De aquellos polvos vienen estos lodos: fango habemus.
Publicado: 10 Nov 2004 02:42
Al señorito mojakleenex de los trópicos:
No me deje yo mentir si he de decir que no me admira la pertinacia que muestras, no sé si encallecido por las duras batallas que de costumbre libras con tu bajo vientre, o envalentonado por la ceguera suicida de quien desconoce su propia enfermedad por obstinarse en no sentar prueba del tono de las heces suyas.
Y ya sabes lo que suele ocurrir: grande sea el alza que el enano calza, que enano sigue, y nada sin saltar alcanza, pues sigue siendo su desventura que aun haciendo alabanza de su fingida altura, queda corta su estatura y jamás dejará de ser enano objeto de burla y chanza.
Me río yo y son mis lágrimas río, que un mar de ríos se junta pues me río yo la mar sin poder dejar de llorar, de tus pobres ocurrencias.
¿Qué de nuevo has de sorpresa, qué artimaña novedosa, qué recurso milagroso ha de elevar tu prosa y tu verbo embellecer, que por una sola vez puedan tus febles puyas hacerme desfallecer? Pues, ¿te tienes como halcón de la palabra y Maciste del discurso, tú cuya testa los piojos labran, pues les falta que comer por carencia de recursos, y es tan grande tu corteza, mequetrefe, ruin cretino, que no hay nada en tu cabeza y los infortunados piojos han de hacer de campesinos por mor de lograr cosecha en tan seco territorio cuarteado y mortecino? Pues, ¿cómo han de cosechar para tener que comer luego, en aturdida cabeza que es cual páramo desierto en la que no ha de faltar abono pero sí ha de faltar el riego?
No flaquee tu memoria cuando la pura inconsciencia te lleve a conmigo compararte, pues no vióse en ninguna parte y no conoce la ciencia que semejante incapaz venga a medir su arte y me diga en mi propia faz “vengo yo a bien revolcarte”, ¡qué mosquito contumaz! ¿Buscas darme picotazo y que un golpe de mi brazo te dé para siempre paz? Pues no pocos insectillos he presentado al Señor, reposen siempre sus almas y en el cielo tengan Gloria, que siempre será mejor que venir a quebrar mi calma pues tan presto como vienen los envío yo a la Historia a que piquen a difuntos y que momias y esqueletos y mosquitos todos juntos en el limbo se diviertan.
No se olvide tu ignorancia que de indios desdentados y batallón de moscas no salió jamás contienda digna de mosaicos, pues tan toscas sus maneras y es su verbo tan prosaico que hasta pitufo polaco se cree entre ellos gigante, a falta de rival digno, cuales los hay en Levante.
Ahora aguardo en calentura y con tembleque de piernas lo que puedas responderme, no sea tu espada dura que soy yo de carnes tiernas y pronto iré yo a esconderme sin más que la boca abras, temeroso cuan estoy de que sobre mí te ciernas cual gigante y me fulminen tus palabras.
Y ahora, si me permites, prenda, como me comen los miedos buscaré buen escondite, no sea que de tus dedos nazca cual grande trueno la terrible reprimenda que de una vez y por siempre me baje del pedestal y haga de mí hombre humilde, modesto y bueno.
Bisitos.
No me deje yo mentir si he de decir que no me admira la pertinacia que muestras, no sé si encallecido por las duras batallas que de costumbre libras con tu bajo vientre, o envalentonado por la ceguera suicida de quien desconoce su propia enfermedad por obstinarse en no sentar prueba del tono de las heces suyas.
Y ya sabes lo que suele ocurrir: grande sea el alza que el enano calza, que enano sigue, y nada sin saltar alcanza, pues sigue siendo su desventura que aun haciendo alabanza de su fingida altura, queda corta su estatura y jamás dejará de ser enano objeto de burla y chanza.
Me río yo y son mis lágrimas río, que un mar de ríos se junta pues me río yo la mar sin poder dejar de llorar, de tus pobres ocurrencias.
¿Qué de nuevo has de sorpresa, qué artimaña novedosa, qué recurso milagroso ha de elevar tu prosa y tu verbo embellecer, que por una sola vez puedan tus febles puyas hacerme desfallecer? Pues, ¿te tienes como halcón de la palabra y Maciste del discurso, tú cuya testa los piojos labran, pues les falta que comer por carencia de recursos, y es tan grande tu corteza, mequetrefe, ruin cretino, que no hay nada en tu cabeza y los infortunados piojos han de hacer de campesinos por mor de lograr cosecha en tan seco territorio cuarteado y mortecino? Pues, ¿cómo han de cosechar para tener que comer luego, en aturdida cabeza que es cual páramo desierto en la que no ha de faltar abono pero sí ha de faltar el riego?
No flaquee tu memoria cuando la pura inconsciencia te lleve a conmigo compararte, pues no vióse en ninguna parte y no conoce la ciencia que semejante incapaz venga a medir su arte y me diga en mi propia faz “vengo yo a bien revolcarte”, ¡qué mosquito contumaz! ¿Buscas darme picotazo y que un golpe de mi brazo te dé para siempre paz? Pues no pocos insectillos he presentado al Señor, reposen siempre sus almas y en el cielo tengan Gloria, que siempre será mejor que venir a quebrar mi calma pues tan presto como vienen los envío yo a la Historia a que piquen a difuntos y que momias y esqueletos y mosquitos todos juntos en el limbo se diviertan.
No se olvide tu ignorancia que de indios desdentados y batallón de moscas no salió jamás contienda digna de mosaicos, pues tan toscas sus maneras y es su verbo tan prosaico que hasta pitufo polaco se cree entre ellos gigante, a falta de rival digno, cuales los hay en Levante.
Ahora aguardo en calentura y con tembleque de piernas lo que puedas responderme, no sea tu espada dura que soy yo de carnes tiernas y pronto iré yo a esconderme sin más que la boca abras, temeroso cuan estoy de que sobre mí te ciernas cual gigante y me fulminen tus palabras.
Y ahora, si me permites, prenda, como me comen los miedos buscaré buen escondite, no sea que de tus dedos nazca cual grande trueno la terrible reprimenda que de una vez y por siempre me baje del pedestal y haga de mí hombre humilde, modesto y bueno.
Bisitos.