La lechera
Publicado: 05 Ene 2009 13:00
"Si es que, al final, siempre me pasa lo mismo."
Los hielos, ciertamente, tintinearon al caer dentro del vaso, pero era imposible oir ese sonido por encima de la música.
- Salimos a tomar unas cañas mientras vemos el fútbol y luego siempre se nos hace tardísimo.
- Ya, qué le vamos a hacer - contestó mientras extendía un billete a la camarera.
- O prontísimo, según se mire.
Ambos se rieron de la manera en la que solo el alcohol en sangre provoca: sin grandes carcajadas, lentamente, con una risa prolongada en el tiempo.
- Me voy a mear, ahora vuelvo - y recorrió el camino hasta el fondo del bar, ya bastante vacío, donde se encontraban dos puertas, adornadas una con una tuerca y otra con un tornillo. Entró en la del tornillo.
Él se quedó acodado en la barra y le dió un sorbo al vaso ancho. Notó el alcohol de baja calidad en el paladar, y el líquido gaseoso al bajar por la garganta le hizo toser un poco. Se quedó mirando al grupo de tres chicas que estaban al en la esquina opuesta de la barra. Cuando llegaron, un poco más tarde que ellos, no había hecho mucho caso, pero al ir pasando el tiempo, se había ido fijando en la más apetecible. No era una belleza impactante, pero el alcohol y la mirada contínua habían hecho que mejorara, y en ese momento le parecía encantadora. Ella, además, también le echaba miradas cortas, pero repetidas.
Mientras bebía otro poco, empezó a pensar que se acercaba a ella. No tenía muy claro qué es lo que iba a decir, pero imagina que ella ríe con alegría y lo mira con ojos brillantes. La conversación es muy agradable, y ella resulta ser divertida y graciosa, además de inteligente. Su amigo ya ha vuelto del baño, y, cual escudero ayudando a su caballero, entretetiene a las otras dos amigas mientras el trabaja a su presa. Como ya cerraban el local donde se encontraban en ese momento, él propone que sigan la fiesta en otro lado. Las amigas rancias declinan la oferta, pero ella acepta y va con ellos al local que él conoce donde, aún a esas horas, ponen música suave para poder hablar y tiene sillones cómodos de dos plazas. Su compañero, una vez más ejerciendo de perfecto celestino, se disculpa en la puerta, aduciendo un alto grado de alcohol en sangre, y los deja solos. Una vez dentro, sentados, con una copa para cada uno encima de la mesilla y melodías suaves sonando por los altavoces, siguen con la conversación interesante hasta que, en silencio, se miran a los ojos. Entonces es ella la que acerca, lentamente, su cara a la suya para besarlo en los labios. Se dedican a recorrer la cavidad bucal del otro durante bastante rato, antes de que ella, una vez más, propone seguir con el asunto en su casa. Una vez allí pasan el resto de la noche haciendo el amor, al principio de una manera tierna y delicada, para pasar, un poco más tarde, a escenas propias de la pornografía que miraba habitualmente en su ordenador a oscuras. Unas horas más tarde, ambos llaman a sus lugares de trabajo fingiendo una enfermedad y pasan el día entero abrazados, descubriendo que sus gustos de ocio eran tan iguales que podrán compartir cine, música y libros durante el resto de su vida. Unos meses más tarde hacen su primer viaje juntos, a ese país que tanto les gusta y ya conocen, pero que ir juntos lo convierte en un lugar mucho más especial. Allí es donde se dan cuenta de que quieren pasar el resto de su vida juntos, y depués de pasar dos años de convivencia, por probar, deciden dar el paso de firmar los papeles para casarse en el ayuntamiento y así aprovecharse de las ventajas fiscales que ello conlleva. A los dos años exactos de matrimonio, tienen su primer hijo, el primero de los cuatro que han decidido que criarán juntos.
- Menuda meada, tío, esto era un no parar.
Su amigo acababa de regresar el baño, despertándole de su ensoñamiento. Vió como la chica se estaba poniendo el abrigo para marcharse. No pudo evitar que el corazón le diera un pequeño vuelco.
- Joder, macho, si casi te has bebido ya el cubata. Qué animal. ¿De que estábamos hablando antes?
- De que el Atleti este año juega de puta madre.
