La lechera

[Party Boy]

"Si es que, al final, siempre me pasa lo mismo."

Los hielos, ciertamente, tintinearon al caer dentro del vaso, pero era imposible oir ese sonido por encima de la música.

- Salimos a tomar unas cañas mientras vemos el fútbol y luego siempre se nos hace tardísimo.

- Ya, qué le vamos a hacer - contestó mientras extendía un billete a la camarera.

- O prontísimo, según se mire.

Ambos se rieron de la manera en la que solo el alcohol en sangre provoca: sin grandes carcajadas, lentamente, con una risa prolongada en el tiempo.

- Me voy a mear, ahora vuelvo - y recorrió el camino hasta el fondo del bar, ya bastante vacío, donde se encontraban dos puertas, adornadas una con una tuerca y otra con un tornillo. Entró en la del tornillo.

Él se quedó acodado en la barra y le dió un sorbo al vaso ancho. Notó el alcohol de baja calidad en el paladar, y el líquido gaseoso al bajar por la garganta le hizo toser un poco. Se quedó mirando al grupo de tres chicas que estaban al en la esquina opuesta de la barra. Cuando llegaron, un poco más tarde que ellos, no había hecho mucho caso, pero al ir pasando el tiempo, se había ido fijando en la más apetecible. No era una belleza impactante, pero el alcohol y la mirada contínua habían hecho que mejorara, y en ese momento le parecía encantadora. Ella, además, también le echaba miradas cortas, pero repetidas.

Mientras bebía otro poco, empezó a pensar que se acercaba a ella. No tenía muy claro qué es lo que iba a decir, pero imagina que ella ríe con alegría y lo mira con ojos brillantes. La conversación es muy agradable, y ella resulta ser divertida y graciosa, además de inteligente. Su amigo ya ha vuelto del baño, y, cual escudero ayudando a su caballero, entretetiene a las otras dos amigas mientras el trabaja a su presa. Como ya cerraban el local donde se encontraban en ese momento, él propone que sigan la fiesta en otro lado. Las amigas rancias declinan la oferta, pero ella acepta y va con ellos al local que él conoce donde, aún a esas horas, ponen música suave para poder hablar y tiene sillones cómodos de dos plazas. Su compañero, una vez más ejerciendo de perfecto celestino, se disculpa en la puerta, aduciendo un alto grado de alcohol en sangre, y los deja solos. Una vez dentro, sentados, con una copa para cada uno encima de la mesilla y melodías suaves sonando por los altavoces, siguen con la conversación interesante hasta que, en silencio, se miran a los ojos. Entonces es ella la que acerca, lentamente, su cara a la suya para besarlo en los labios. Se dedican a recorrer la cavidad bucal del otro durante bastante rato, antes de que ella, una vez más, propone seguir con el asunto en su casa. Una vez allí pasan el resto de la noche haciendo el amor, al principio de una manera tierna y delicada, para pasar, un poco más tarde, a escenas propias de la pornografía que miraba habitualmente en su ordenador a oscuras. Unas horas más tarde, ambos llaman a sus lugares de trabajo fingiendo una enfermedad y pasan el día entero abrazados, descubriendo que sus gustos de ocio eran tan iguales que podrán compartir cine, música y libros durante el resto de su vida. Unos meses más tarde hacen su primer viaje juntos, a ese país que tanto les gusta y ya conocen, pero que ir juntos lo convierte en un lugar mucho más especial. Allí es donde se dan cuenta de que quieren pasar el resto de su vida juntos, y depués de pasar dos años de convivencia, por probar, deciden dar el paso de firmar los papeles para casarse en el ayuntamiento y así aprovecharse de las ventajas fiscales que ello conlleva. A los dos años exactos de matrimonio, tienen su primer hijo, el primero de los cuatro que han decidido que criarán juntos.

- Menuda meada, tío, esto era un no parar.

Su amigo acababa de regresar el baño, despertándole de su ensoñamiento. Vió como la chica se estaba poniendo el abrigo para marcharse. No pudo evitar que el corazón le diera un pequeño vuelco.

