Oruga escribió:También podríamos titularla "Sufflé de camionero negro".
Y reza así...
Un camionero negro conduce un camión todo negro. Circula por una carretera negra, sin rayas pintadas. De repente se cruza un gato negro. Si todas las luces del camión están rotas, no hay luz de luna, ni de estrellas, ni farolas, ¿cómo es posible que el camionero lo vea, frene y no lo atropelle?
El festival de respuestas gilipollas comienza...
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¡YA!
Es de día.
No hay luz de luna, ni estrellas, ni farolas. hay un sol que te cagas en medio del cielo, que se refleja en los bellos músculos aterciopelados del gato, creando iridiscentes abanicos de colores que parecen sus patas, como los del toro de la canción.
Y el camionero, pese a su jornada laboral completamente fuera de los márgenes considerados como legales, la pesadez de sus pestañas sobre sus cansados ojos y el cansancio acumulado mientras transporta mercancías peligrosas entre colegios, viejecitas que van a comprar el pan y demás, consigue ver al gato. Su pierna llena de llagas posicionales por no moverse del mismo sitio hora tras hora consigue ponerse encima del freno gastado activando un dudoso sistema de frenada que lleva tres inspecciones anuales de retraso, lo cual salva la vida del gato.
Horas más tarde, ese mismo camionero, habiendo gastado ya todas sus opciones de reacción de su cuerpo y de los instrumentos en salvar la mierda de vida del puto gato, se duerme en medio de un semáforo. Despierta justo a punto de poder frenar antes de atropellar a una fila de niños que, cogidos de a dos por las manos, cruzan la calle, convenientemente señalizado su paso por unos profesores que observan horrorizados la escena. Pero los frenos, que ya han sido forzados para la frenada del gato, fallan... y el camión arrolla de lleno la fila de niños, mientras un volantazo del aterrado conductor hace que enfile directamente la fila a lo largo, atrapando a todos los niños, aplastándolos uno detrás de otro, dejando tras de si un reguero de sangre, vísceras y cuerpos mutilados y amontonados., para estamparse contra la vidriera de una joyería, en la que el enorme pastel de carne, sangre, vísceras, sesos, muñones y miembros amputados queda cortado en pedazos por los vidrios, salpicando de sangre y órganos todo el interior de la tienda. Una de las dependientas grita horrorizada cuando una cabeza de niño arrancada del cuerpo chorreando sangre por el seccionado cuello y con la parte superior del cráneo abierta, y un ojo colgando de la mejilla, queda colgada a la altura de su cabeza... el ojo que todavía se encuentra en su órbita voltea alocado, demostrando que todavía existe consciencia, y se queda mirando fíjamente a la dependienta... mientras la boca esboza un conato de sonrisa...
La dependienta enloquece y sufre un shock, cae al suelo y empieza a tener convulsiones. El conductor del camión baja y vomita hasta la bilis sobre el pasztife de color anaranjado...
Mientras el gato ha cruzado la carretera y ha pillado un ratón, y le está devorando las patas traseras mientras el pobre ratón gime.
Si es que en el fondo, en todos lados hay sufrimiento.