Izquierda y derecha políticas, la utopía con pies de barro
Publicado: 01 May 2006 20:16
El iusnaturalismo ha de dotar de objetividad a la justicia y librarla tanto de las garras del relativismo y las falsas presunciones de las izquierdas al uso como de las generalizaciones y el oscuro economicismo voluntarista de las derechas hegemónicas.
Las izquierdas postulan mal e infieren bien; las derechas postulan bien e infieren mal. Véase:
1) Las unas parten de la igualdad material, una aspiración indeseable que persiguen a través del socialismo, una justicia, en consecuencia, pervertida "ab initio".
2) Las otras ansían la libertad individual, un noble designio que, según dicen, debe transitar por los cauces del liberalismo, que es la ausencia de justicia por la falaz identificación de ésta con aquélla; del fundamento, entonces, con los fines, igualmente negados en su confuso matrimonio.
Así pues, invariablemente, si el fundamento natural de toda política, de toda economía, es la libertad, su fin debe ser la justicia, donde aquélla se realiza sin perjuicio social. Las políticas carentes de fin o de fundamento, como el socialismo o el liberalismo, no podrán sobrevivir faltas de un Estado tiránico y, al cabo, fracasarán.
¿Cuál sería la panacea? Una ideología que postulara de manera no viciosa e infiriese de forma correcta; que se basara en la libertad o autonomía individual y tendiese a la justicia, esto es, a la igualdad real de oportunidades -como exige la libertad- mediante el Estado; al socorro recíproco -como pide la caridad- mediante la religión; y a la retribución según méritos -como demanda la equidad- mediante el derecho. Fraternidad, pues, que no es otra cosa que libertad en la justicia.
Esto es una mera declaración de principios. ¿Resulta utópica? ¿Se trata de valores contradictorios en un sistema de cooperación óptimo? No, bajo mi punto de vista.
El liberalismo es una ideología "ad hoc" para el matenimiento del "statu quo". Se preserva el interés del empresario actual a despecho del trabajador, que también podría disponer de los medios de producción en el futuro. Este cambio de papeles no se desea, y por ello no se promueve, toda vez que se razona según dos hipótesis decimonónicas, a saber: a) la escasez de bienes (malthusianismo), dado el número limitado de recursos y trabajadores frente al de propietarios, potencialmente ilimitado; y b) la autopromoción de los mejores (social-darwinismo), que asume que el que prospera lo hace esencialmente en virtud de sus solos méritos.
Frente a a) afirmo que la propiedad no es un derecho natural, ya que 1) no es necesaria para la supervivencia (bastan la posesión y el usufructo) y 2) requiere del consentimiento de otros (de los que la enajenan). Y que, a partir de ahí, los propietarios han de ser inexistentes o limitados.
Frente a b) sostengo que la inteligencia que caracteriza a los mejores es una cualidad social, la cual presupone una racionalidad múltiple participada por todos los que interactúan, que de ubicarse en un contexto donde la cooperación fuera imposible, ya que todo conflicto se resuelve a favor del más fuerte, quedaría destruida en sus cimientos. La libertad sin inteligencia sólo redunda en aumento del azar, que se opone a ambas.
http://justicia.bitacoras.com
Las izquierdas postulan mal e infieren bien; las derechas postulan bien e infieren mal. Véase:
1) Las unas parten de la igualdad material, una aspiración indeseable que persiguen a través del socialismo, una justicia, en consecuencia, pervertida "ab initio".
2) Las otras ansían la libertad individual, un noble designio que, según dicen, debe transitar por los cauces del liberalismo, que es la ausencia de justicia por la falaz identificación de ésta con aquélla; del fundamento, entonces, con los fines, igualmente negados en su confuso matrimonio.
Así pues, invariablemente, si el fundamento natural de toda política, de toda economía, es la libertad, su fin debe ser la justicia, donde aquélla se realiza sin perjuicio social. Las políticas carentes de fin o de fundamento, como el socialismo o el liberalismo, no podrán sobrevivir faltas de un Estado tiránico y, al cabo, fracasarán.
¿Cuál sería la panacea? Una ideología que postulara de manera no viciosa e infiriese de forma correcta; que se basara en la libertad o autonomía individual y tendiese a la justicia, esto es, a la igualdad real de oportunidades -como exige la libertad- mediante el Estado; al socorro recíproco -como pide la caridad- mediante la religión; y a la retribución según méritos -como demanda la equidad- mediante el derecho. Fraternidad, pues, que no es otra cosa que libertad en la justicia.
Esto es una mera declaración de principios. ¿Resulta utópica? ¿Se trata de valores contradictorios en un sistema de cooperación óptimo? No, bajo mi punto de vista.
El liberalismo es una ideología "ad hoc" para el matenimiento del "statu quo". Se preserva el interés del empresario actual a despecho del trabajador, que también podría disponer de los medios de producción en el futuro. Este cambio de papeles no se desea, y por ello no se promueve, toda vez que se razona según dos hipótesis decimonónicas, a saber: a) la escasez de bienes (malthusianismo), dado el número limitado de recursos y trabajadores frente al de propietarios, potencialmente ilimitado; y b) la autopromoción de los mejores (social-darwinismo), que asume que el que prospera lo hace esencialmente en virtud de sus solos méritos.
Frente a a) afirmo que la propiedad no es un derecho natural, ya que 1) no es necesaria para la supervivencia (bastan la posesión y el usufructo) y 2) requiere del consentimiento de otros (de los que la enajenan). Y que, a partir de ahí, los propietarios han de ser inexistentes o limitados.
Frente a b) sostengo que la inteligencia que caracteriza a los mejores es una cualidad social, la cual presupone una racionalidad múltiple participada por todos los que interactúan, que de ubicarse en un contexto donde la cooperación fuera imposible, ya que todo conflicto se resuelve a favor del más fuerte, quedaría destruida en sus cimientos. La libertad sin inteligencia sólo redunda en aumento del azar, que se opone a ambas.
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