[Dragó Powa] El último libro que te has leído.

[Nicotin]

...al menos no es una sartén.

[arafat]

Nicotin, no le hagas caso, que no luce...

Y para que veáis que contribuyo a la causa yo me terminé la semana pasada Entre limones de Chris Stewart que me ha gustado mucho aunque bien podría ser parte de la serie naranja de Varco de Bapor.

Yo le pongo un altar y él que haga lo propio con una autovía hasta el cortijo que se compró, con las perras que habrá ganado vendiendo el libro.

[Nicotin]

Nicotin, no le hagas caso, que no luce...

¿Que no tiene luces?

[arafat]

Nicotin, no le hagas caso, que no luce...

¿Que no tiene luces?

Largas desde luego que no.

[NORNA]

yo me terminé la semana pasada Entre limones de Chris Stewart que me ha gustado mucho aunque bien podría ser parte de la serie naranja de Varco de Bapor.

Yo le pongo un altar y él que haga lo propio con una autovía hasta el cortijo que se compró, con las perras que habrá ganado vendiendo el libro.

Decir que un libro te ha gustado es abrir camino para que te regalen la secuela, así que puedo avanzarte que el segundo libro es muy parecido al primero en forma y fondo. Muy agradable para el veranico, pero el cabrón del autor, con la tontería de contar sus penurias va a montarse al final los viñedos Agretti.

El libro más malo que he leido en años, pero malo, malo, horrible hasta la vergüenza, es el último de Catherine Neville. Asca total.

[arafat]

Me lo apunto Lornica, ¿se llama Entre placas solares?

[NORNA]

Me lo apunto Lornica, ¿se llama Entre placas solares?

Casi, casi: "El loro en el limonero". O, "cómo tras forrarme con este segundo libro se va a ir a esquilar ovejas a Finlandia su santa madre."

[Gandalfini]

Qué se puede esperar de un libro con esta portada. Nunca forro los libros con papel de periódico u otra cosa, me parece un insulto a la libertad y mis niveles de "me la suda" superan los de morlock huraño, pero con éste he tenido la tentanción muchas veces porque es una vergüenza sacar algo así en el metro.

Veamos, el libro es un disfraz de novela para escribir dos cosas distintas, al menos hasta el último tercio donde se convierte en una fusión de un culebrón venezolano, las cartas a la Superpop y, en el sprint final, en un borrador del guión del final de Matrix 3 interpretado por una Audrey Tatou preadolescente en vez de por Keanu Reeves (no sé qué es peor). Todo acaba en un "yo soy el autor y hago lo que quiero con mi libro" que te deja a cuadros y haciendo una lista mental de los insultos del Capitan Haddock por si algún día te cruzas con la autora por la calle. A lo que iba, el libro está protagonizado por una portera y una niña que vive en el mismo edificio.

La historia de la portera es un anuncio por palabras. A la autora, filósofa cuarentona y amante de las películas de Meg Ryan, se le quedaba corto el espacio de las revistas de contactos y suelta una perorata de sus gustos pictóricos, literarios, musicales y vitales. Sus pasiones, muy cultas y poco reprochables, además de contar sus traumas sentimentales y de asociabilidad por los que sigue estando soltera. Tengo amigos que dirían "a esa lo que le hace falta es ponerla mirando a la Meca" y yo no sabría qué contestar.

La historia de la niña, superingeligente pero con reflexiones imposibles a los doce años, por pura imposibilidad física y de madurez por muy calculín que se sea, la historia, decía, es un panfleto. Pasa de criticar el vacío de las clases altas parisinas y las historias de autoayuda paulocohelianas para convertir las dos últimas páginas de cada capítulo en un sermoncín muy bonito enseñándote cómo tienes que vivir: disfrutar de las pequeñas cosas, la búsqueda de la belleza, los verdaderos amigos, etc...es decir: toma de tu propia medicina, o debería decir arsénico. Y además dos tazas. Socorro.

A pesar de todo, de que te sientas insultado por la escritora, que parezca el manual de "cómo manipular al electorado con cosas bonitas" o de que no te diga nada nuevo (o sí), reconozco que tiene destellos interesantes en alguna reflexión, que se lee con gusto, al menos en la lengua aunque en el cerebro no tanto y queme ha dejado una buena sensación que durará poco pero algo es algo, pero eso es porque soy marica y también me gustan las películas de Meg Ryan.


Por cierto, hablando de morlocks, qué gran imagen:

[poshol na]

Tápate el cuello, que Shiz va a saltar con la boca abierta y no para darte un besi precisamente...

[Shiz]

Largas desde luego que no.

Si de algo puedo presumir es precisamente de largas, hamigo.

Tápate el cuello, que Shiz va a saltar con la boca abierta y no para darte un besi precisamente...

No voy a hacerlo porque a) es evidente que ha escrito una reseña para epatar y desde el rencor b) si te paras a leer entre líneas acabas descubriendo que lo que le fastidia es tener que reconocer que la mayoría de puntos que etiqueta como detestables le atraen irremediablemente c) le fastidió el final que la autora tenía preparado para Renée, lo que denota empatía hacia el personaje principal.


Y que Gandalfini es más azotable que mordible.