Yo no quería decir nada, pero escribo así desde que vi, hará unos años, esa película.
Y tampoco he conseguido aunar los cojonazos suficientes como para intentar siquiera comenzar algo parecido a una crítica de esa película. Con absolutamente ninguna otra me ha pasado.
Recuerdo que el momento en que el ángel comienza a pelearse con el samurai ese o lo que sea, al más puro estilo power ranger... me dije:
"Rebaja un poco... Criadillas, que te mueres, tío."
Luego me dí cuenta que la película es que era así.
Eso sí, Gilliam se merece un monumento, y menuda putada que al final no le saliese esa película del Quijote.
En fin.
-Entre copas.
Pues sin llegar a decepcionar del todo, al menos a mí me dejó con la idea de... ¿y ya?
Las interpretaciones son sublimes (sobre todo la de Paul Giamatti, que es un crá), y la dirección pues hombre, sin tirar cohetes, para lo que es (una peli independiente con cuatro personajes protagonistas), pues vale; cuela, incluso hay escenas muy bonitas.
Lo mejor sin duda es el segundo y tercer cuarto de película. El principio, la presentación de los personajes, no tiene mucho secreto (un par de amigos de muchos años que se van a viajar por los viñedos de California y a celebrar la despedida de soltero de uno de ellos).
Así se nos van presentado dos fracasados que van más cerca la cuarentena que la veintena, y que necesitan, como todos, intentar ser feliz aunque sea por un tiempo.
Uno (el que se va a casar) busca echar una última cana antes de compartir su vida para siempre con otra persona.
El otro (Giamatti) lo único que quiere es que le publiquen una mierda de libro infumable, y superar de una vez un matrimonio fracasado. Y sobre todo, la felicidad de su ex mujer, que ha rehecho totalmente su vida.
Así nos vamos de vinos con ellos, y asistimos a toda clase de situaciones (desde las muy divertidas, hasta las un poco aburridillas, para qué negarlo), concluyendo ese viaje vital con la sensación de que no hemos visto un peliculón, pero tampoco ha estado mal la experiencia).
Payne cuando quiere se convierte en un guionista caustico y acojonante. Aquí lo demuestra pero de manera muy inferior a su anterior y brutal "A propósito de Smitch", hasta ahora su mejor cinta con diferencia (la patada en el estómago final dura semanas, os lo aseguro).
Altísimamente recomendable a los amantes del vino. Yo soy un aficionado voluntarioso pero totalmente inexperto, pero el que sepa, es una gozada, y sales de la sala buscando una bar donde tengan alguno de tus preferidos, porque da sed.
En definitiva, os la recomiendo, pero no esperéis una maravilla.
Un 7.
-Bienvenidos a Bellevile.
Animación francesa.
La nominaron a los óscar y todo, pero bueno, a mí no me parece que sea para tanto.
La historia tiene su gracia, más o menos; un mafioso rapta ciclistas mediocres del Tour para meterlos en carreras ilegales. La abuela de uno de esos ciclistas raptados viajará hasta Nueva York para salvarlo, ayudado por las Hermanas Belleville, unas ancianas coristas de los años 40.
La animación en sí es muy agradable, y bastante original, casi toda a mano y con algún apunte a ordenador.
El diseño de personajes no me convenció demasiado, todo muy añejo, seré yo, que el manga y Pixar (entre otras cosas) me han deformado el cerebro. Algunos personajes son estupendos (el perro, el mafioso malo, sus guardaespaldas), pero otros son francamente fallidos (todos los protagonistas, que es peor).
La banda sonora muy buena, aunque escasa.
No le conté más de 6 frases en toda la película; es prácticamente muda.
En definitiva, que tampoco mata.
Gustará mucho a los amantes de la animación tradicional y a los cinéfilos más clasicorros, eso sí. Su nominación me pareció excesiva.
Un 6.
-Wishky.
"Wishky" es el "patata" de los suramericanos. O sea, la palabra que se dice cuando te van a sacar una foto, para que no salgas con cara de palo.
(Personalmente me parece más lógico porque al decir "wishky" parece que sonríes con tanta "i", por contra al decir "patata" parece que estás viendo acercarse un camión a 200 por hora directo hacia tí).
Bueno:
Brutal, tristísima, pesimista y deprimente.
Cuatro adjetivos muy espectaculares pero que se me antojan totalmente acertados.
Consiguió deprimirme, en serio. Una putada de película con concesiones al humor negro y amargo, pero que en líneas generales es crudilla.
Uruguay, en la actualidad.
Un judío de unos sesenta años, dueño de una fábrica de medias, recibe la noticia de la visita de su hermano, que vive en Brasil desde hace años, para asistir al aniversario de la muerte de su madre.
Para darle la impresión de que no es un ser tan jodidamente solitario y amargado como es en realidad, le pide a su mejor amiga y ayudante en la fábrica, que se haga pasar por su esposa mientras dure la visita.
Y a partir de entonces asistimos a un carnaval de soledades que dura un fin de semana. Fotografía ocre, conversaciones tajantes, muchísimo resentimiento que va saliendo a la luz, y la explicación de por qué cada uno es como es.
Se ha forrado en los festivales de habla hispana, y no es para menos, pero aviso de que no hace concesiones al optimismo.
Muy buena, pero muy triste.
Un 8.