Prosa pubértica.
Prosa pubértica.
Puta mierda to, cuando lo fuí a posteá me dió error lo que interpreté como una ciberseñal de que no tenía que postearlo. Bueno sólo lo leyeron 31, podría ser peor.
Aro.
Re: Prosa pubértica.
"Pídeme cosas".
Estas dos palabras en boca de Zeus adquieren tal liviandad como pedirle la hora a Cronos. Pero ÉL las pronuncia con altiva y notoria gravedad cuando borbotones de venas pueblan mis sienes. Henchidas por la ira de quien se siente reiteradamente vejada.
- Pídeme cosas -insiste.
Nadie como ÉL sabe encarnar la pureza de la inocencia en su gesto mientras intenta apaciguar mi ánimo. Su generosidad no es más que insolente mofa; una Diosa se supone que lo tiene todo. Mas las continuas incursiones del Rey del Olimpo bajo diversas y variopintas faldas mortales traicionan la deidad de su subconsciente evidenciando una vez más su eterna, infame e irreverente promiscuidad. Ofrecimientos como éste arañan mi lado mundano. Me inunda la nostalgia del deseo incumplido; la perseverancia con que los mortales se afanan en construir ilusiones de las que alimentarse; el vértigo de la incredulidad ante una evidencia que se antojaba imposible; la simplicidad del pequeño detalle que estremece; la inagotable fuente de sentimientos y sensaciones encerrados en la sutileza de una tibia lágrima.
La alarma se enciende: desprecio la debilidad humana y detesto mis contradicciones.
- Pídeme cosas -repite la insufrible Eco en mi confusa mente.
Quiero que mi única patria sea la mar; abrazar espantapájaros en El Porvenir; que se me escapen tres trenes y haber tenido tres novios; pisar charcos y subir a las tapias; saber lo que se siente cuando perece una orquídea pese a tus mimos; entender la gravedad de llamarse Ernesto; decir sin pudor alguno que la poesía es un género casi muerto.
Quiero sentir deseo al ver un mono blanco; caminar tras alguien que dé seguridad a mis pasos; relacionarme con vertebrados exactos y saludar con la mano como una reinona; mostrarme encantadoramente insolente e impúdica entre corchetes; ser musa de Beethoven sin tener que llamarme Elise; desperezarme en una burbuja infinita de nostalgias; disfrutar de la primera presa plumada de mis gatos; aparentar simpleza para encubrir una aparatosa complejidad; aprender el significado de la simbología de los asteriscos y los números; soñar con árboles animados.
Sí; me gustaría fracasar con humanidad, aprender de mis errores y disfrutar de la ambrosía de mis trabajosos triunfos; sentir la caricia de Afrodita en mi estómago y dejarme llevar por los influjos de Eros relegando al Titánico Cronos al exilio.
- Pídeme cosas -repitió en elevado tono un cada vez más impaciente Zeus.
- Quiero que esta noche, estés donde estés, lo dejes todo para acudir junto a mi lecho para aplicarme en cuello, pecho y espalda Vicks Vaporub.
- No me pidas imposibles, los Dioses no enferman.
- Quiero saber lo que se siente al estornudar.
El Olimpo oscureció ante la inusitada mudez de mi atónito e incrédulo esposo. Negarse ahora a mis deseos sería contradecirse, algo que los Dioses no toleramos.
Instantes después dijo:
- Sea: serás humana durante un mes mortal con todas las consecuencias, pero recuerda que te estaré vigilando. Y no olvides desconfiar de los cuclillos en todas sus acepciones.
Vean de lo que es capaz una Diosa por aburrimiento.
Estas dos palabras en boca de Zeus adquieren tal liviandad como pedirle la hora a Cronos. Pero ÉL las pronuncia con altiva y notoria gravedad cuando borbotones de venas pueblan mis sienes. Henchidas por la ira de quien se siente reiteradamente vejada.
- Pídeme cosas -insiste.
Nadie como ÉL sabe encarnar la pureza de la inocencia en su gesto mientras intenta apaciguar mi ánimo. Su generosidad no es más que insolente mofa; una Diosa se supone que lo tiene todo. Mas las continuas incursiones del Rey del Olimpo bajo diversas y variopintas faldas mortales traicionan la deidad de su subconsciente evidenciando una vez más su eterna, infame e irreverente promiscuidad. Ofrecimientos como éste arañan mi lado mundano. Me inunda la nostalgia del deseo incumplido; la perseverancia con que los mortales se afanan en construir ilusiones de las que alimentarse; el vértigo de la incredulidad ante una evidencia que se antojaba imposible; la simplicidad del pequeño detalle que estremece; la inagotable fuente de sentimientos y sensaciones encerrados en la sutileza de una tibia lágrima.