- Joder, macho, si casi te has bebido ya el cubata. Qué animal. ¿De que estábamos hablando antes?

- De que el Atleti este año juega de puta madre.

"Si es que, al final, siempre me pasa lo mismo."

[Blanquita]

Me ha gustado mucho, Party.

[Criadillas]

Jaja.

Me ha gustado también.

Para mí tiene un final feliz.

Moraleja:

Mejor irsen con tu hamigo a acabar la noche estrellandote inconsciente sobre la barra de un bar y hablando del Atleti, que joderte la vida con una pedorra.

Yo lo veo asín, Partys.

[PrimeroDerecha]

Bravo, Party. Buen ritmo.

[Nicotin]

Pffjajajaja, a mí me ha gustado también. Muy logrado.

[LunaOskura]

Me sumo y sigo.

También me ha gustado.

[Straika]

Sin estar a la altura y con intención de homenaje:

"Si es que al final siempre me pasa lo mismo"

La ceniza, ciertamente, se estrelló silenciosamente en el cenicero, pero era imposible apreciarlo por la densa humareda.

- Quedamos las cuatro para ponernos al día y se nos hace tardísimo.

- Ya, que le vamos a hacer, contestó mientras se hacía la loca para que otra fuese a pagar.

- Tía son dos euros cada una.

Todas se rieron de la manera que la tensión entre amigos por dinero provoca. Estridente, aguda y nunca sabes cuando pararte porque realmente no hay risión ninguna.

- Vamos a hacerte el vacío un rato, para que puedas mirar al pervertido borracho de la barra.- y se pusieron a charlar de sus cosas juntando cabezas y mirando de cuando en cuando despectivamente a la otra. Como si le faltase un tornillo.

Ella se quedó repatingada en la silla y aplastó el cigarrillo con leve mosqueo. Noto el sabor rancio de la nicotina en su garganta y el humo ducadil (del negro) al subir por su garganta le hizo toser un poco. Se quedó mirando al borrachito de la otra esquina de la barra. Cuando llegaron, allí estaban ellos. No les había hecho mucho caso, pero al ir pasando el tiempo, se había ido fijando en el mas feito. No era una fealdad impactante, pero el aburrimiento y el vacío contínuo de sus amigas había hecho que le echase un vistazo y lo descubriese ahí con cara de pasmo, en ese momento le pareció el típico pagafantas que se deja los cuartos en un casquete. Él además, no le quitaba ojo de encima.

Mientras se fumaba otro ducados, empezó a pensar que él se le acercaba. No sabría que típica excusa le soltaría para mojar su etílico churro. Pero imagina que le sigue la corriente como a los locos mientras sus ojos brillan de codicia. La conversación es típicamente halagueña, y él resulta ser inocentón e ingenuó, ademas de tonto. Sus amigas vuelven a hacerle caso, y como zorras en un burdel, todas intentan captar su atención mientras su amigo que aparece de repente corta el rollo contando chistes de Chiquito.
Como ya cerraban el local donde se encontraban en ese momento, ella propone que sigan la fiesta en otro lado.
Las amigas para variar le dejan toda tirada con los dos maromos, ellos le llevan a un after hour y bailan gorilescamente entre hordas sudorosas de drogadictos. Su amigo, ejerciendo de perfecto gilipollas, le zumba una hostia a un latin king y acaba aquello como el rosario de la aurora. Se quedan solos.

Una vez, alli, con el local vacío y las sirenas de la policía de fondo, con un botellin de agua sospechosa para cada uno y un gran exito del drum & bass de fondo, siguen con la insustancial y tópica cháchara que termina en silencio incómodo, el cual deviene en mirada inerte y etílica.

Después tienen sepso, ella descubre que él es informático y decide dar el braguetazo al que aspiró desde niña.

-Tía joder, por qué tienes esa cara de ida. ¿en qué piensas?

- En que sois unas amigas de puta madre

"Si es que al final, siempre me pasa lo mismo"


(en realidad lo que quiero decir es que yo lo veo como Criadillas)

[Party Boy]

Qué hijaputa.

[curreta]

Si es que al final, siempre me pasa lo mismo.

