En cuanto a Japón, tiene un tamaño más abarcable y es un país maravilloso. Tiene una cantidad infinita de rincones bonitos, su gente es majísima y la comida, a pesar de abusar del arroz, está para chuparse los dedos. Hizo un calor horrible; la humedad era abusiva y las temperaturas rondaban los 35-38º a la sombra. Nunca he sudado tanto, ni cuando comí sopa ardiendo mientras corría en una cinta en aquella sauna finlandesa. La gente suele llevar toallas a mano para ir secándose el sudor; no tardé en imitarlos. La parte positiva de semejante clima está en la vegetación, que fue lo primero que me impresionó. No sabía de lo impenetrable de sus bosques ni de la ferocidad con que las plantas emergen de cualquier parte.
Como os prometí unas foticos, aquí las traigo.
Una de las cosas que llaman la atención es el sentido de la estética japonés. Hasta las tapas del alcantarillado son la caña. Estas son de Nagoya:
Esta última es de una chicharra, que por cierto están por todas partes las muy hijas de puta. Hacen un ruido tremendo, hasta el punto de que en algún parque, si quisieras comunicarte con alguien, deberías gritarle al oído para que te pudiera oír. Por suerte de noche duermen las cabronas y es sólo durante el día que dan por culo. De un modo extraño, los japoneses parecen tenerles aprecio o eso me pareció por la tapa de la alcantarilla. Aunque luego vi este cartel por la calle, que no me queda claro si lo que está matando es una cucaracha o una chicharra, pero parece que anime a la gente a matarlas:
Una de las cosas más frustrantes es el miserable nivel de inglés que tienen los japoneses. Creía que sería malo pero es peor. Es muy jodido encontrar a un japonés que hable o entienda bien el inglés. Quitando los recepcionistas y los que trabajan en puestos de información, prácticamente nadie lo habla, ni jóvenes ni mayores, y las interacciones suelen quedar reducidas a la mímica. Especialmente frustrante resulta cuando entras en un museo y ves que todas las explicaciones están en japonés, o entras en un templo y te dan un folleto enteramente en ese idioma. Por eso no es ninguna tontería pensar en ir con algún grupo y guía tipo Chibi, porque yendo a tu aire no te enteras de la misa la mitad.
Esa profunda ausencia de conocimiento del inglés o cualquier otro idioma extranjero provoca que se vean cosas como esta, que es un cartel enorme que publicitaba un restaurante:
A ver cómo les explicas que el traductor google no funciona bien. En fin.
En Nagoya tuve suerte porque coincidió mi estancia con un festival de cosplay. Lo malo es que me enteré el día antes de irme y casi de noche, por lo que pude ver sólo los últimos coletazos de la fiesta, pero vamos que de todos modos estuvo muy gracioso y había gente como ésta encantada de que les echaran fotos:
Esta no precisa ni merece explicación:
La ternera japonesa tiene una pintaza tremenda. La grasa está repartida por todo el corte en lugar de apartada, no sé si es tanto porque son animales saludables como por la raza en sí misma, pero desde luego apetece. Seguro que parecí un muerto de hambre echando fotos a la carne en el supermercado, pero bueno:
Angrybear dice: "Te quites los zapatos antes de entrar al templo o te meto un guantazo con la mano asín abierta"
Sí, sólo había una abeja, pero era temible
Una tapa de alcantarilla vomitando hierbajos
Son unos viciosos, los japos, en todos los sentidos. Los locales de pachinko son una clara demostración, y son aparte una visita obligada. Se sumerge uno al entrar en una cacofonía de melodías estridentes provenientes de cien máquinas distintas y un ruido ensordecedor que sólo puede definirse como una catarata de bolas metálicas cayendo encima de uno. Aquí unos viciaos esperando a que les abran el local de pachinko, a primera hora de la mañana:
El manga pederasta es de lo más normal. Lo más raro que vi fue un cómic de un abuelo que se follaba a un crío que tenía coño, polla y tetas. Es como si no supieran qué otra vuelta de tuerca dar. El caso es que no está apartado en una estantería aparte si no que está al alcance de cualquiera, como queda patente aquí: una cría leyendo un cómic de gente mayor follándose niñas pequeñas.
Aquí me acordé de un forero que me aconsejó sobre el uso del JR pass (que por cierto, es compra obligada para los que vayan para allá):
Hiroshima se cayó de mis planes porque me daba pereza el viaje de ida y vuelta el mismo día, de modo que el sustituto fue Kobe. Debo reconocer que a pesar de las recomendaciones de Party Boy no tenía ganas de ir, pero resultó ser una visita muy maja. Subí al edificio ese de 24 plantas, andé por el puerto, por el barrio chino y engulló dos de las comidas más memorables de mi estancia en Japón, siendo una de ellas la ternera de Kobe. Si no la habéis probado, debéis hacerlo. Se deshace en la boca, y el jugo que suelta la carne es HAMORÍO. Vamos, que una ciudad muy bonita y te lo agradezco con un pino, Party:
La Ternera:
Y de Kyoto me fui a Osaka:
Osaka destaca por su cultura gastronómica, resumible en el término kuidaore y que viene a querer decir "comer hasta reventar". Tal vez por eso es más fácil ver gente oronda por Osaka que por otra ciudad japonesa, y no me extraña. La comida es omnipresente; hay cantidad de puestecitos callejeros que venden lo que aquí llamaríamos tapas por precios irrisorios: por 100 yenes tienes una tapa y por 300 un almuerzo. Es una ciudad muy maja, y la zona de Dotombori luce de noche y no tiene nada que envidiar a cualquier barrio japonés en ese aspecto.
De ahí, a Tokyo, donde las tapas de alcantarilla no son nada del otro mundo, pero hice esta otra foto:
Tokyo es una ciudad interminable. Es una pasada subirse a algún rascacielos (completamente recomendable el del gobierno metropolitano, 45 plantas y entrada gratuita) y comprobar cómo la ciudad se prolonga hasta donde alcanza la vista, sólo limitada por el mar.
Akihabara es un distrito genial, el paraíso de la electrónica y el manga. Lo que mola es que te lo dejan probar todo, desde cámaras hasta videoconsolas, así que podrías pasar un día entero sólo en sus centros comerciales sin aburrirte en absoluto. Me topé con un grupo de gente en plena calle (aquí sólo aparecen unos pocos, pero había unos 50) que se reúnen para jugar a algún juego "social" de la DS. Están a todas horas ahí los viciaos:
Hay bastantes chicas que promocionan algo vestidas de colegiala, sirvienta y cosas así. Desde luego llaman la atención, porque se junta una legión de babosos mirándolas y echándoles fotos. Como yo:
Jeje
Y, por supuesto, cayó la hamburguesa de diez pisos. En persona es mucho menos impresionante que en foto, como era de esperar, pero aunque no lo parezca, cuando uno se pone a comerla se da cuenta de que es una cantidad de carne muy importante:
Y hasta aquí la historia. Si alguno tiene una pregunta porque va a ir a Japón o lo que sea, que diga algo. Gracias de nuevo a los que me ayudastéis para montar el viaje, que por cierto me fue de perlas la Pasmo, Perro, y Norna, no eché fotos de los retretes pero sólo te diré que me he sentido amado por primera vez en mi vida. Lo que pasó entre los retretes y yo quedará entre nosotros, como la más bella historia nunca contada.
Veeeeenga!
