¿Son cosas mías o de aquí a 20 años la situación de la Iglesia en España será comparable a la que presenta ahora mismo en Francia?
La Iglesia, como institución, y aunque parece muy reticente a los cambios, lo que lleva haciendo mucho tiempo es adaptarse a los poderes políticos y económicos, y tratar de aliarse a ellos para garantizar su propia supervivencia como tal institución. No olvidemos que la Iglesia Católica ha sido durante mucho más tiempo una expresión de poder terrenal que una verdadera asamblea de creyentes con fines únicamente religiosos y trascendentales.
Tal vez sí esté llena de individuos que sí son sinceramente contrarios al cambio dogmático (el propio Papa Juan Pablo II es un buen ejemplo), pero, vista la evolución de la Iglesia más allá de los individuos que la componen, está claro que su tendencia general es la de amoldarse a los tiempos que corren. Con retraso, y a regañadientes (nobleza obliga), pero a amoldarse.
En caso contrario, no hubiese durado 2000 años, y mucho menos hubiese sobrevivido a los 150 últimos.
La reticencia al cambio que muestran sus miembros es comprensible, viniendo de una tradición de pensamiento teológico y moral tan antigua (y, no nos llamemos a engaño, tan rica, compleja y bien estructurada). No es fácil pedir a los más sesudos y conservadores creyentes (especialmente, claro, los sacerdotes) que renuncien a veinte siglos de construcción teórica en cuya elaboración han colaborado algunos de los más grandes pensadores de diversas épocas.
Pero ya te digo, tomada la institución en su conjunto, tiende astutamente a procurarse una sólida supervivencia. Porque, perfectamente, el cristianismo hubiese perdurado aunque la Iglesia Católica hubiese desaparecido, como ocurre en los países luteranos.