"Si es que, al final, siempre me pasa lo mismo."
Los hielos, ciertamente, tintinearon al caer dentro del vaso, pero era imposible oir ese sonido por encima de la música.
- Salimos a tomar unas cañas mientras vemos el fútbol y luego siempre se nos hace tardísimo.
- Ya, qué le vamos a hacer - contestó mientras extendía un billete a la camarera.
- O prontísimo, según se mire.
Ambos se rieron de la manera en la que solo el alcohol en sangre provoca: sin grandes carcajadas, lentamente, con una risa prolongada en el tiempo.
- Me voy a mear, ahora vuelvo - y recorrió el camino hasta el fondo del bar, ya bastante vacío, donde se encontraban dos puertas, adornadas una con una tuerca y otra con un tornillo. Entró en la del tornillo.
Él se quedó acodado en la barra y le dió un sorbo al vaso ancho. Notó el alcohol de baja calidad en el paladar, y el líquido gaseoso al bajar por la garganta le hizo toser un poco. Se quedó mirando al grupo de tres chicas que estaban al en la esquina opuesta de la barra. Cuando llegaron, un poco más tarde que ellos, no había hecho mucho caso, pero al ir pasando el tiempo, se había ido fijando en la más apetecible. No era una belleza impactante, pero el alcohol y la mirada contínua habían hecho que mejorara, y en ese momento le parecía encantadora. Ella, además, también le echaba miradas cortas, pero repetidas.
Mientras bebía otro poco, empezó a pensar que se acercaba a ella. No tenía muy claro qué es lo que iba a decir, pero imagina que ella ríe con alegría y lo mira con ojos brillantes. La conversación es muy agradable, y ella resulta ser divertida y graciosa, además de inteligente. Su amigo ya ha vuelto del baño, y, cual escudero ayudando a su caballero, entretetiene a las otras dos amigas mientras el trabaja a su presa. Como ya cerraban el local donde se encontraban en ese momento, él propone que sigan la fiesta en otro lado. Las amigas rancias declinan la oferta, pero ella acepta y va con ellos al local que él conoce donde, aún a esas horas, ponen música suave para poder hablar y tiene sillones cómodos de dos plazas. Su compañero, una vez más ejerciendo de perfecto celestino, se disculpa en la puerta, aduciendo un alto grado de alcohol en sangre, y los deja solos. Una vez dentro, sentados, con una copa para cada uno encima de la mesilla y melodías suaves sonando por los altavoces, siguen con la conversación interesante hasta que, en silencio, se miran a los ojos. Entonces es ella la que acerca, lentamente, su cara a la suya para besarlo en los labios. Se dedican a recorrer la cavidad bucal del otro durante bastante rato, antes de que ella, una vez más, propone seguir con el asunto en su casa. Una vez allí pasan el resto de la noche haciendo el amor, al principio de una manera tierna y delicada, para pasar, un poco más tarde, a escenas propias de la pornografía que miraba habitualmente en su ordenador a oscuras. Unas horas más tarde, ambos llaman a sus lugares de trabajo fingiendo una enfermedad y pasan el día entero abrazados, descubriendo que sus gustos de ocio eran tan iguales que podrán compartir cine, música y libros durante el resto de su vida. Unos meses más tarde hacen su primer viaje juntos, a ese país que tanto les gusta y ya conocen, pero que ir juntos lo convierte en un lugar mucho más especial. Allí es donde se dan cuenta de que quieren pasar el resto de su vida juntos, y depués de pasar dos años de convivencia, por probar, deciden dar el paso de firmar los papeles para casarse en el ayuntamiento y así aprovecharse de las ventajas fiscales que ello conlleva. A los dos años exactos de matrimonio, tienen su primer hijo, el primero de los cuatro que han decidido que criarán juntos.
- Menuda meada, tío, esto era un no parar.
Su amigo acababa de regresar el baño, despertándole de su ensoñamiento. Vió como la chica se estaba poniendo el abrigo para marcharse. No pudo evitar que el corazón le diera un pequeño vuelco.
- Joder, macho, si casi te has bebido ya el cubata. Qué animal. ¿De que estábamos hablando antes?
- De que el Atleti este año juega de puta madre.
"Si es que, al final, siempre me pasa lo mismo."