Metrónomo

[Merodeador]

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Escribir con dolor de muelas no compensa.

Este dolor se muestra con todo su esplendor en los largos desplazamientos, los viernes por la tarde cuando sabes que hasta el lunes no encontraras un dentista y en un funeral ayuda a que el rictus de dolor salga natural.

– Fíjate fulanito, cuanto le tenía que querer, estaba desencajado.

Otra pastilla, no han pasado ni cuatro horas y me tomo otra, si leí el prospecto detalladamente, lo volví a leer y me la tomé, voy a intentar relajarme y dejar que la puta lengua esté todo el rato dale que te pego jugueteando con el puto flemón.

Cuento las sacudidas, las mido, las cronometro, el tiempo entre pinchazo y pinchazo parece que se agranda, alarga y cuando aparece el dolor no ha bajado en intensidad.

Sí, parece que disminuye.

No solo no compensa sino que además seca la imaginación, los puntos de referencia de a donde ir, por que camino, que pirueta dar, quedan reducidos a ese asfixiante intervalo de metrónomo de las punzadas de afilado dolor.

Ha pasado hora y media desde que tome la pastilla, a la media hora de tomarla mejoré sensiblemente, ahora tengo dudas de cuantificar mi estado, dolor duele y no deja, pero tengo ratos que me olvido del dolor, son pequeños y cuando me doy cuenta el dolor lo percibo pero siento el extraño alivio por el ratito que no he sido consciente de su existencia.

Después de dos horas y media estoy desesperado, otra vez estoy revolviendo los envoltorios de las medicinas del cajón donde las amontono, bueno me parece que he encontrado algo, antiinflamatorio analgésico, contraindicaciones: bla bla bla, fecha de caducidad: que le den por culo, estas tienen que ser cojonudas, vamos a ver, dosificación máxima dos pastillas en las comidas cada ocho horas, pues estoy yo como para ponerme a comer, un vaso de agua y a tomar por culo.



Con Dios.