Economía

[Stewie]

Yo os digo una cosa, sin el actual batacazo economico, Madoff se habría retirado con honores y le habrían puesto su nombre a un hospital para niñicos enfermos y todo.

Para cagarse en sus muelas después de la auditoría correspondiente. Al tío le auditaban las cuentas unos amiguetes (3 en concreto, presumiblemente bien untados) y no Deloitte ni Accenture.

Ahora bien, ¿habeís visto la sonrisa con la que salía el pollo depués de pagar la fianza? Le falta firmar autógrafos. Cosa que el Dioni hace con orgullo y satisfacción.

Con toda seguiridad Stewe podrá dar una información más precisa, pero una rentabilidad garantizada ( pase lo que pase ) del 12% me parece que dista de una bosta.

Clavao al ladrillo patrio.

[tonetti]

Hoy por hoy alguien que cree en las auditorías o en las empresas auditoras es que le falta un herbor o le sobra un cromosoma.

[Stewie]

Eso que acabas de proferir es lo mismo que se dijo sobre la democracia y Hitler cuando se descubrió todo el pastel.

Y la respuesta es la misma. Hitler (Madoff) tuvo que cargarse (burlar) el sistema democrático (regulatorio) antes de perpretar sus fechorías.

Cargarse la obligación de auditar es el sueño húmedo de los anarcocapitalistas y hasta tú puedes darte cuenta de que es peor el remedio que la enfermedad.

[Montgomery]

Stewie, venga, que seguro que lo puedes explicar mejor sin tener que recurrir a la Ley de Godwin

[Nicotin]

No obstante, se considera soez usarla deliberadamente con el único objetivo de acabar la discusión

Joder, "soez", dice. Hay cada frikón escribiendo en la Wikipedia...

[Stewie]

Stewie, venga, que seguro que lo puedes explicar mejor sin tener que recurrir a la Ley de Godwin

La tenía en mente cuando hice la comparación.

La esencia es la misma, si los vigilantes fallan alguna vez o incluso si están connivencia con los vigilados, la solución seguramente no sea prescindir totalmente de vigilancia.

El debate sobre la (des)regulación hace tiempo que ha dejado de estar de actualidad, no se trata de más o menos regulación sino de calidad.

Y de todos modos, es inevitable que alguien que conoce todos los recovecos de una institución no se aproveché de ello. Lo deseable es que esos "alguien" perciban que hay un gran riesgo en ello para las posibles ganancias, algo que en EE.UU. está bastante más avanzado que aquí donde Mario Conde ya vemos donde está ahora.

[PrimeroDerecha]

Para cagarse en sus muelas después de la auditoría correspondiente. Al tío le auditaban las cuentas unos amiguetes (3 en concreto, presumiblemente bien untados) [b]y no Deloitte ni Accenture.

De mi experiencia en relación entre auditoras y grandes auditados, creo que la diferencia entre los tres amiguetes untados y Deloitte o Accenture es el color de la corbata de los auditores.

[Montgomery]

De auditorías solo conozco a los de la IGAE, que nos suelen dar bastante por saco pidiendo documentación, pero a la hora de la verdad sus informes solo se usan como arma política al negociar los presupuestos plurianuales.

¿Las auditorías de cuentas privadas son como las tasaciones de los pisos, esto es, independientes, coherentes e imparciales?

[Stewie]

¿Las auditorías de cuentas privadas son como las tasaciones de los pisos, esto es, independientes, coherentes e imparciales?

Pues por lo que me cuentan sí, en esos tres aspectos deben de ser igualicas, lo que pasa, y ahí seguro que 1º D puede secundarme (o no) es que las auditoras y las empresas grandes están bastante interesadas en mantaner las irregularidades dentro de unos márgenes razonables.

En el mundillo de la empresa dicen que los auditores son unos señores a los que pagas por decirte la hora y para ello te hacen desnudarte, hacer unos análisis, una inspección anal, te miran el reloj y te dicen que lo llevas adelantado 5 minutos. De lo cual, por supuesto, ya estabas al corriente.

[PrimeroDerecha]

Mi experiencia con las auditoras es que son parte del problema, no, en modo alguno, la solución. Coincido con Stewee en que desearían mantener las irregularidades dentro de unos límites razonables, lo que no es óbice para dejarse llevar más allá de lo razonable (siempre que pudieramos cuantificar un término tan subjetivo), si el premio es suculento.