La alarma se enciende: desprecio la debilidad humana y detesto mis contradicciones.
- Pídeme cosas -repite la insufrible Eco en mi confusa mente.
Quiero que mi única patria sea la mar; abrazar espantapájaros en El Porvenir; que se me escapen tres trenes y haber tenido tres novios; pisar charcos y subir a las tapias; saber lo que se siente cuando perece una orquídea pese a tus mimos; entender la gravedad de llamarse Ernesto; decir sin pudor alguno que la poesía es un género casi muerto.
Quiero sentir deseo al ver un mono blanco; caminar tras alguien que dé seguridad a mis pasos; relacionarme con vertebrados exactos y saludar con la mano como una reinona; mostrarme encantadoramente insolente e impúdica entre corchetes; ser musa de Beethoven sin tener que llamarme Elise; desperezarme en una burbuja infinita de nostalgias; disfrutar de la primera presa plumada de mis gatos; aparentar simpleza para encubrir una aparatosa complejidad; aprender el significado de la simbología de los asteriscos y los números; soñar con árboles animados.
Sí; me gustaría fracasar con humanidad, aprender de mis errores y disfrutar de la ambrosía de mis trabajosos triunfos; sentir la caricia de Afrodita en mi estómago y dejarme llevar por los influjos de Eros relegando al Titánico Cronos al exilio.
- Pídeme cosas -repitió en elevado tono un cada vez más impaciente Zeus.
- Quiero que esta noche, estés donde estés, lo dejes todo para acudir junto a mi lecho para aplicarme en cuello, pecho y espalda Vicks Vaporub.
- No me pidas imposibles, los Dioses no enferman.
- Quiero saber lo que se siente al estornudar.
El Olimpo oscureció ante la inusitada mudez de mi atónito e incrédulo esposo. Negarse ahora a mis deseos sería contradecirse, algo que los Dioses no toleramos.
Instantes después dijo:
- Sea: serás humana durante un mes mortal con todas las consecuencias, pero recuerda que te estaré vigilando. Y no olvides desconfiar de los cuclillos en todas sus acepciones.
Vean de lo que es capaz una Diosa por aburrimiento.
Desou desu.
Re: Prosa pubértica.
Me aparecido interesante en general, aunque algunos guiños se me han escapado. Por ejemplo, no he entendido lo del final, eso de los cuclillos. ¿Que tenga cuidado no le vayan a meter los huevos en su nido?
El Vicks Vaporub y el aceite Johnsons son mis productos terapéuticos favoritos.
El Vicks Vaporub y el aceite Johnsons son mis productos terapéuticos favoritos.
Aspiro a la hegemonía mundial.
Re: Prosa pubértica.
Según la mitología el Dios del Olimpo estaba loco por Hera, pero ella le rechazaba continuamente por distintos motivos. Así que un día de invierno y en plena tormenta -que él mismo provocó-, decidió tomar la forma de un cuclillo para posarse mojado y tiritando en su regazo. Ella lo cubrió con su ropa para que entrara en calor, momento en que Zeus recobró su forma e intentó violarla; se resistió hasta que consiguió que le prometiera que se casaría con ella, y así fue. De ahí la advertencia del final.
El aceite Johnsons es ...versátil, sí.
El aceite Johnsons es ...versátil, sí.
Desou desu.
Re: Prosa pubértica.
Shiz escribió:El aceite Johnsons es ...versátil, sí.
Versátil es una buena palabra para definirlo, entre otras.
Si bien luego dejan las sábanas de un pringoso un tanto asqueroso.
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Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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Re: Prosa pubértica.
¿En los cuartos oscuros hay sábanas?
Qué bien organizado todo.
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The bigger the headache, the bigger the pill. Call me the big pill.
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Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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Re: Prosa pubértica.
Oye, si te vas a poner en plan marica mala brujeril... 
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Nicotin
- Manuel Fraga Iribarne
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Re: Prosa pubértica.
El que me "tira los trastos" es él, no me había pasado nada parecido desde que Urdu me preguntó rabo en mano si yo era de Nazaret. Yo me estoy defendiendo.
De espaldas a la pared, eso sí.
De espaldas a la pared, eso sí.
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