...sin verla. Se había ido. Para siempre. No podía creerlo. Estaba en ese curioso momento en el que pensamos en presente cuando deberíamos hacerlo en pasado. Empezando a habituar a su cabeza a la falta, a la carencia. No podía ser verdad. ¿Y ahora, qué? No sabía que pensar. Porque todo era perfecto. Era. Le estaba golpeando la cabeza el puñetero pretérito imperfecto. No conseguía ubicar el dolor. No sabía si era general, si se estaba ahogando, o si le estaban poniendo el sistema digestivo del revés. Dolor. Y perdida. Y pensó en no volverse a enamorar jamás. O en volverlo a hacer mañana.
Nos leemos.
-Miraba la tele...-
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SordoSinOrejasDrMoriarty
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