Re: Pheliz Navidá!
Publicado: 25 Dic 2013 02:56
Un cuento de navidad argentino que un fan acérrimo de Boca Juniors publicó en http://la-redo.net/
"24 diciembre de 1984, calor in extremis, pero se hace fácil sobrellevarlo mojándose un poco en un latón que hace de improvisada pileta, ademas, el bombeador nos regala agua fresca.
La vieja aún no llega, claro, tiene que laburar la mayor cantidad de horas posibles porque hoy se garpan todas extras. Su demora no preocupa ya que la abue ya tiene planeado el banquete de nochebuena: tortilla de papa, la verdad que estas ponedoras que tenemos son un lujo.
Se hace la noche y ya todos estamos reunidos alrededor de la mesa navideña: mi hermana, la vieja y la abu, todos disfrutando esa tortilla que hasta parece tener un gusto especial esta noche.
Pero claro, la vieja tiene la mirada perdida, bebe rápidamente un trago de agua (el jugo lo dejamos para el final) quizá para bajar algo que le molesta en su garganta. Nos cuenta que en el laburo algunos le comentaban las opíparas cenas que disfrutarían con los suyos y ella, claro, desearía poder regalarnos lo mismo y está por quebrarse, entonces nos lanzamos sobre ella para abrazarla y agradecer todo su esfuerzo.
Extrañamente ninguno tiene demasiado hambre y sobra la mitad de la tortilla, raro, jamas sobra porque la abu la prepara de una forma espectacular, pero bueno, mañana al menos ya tenemos algo para tirar en el almuerzo.
Son las 12, y todos salimos para ver el espectaculo multicolor en el cielo “quédense en la galería” ruega la vieja sabiendo que algunos vecinos gustan de unirse a la celebración tirando corchazos al aire.
Nos quedamos un rato largo mirando las luces que nos hipnotizan transportándonos a un mundo mágico de colores donde el gris de las chapas, el verde del moho en las paredes y el marrón del piso de barro por un momento desaparecen.
Nos perdemos en ese mundo mágico con mi hermana, a tal punto que ni queremos entrar para abrir los regalitos del arbolito improvisado (una planta que ni recuerdo que era, adornada con figuras de papel glasé).
En el fondo no queríamos abrir los regalos porque sin dudas los panuelos (sic) nos guatarían (sic), como siempre. Además, queríamos permanecer juntos, unidos, que ese momento se haga eterno sin que nada más importe a nuestro alrededor. Un grito nos vuelve a la tierra, es la vecina del fondo que nos llama para saludarnos a los 4.
Luego de las salutaciones, el marido de la vecina le pregunta a mi abu sino se ofende, pero quiere darnos un poco del tremendo asado que estan disfrutando. “COMO NOS VAMOS A OFENDER” sale de su boca con un hilito de voz entrecortado.
Una bandeja con vacío, chorizos y tira nos es pasada por la medianera que nos separa.
GRACIAS Y FELICIDADES, decimos como un coro con años de experiencia.
El hambre nos invadió de repente y cuando nos dispusimos a disfrutar otro llamado nos interrumpió, ésta vez, desde el pasillo que da a la calle: eran los tanos de enfrente, que se acercaron a saludarnos trayendo 2 sidras, 1 pan dulce y garrapiñada.
No podíamos con nuestra alegría, no entendíamos en qué momento pero la cara de la vieja había mutado y con una sonrisa no dejaba de mirarnos.
Con todo esto, qué se yo, las cosas pueden estar mal, verse peor o directamente ni verse, pero algo es seguro, aprendimos muchas cosas, esa navidad en particular nos marcó, nos permitió tomar buenas decisiones, nos enseñó a elegir bien.
y yo, como saben, siempre
ELIJO CREER"
Phelices phiestas.
"24 diciembre de 1984, calor in extremis, pero se hace fácil sobrellevarlo mojándose un poco en un latón que hace de improvisada pileta, ademas, el bombeador nos regala agua fresca.
La vieja aún no llega, claro, tiene que laburar la mayor cantidad de horas posibles porque hoy se garpan todas extras. Su demora no preocupa ya que la abue ya tiene planeado el banquete de nochebuena: tortilla de papa, la verdad que estas ponedoras que tenemos son un lujo.
Se hace la noche y ya todos estamos reunidos alrededor de la mesa navideña: mi hermana, la vieja y la abu, todos disfrutando esa tortilla que hasta parece tener un gusto especial esta noche.
Pero claro, la vieja tiene la mirada perdida, bebe rápidamente un trago de agua (el jugo lo dejamos para el final) quizá para bajar algo que le molesta en su garganta. Nos cuenta que en el laburo algunos le comentaban las opíparas cenas que disfrutarían con los suyos y ella, claro, desearía poder regalarnos lo mismo y está por quebrarse, entonces nos lanzamos sobre ella para abrazarla y agradecer todo su esfuerzo.
Extrañamente ninguno tiene demasiado hambre y sobra la mitad de la tortilla, raro, jamas sobra porque la abu la prepara de una forma espectacular, pero bueno, mañana al menos ya tenemos algo para tirar en el almuerzo.
Son las 12, y todos salimos para ver el espectaculo multicolor en el cielo “quédense en la galería” ruega la vieja sabiendo que algunos vecinos gustan de unirse a la celebración tirando corchazos al aire.
Nos quedamos un rato largo mirando las luces que nos hipnotizan transportándonos a un mundo mágico de colores donde el gris de las chapas, el verde del moho en las paredes y el marrón del piso de barro por un momento desaparecen.
Nos perdemos en ese mundo mágico con mi hermana, a tal punto que ni queremos entrar para abrir los regalitos del arbolito improvisado (una planta que ni recuerdo que era, adornada con figuras de papel glasé).
En el fondo no queríamos abrir los regalos porque sin dudas los panuelos (sic) nos guatarían (sic), como siempre. Además, queríamos permanecer juntos, unidos, que ese momento se haga eterno sin que nada más importe a nuestro alrededor. Un grito nos vuelve a la tierra, es la vecina del fondo que nos llama para saludarnos a los 4.
Luego de las salutaciones, el marido de la vecina le pregunta a mi abu sino se ofende, pero quiere darnos un poco del tremendo asado que estan disfrutando. “COMO NOS VAMOS A OFENDER” sale de su boca con un hilito de voz entrecortado.
Una bandeja con vacío, chorizos y tira nos es pasada por la medianera que nos separa.
GRACIAS Y FELICIDADES, decimos como un coro con años de experiencia.
El hambre nos invadió de repente y cuando nos dispusimos a disfrutar otro llamado nos interrumpió, ésta vez, desde el pasillo que da a la calle: eran los tanos de enfrente, que se acercaron a saludarnos trayendo 2 sidras, 1 pan dulce y garrapiñada.
No podíamos con nuestra alegría, no entendíamos en qué momento pero la cara de la vieja había mutado y con una sonrisa no dejaba de mirarnos.
Con todo esto, qué se yo, las cosas pueden estar mal, verse peor o directamente ni verse, pero algo es seguro, aprendimos muchas cosas, esa navidad en particular nos marcó, nos permitió tomar buenas decisiones, nos enseñó a elegir bien.
y yo, como saben, siempre
ELIJO CREER"
Phelices phiestas.