Twitteradas
Publicado: 26 Mar 2012 04:23
Abro hilo para colgar cualquier cosa relacionada con Twitter.
Empiezo con ese personaje que es Arturo Pérez-Reverte y una retahila de tweets de hace una semana a los que el mismo Iñaki Anasagasti respondió por la misma vía ad hominem, e incluso Gaspar Llamazares hizo acto de presencia:
Hoy iba a charlar con ustedes de imanes radicales islámicos y otra gente respetable. Pero se me ha cruzado otra cosa.
Y es que el otro día vi en un avión a un tal Iñaki Anasagasti, que es senador, me parece. O alguna inutilidad de ésas.
Ese tal Anasagasti viajaba en primera clase. Bisnes, creo que se dice.
Primero pensé. Menudo morro tiene mi primo, con la que cae. Podría dar ejemplo.
Pensé eso porque, naturalmente, los pensamientos son libres.
Pero luego lo pensé mejor. De morro, nada, me dije. Soy injusto con el prohombre. A fin de cuentas, se lo ha ganado.
Treinta años luchando como un león de la Metro Goldwyn Mayer por los ciudadanos y las ciudadanas.
Sacrificándose por nosotros. Como el Nazareno.
Está bien eso, pensé. Que el pueblo español y el pueblo vasco honren a sus prohombres.
A los políticos como Anasagasti, que llevan tres décadas engrandeciendo esto.
Lo miraba y pensaba: ahí lo tienes, Arturete. Recién salido del peluquero, sentado en Bisnes, satisfecho del deber cumplido.
Treinta años cobrando un sueldo que, estoy seguro, apenas llega para pagar (retribuírle) unas migajas de sus desvelos.
Treinta años con la vida y la jubilación resueltas, pagadas por usted y por mí.
Porque no se viaja en Bisnes por la patilla, pensé luego. Niet. Hay que currárselo como se lo curró él.
Aportando a la política española y vasca, incluso europea, los frutos enormes de su inteligencia y su trabajo.
De su mucha inteligencia y su mucho trabajo.
Consulten las hemerotecas. ¿Qué sería de la democracia sin Iñaki Anasagasti?
Sin sus aportaciones ideológicas, sin su brillante huella en la política. Sin su prístino (y decisivo) discurso intelectual.
Todo lo que cobre es poco, concluí.
Treinta años, o sea. Cling, cling. Viajando en Bisnes. Con un par.
Me acaba de llamar un amigo para decirme que no sólo Anasagasti. Que todos los pavos y pavas del Senado y el Congreso viajan en Bisnes.
Malegra comprobar que honramos a quienes tanto debemos.
Sé que los billetes se los pagamos ustedes y yo, pero no debe dolernos. En absoluto.
Ellos velan mientras nosotros dormimos. Fusil al brazo; y en el cielo, los luceros.
¿Qué sería de todos nosotros sin Anasagastis?
Empiezo con ese personaje que es Arturo Pérez-Reverte y una retahila de tweets de hace una semana a los que el mismo Iñaki Anasagasti respondió por la misma vía ad hominem, e incluso Gaspar Llamazares hizo acto de presencia:
Hoy iba a charlar con ustedes de imanes radicales islámicos y otra gente respetable. Pero se me ha cruzado otra cosa.
Y es que el otro día vi en un avión a un tal Iñaki Anasagasti, que es senador, me parece. O alguna inutilidad de ésas.
Ese tal Anasagasti viajaba en primera clase. Bisnes, creo que se dice.
Primero pensé. Menudo morro tiene mi primo, con la que cae. Podría dar ejemplo.
Pensé eso porque, naturalmente, los pensamientos son libres.
Pero luego lo pensé mejor. De morro, nada, me dije. Soy injusto con el prohombre. A fin de cuentas, se lo ha ganado.
Treinta años luchando como un león de la Metro Goldwyn Mayer por los ciudadanos y las ciudadanas.
Sacrificándose por nosotros. Como el Nazareno.
Está bien eso, pensé. Que el pueblo español y el pueblo vasco honren a sus prohombres.
A los políticos como Anasagasti, que llevan tres décadas engrandeciendo esto.
Lo miraba y pensaba: ahí lo tienes, Arturete. Recién salido del peluquero, sentado en Bisnes, satisfecho del deber cumplido.
Treinta años cobrando un sueldo que, estoy seguro, apenas llega para pagar (retribuírle) unas migajas de sus desvelos.
Treinta años con la vida y la jubilación resueltas, pagadas por usted y por mí.
Porque no se viaja en Bisnes por la patilla, pensé luego. Niet. Hay que currárselo como se lo curró él.
Aportando a la política española y vasca, incluso europea, los frutos enormes de su inteligencia y su trabajo.
De su mucha inteligencia y su mucho trabajo.
Consulten las hemerotecas. ¿Qué sería de la democracia sin Iñaki Anasagasti?
Sin sus aportaciones ideológicas, sin su brillante huella en la política. Sin su prístino (y decisivo) discurso intelectual.
Todo lo que cobre es poco, concluí.
Treinta años, o sea. Cling, cling. Viajando en Bisnes. Con un par.
Me acaba de llamar un amigo para decirme que no sólo Anasagasti. Que todos los pavos y pavas del Senado y el Congreso viajan en Bisnes.
Malegra comprobar que honramos a quienes tanto debemos.
Sé que los billetes se los pagamos ustedes y yo, pero no debe dolernos. En absoluto.
Ellos velan mientras nosotros dormimos. Fusil al brazo; y en el cielo, los luceros.
¿Qué sería de todos nosotros sin Anasagastis?