relajante de la humedad y el calor.
Al poco tiempo se incorporó y sus muñecas y pelo gotearon cuando se giró sobre si misma para alcanzar la navaja que le había regalado su padre cuando cumplió dieciocho años, tan afilada como siempre y tan inmaculada, nunca la había usado para cortar nada a pesar de que su padre quiso enseñarle a usarla para tallar en la madera como hacía él.
Ana volvió a tumbarse en la bañera, con la navaja en la mano y pensó que mucha gente quiere morir dormida, morir sin sentirlo, morir soñando o soñar muriendo pero en ningún caso sentir la muerte cerca. Quizá por su caracter ella no quería eso, igual que había vivido el resto de su vida, sintiendo las cosas fueran buenas o malas hasta lo más profundo de si misma, quería que la muerte la invadiera lentamente como la niebla de por las mañanas hasta notar lleno todo su cuerpo. Miró al techo y a la vieja estantería donde estaban todos los productos de higiene corporal y que muchas veces se preguntaba para qué compraba si ella no se maquillaba nunca, no se echaba colonia, ni fijador para el pelo, en lugar de gastarselos en otras cosas más útiles y que habría disfrutado más, sobretodo dado su sueldo algo precario. Volvió a mirar el techo y luego se miró a si misma, su cuerpo debajo del agua y la navaja. La abrió y levanto recto el brazo izquierdo. Con un gesto fuerte y algo rápido lo rajó desde la muñeca hasta el giro del codo, dos veces, y otras dos con el otro cuando la navaja ya goteaba sangre. Metió los brazos en el agua y vio cómo había cambiado algo de tono y ahora estaba más oscura.
Nunca en su vida había hecho algo que la hicera sentirse tan dueña de su vida.
Buenas Noches
- LunaOskura
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- Dolordebarriga
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Mi muy querida y díscola Luna:
No me seas mala con las nuevas. Cuando aparece una chica siempre meas para marcar territorio. Que pedazo perra estás hecha!!!.
Además, acaba de perder al ajedrez y se sentía triste. Los asociales somos así. Cualquier pequeña nimiedad puede provocar una hecatombe.
Tú, pedaleando ya ni se hacia donde;
Dolordebarriga.
PD: Lo del potorro ha estado gracioso. Te ganaste otro minipunto.
Además, acaba de perder al ajedrez y se sentía triste. Los asociales somos así. Cualquier pequeña nimiedad puede provocar una hecatombe.
Tú, pedaleando ya ni se hacia donde;
Dolordebarriga.
PD: Lo del potorro ha estado gracioso. Te ganaste otro minipunto.