...Aquel restaurante, era uno de esos sitios a las afueras de la ciudad, con piscina, aparcamiento y sala de fiestas para celebraciones. Con una máquina de esas de discos con canciones rancias de Georgie Dann. También tenía una bolera.
Darío y Paz Tenían 26 y 25 años respectivamente, gente normal, jugando a los bolos una noche de domingo, no había mucha gente allí, sólo una chica provocativa, con botas altas, pelo moreno, revuelto, muy guapa, aprovechando que Paz había ido al servicio se acerca al chico, se dirige a él y empieza a decirle guarrerías directamente al oido.
Darío no comprende lo que pasa, tiene miedo de que salga su novia del servicio y vea aquella guarra diciendole cosas obscenas al oido, no quiere que se enfade con él, no quiere perderla, tiene tanto miedo que ni siquiera se ha dado cuenta que ella tiene la lengua en su oido y la mano en su paquete, mira a su alrededor, allí no hay nadie mas jugando, ni siquiera esta el encargado, las luces de los fluorescentes le dan un ambiente sórdido al local y Darío se pregunta que coño hace él allí.
De un empujón tira a aquella guarra del asiento, es una de esas mesas largas y fijas junto a la pared con otras dos tiras de madera que flanquean la mesa a modo de asiento, sale de allí como puede y va al servicio en busca de Paz, sale justo en ese momento, la coge del brazo y la saca de allí.
Pasan por la sala de fiestas, y allí se encuentran al dueño, un hombre de unos cincuenta y tantos pero que al que la vida tras de la barra hace aparentar mas, ellos intentan irse pero un gran charco en la puerta les impide salir, ella intenta salir por la ventana, pero el agua también ciega esa salida y el hombre les invita a pasar la noche en su casa, justo encima de la enorme sala de fiestas, es tarde y ellos aceptan sin hacerse muchas preguntas.
Tras haber comido algo Paz y Darío se tumban en un sofá ella encima de él ambos bajo una manta, ahora estan viendo la tele junto a la familia de los dueños, cuando se vayan todos a la cama ellos dormirán ahi mismo, es tarde pero los niños aún estan despiertos viendo la tele, todo el mundo esta callado, medio dormidos, estan agusto, en la tele ponen una de esas galas para viejos de la primera, pero nadie le hace mucho caso.
A Paz se le cierran los ojos lentamente, se siente bien en el hombro de Darío, los cierra una vez, otra.. Pero al cerrarlos ve la misma habitación, la misma gente, haciendo lo mismo, pero todo ha tomado un tono ocre, hay dos niños en la pared, de unos seis u ocho años, tienen las manos atras y tienen miedo, tienen tanto miedo que Paz puede sentirlo.
Abre los ojos y ve que todo el mundo sigue medio dormido en la habitación, nadie ha visto nada, pero ella aún tiene un nudo en el estómago, vuelve a cerrar los ojos pensando en que todo ha sido un sueño pero los niños vuelven a estar ahi, sólo ella puede verlos, estan justo detras de la tele, con las manos a la espalda pero nadie se da cuenta, hinca el codo en las costillas de Darío, pero el no hace caso, nadie les hace caso, parece que sólo ella puede verlos en esa especie de dimensión ocre.
Los niños tienen mucho miedo, van vestidos con ropa vieja, pasada de moda, como de hace 20 años, sus peinados también son antiguos, parecen sacados de una serie antigua, con las manos atras, no estan atados, pegados a la pared, sollozando:
- Mamá, MAMA!
Paz mira atras ve que hay dos hombres tras el sofá, nadie parece verlos, estan disfrutando con aquella escena, también parecen sacados de una pelicula vieja, rien con la cara torcida. Paz tiene mucho miedo por los niños y los niños siguen sollozando, cuando hablan suena un extraño eco, como si en realidad no estuvieran allí
- Mamá, mamá por favor
Paz comprende que esos dos niños son hijos muertos de la señora de la casa, nadie puede verlos porque estan muertos, abre los ojos para comprobar lo que acaba de entender, así es, la gente sigue viendo la tele tirada en los sofás, esta escena es igual que la escena en ocre, sólo que aqui no hay niños ni se les oye sollozar, vuelve a cerrar los ojos, esta muy preocupada por los niños, ahora no paran de llamar a su madre entre lágrimas.
Los hombres hablan:
- ¿No veis que no os hacen caso? No os quieren, no os quieren!
Paz casi puede oir como se les parte el alma a los chiquillos cuando oyen esas palabras, la pena también se lleva sus própios sentidos, esta tan triste por ellos que ni puede articular palabra, de todas formas es inutil, no la oirían, aprieta con fuerza la mano de Darío, el lo nota, pero lo toma como un gesto de afecto. Ellos se quieren con locura, el le devuelve el apretón creyendo reconfortarla.
El otro hombre rie y disfruta con el dolor de los niños.
- Llama, llama a tu madre..
- Mamá, mamá!
El hombre rie.
Su madre no hace caso y los niños rompen a llorar.
El primero hombre se acerca a los niños, Paz siente un miedo terrible, pero en ningun momento cambia ese sentimiento por el de la pena, se siente fatal. El hombre coge a los niños del brazo, ya han disfrutado bastante viendo como sufrian, aunque los niños intentan resistirse el hombre se los lleva sin ningún esfuerzo, cuando pasan por delante de su madre, el que esta mas cerca de ella intenta tocarla pero no llega, su madre no ha apartado la mirada en ningún momento del televisor, quieta, como una esfinge, eso será lo ultimo que recuerden los niños allí a donde van.
A mi querido Moriarty.
Era un lugar extraño...
Era un lugar extraño...
A la vuelta pasé por al lado de la tuya casa, saqué la cabesa desde mi hauto y grité: CHURETICAS!
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...
una bandada de gabiotar alzó el vuelo, el sol iba sumerjiendose entre las montañias y solo me contestó el eco de mi propia vos...