-Las manos calientes y el corazón frío. -Se repetía mentalmente en la barra del bar, su incapacidad de sentir empatía por otro ser humano le frustraba, otras veces lo había intentado y siempre había fracasado.
Con Sara por ejemplo, aquella chica del instituto a la que le gustaban los chicos raros, como yo, y yo empecé a salir con ella mas por la presión de mis compañeros que por que realmente me gustase aquella chica siempre vestida de negro.
Han llegado 3 chicas, se ponen al otro lado de la barra me fijo en su ropa, sus zapatos, la expresión de sus caras, dos de ellas se giran al verme, pero la tercera me mira de reojo fugazmente.

De repente un tipo se sienta a mi lado, saca un paquete de Lucky Strike, me ofrece uno -¿Quieres?
-Si gracias
-Acepto, al parecer no soy el único al que le apetece no acabar sólo esta noche.
-Hay que joderse lo bien que esta jugando el Atleti este año, uno nunca sabe con que plantilla va a acertar.
-Parece que no busca un rollete, sólo quiere un poco de conversación para no sentirse sólo.
-Es posible, a mi sólo me gustan los deportes de contacto entre hombres -Si después de esto no se larga, es que quiere un rollete y tengo posibilidades de no acabar sólo esta noche, pero al tipo se le borra la sonrisa de la cara y se larga.
-Este... voy a mear.

-Me vuelvo a fijar en la chica del fondo de la barra, bebo un largo sorbo de mi DYC, tan amargo que me hace toser, eso llama su atención de nuevo, creo que está lanzandome señales visuales.
El tipo sale del baño y se dirige directamente a ellas, a dos de las chicas les hace gracia, pero solo quieren reirse de él para hacerse las interesantes la una con la otra, la tercera se dirige a mi y charlamos de cosas superfluas pero a ella se le ve muy animada y yo por fin puedo contactar con otro ser humano, así que le sigo la corriente.

Las chicas se han cansado del tipo, quieren irse, avisan a su amiga, el otro tipo va tras ellas y Lucía, que así se llama, me coge de la mano y me sube hasta la puerta.

-Yo me voy a quedar con estos a tomarme la última.
-Bueno tía tu sabras lo que haces con tanto tio sola.
-Parece que han creido que venimos juntos, ni el ni yo nos molestamos en dar explicaciones, bastante tengo ya que hablar con Lucía para parecer normal y el otro chico supongo que no piensa gastar saliva con dos pedorras que, ahora se da cuenta, se han reido de él.
Las chicas se marchan.
El chico nos dice con algo de cabreo -Que seais muy felices.
- ¿Tu amigo se va?
-No es mi amigo, ¿nos vamos a mi casa?

Una vez en casa por fin empiezo a sentir cosas, noto como la sangre recorre mi sien, las manos calientes y el corazón caliente, ella se afana en pasear su asquerosa lengua por mi boca, el intercambio de fluidos me asquea, pero quiero parecer normal, quiero ser normal.
Al principio todo es suave, romántico, pero poco a poco sube el tono, empiezo a no controlar mis manos.
-Para ¡me haces daño!
-Pero ahora ya no puedo oirla, me tiemblan las manos como si un torente de sangre superior al que mis brazos pueden soportar circulara por mis venas, sigue diciendo cosas, se mueve espasmodicamente, me acuerdo de Lucía, de Raquel, de aquella turista inglesa, los latidos de mi corazón son tan fuertes que parece que se me van a salir por las orejas, que me sudan como un pavo en un horno de leña, no controlo muy bien mis movimientos que son torpes y espasmodicos, la mayoría de las veces no acierto a nada, pero cuando acierto son contundentes como yunques sobre arcilla. De repente ella deja de moverse y un caño de semen es disparado por mi polla semierecta dentro de mis pantalones.

Empiezo a calmarme y a recuperar mi visión poco a poco, Lucía esta tirada en la cama, tiene moretones por todo el cuerpo y el pescuezo retorcido como una gallina de Corral.



Joder.


Si es que al final siempre me pasa lo mismo.

[mayhem]

Lo de Party me parece un remix de Más allá del bar y Noches confusas con una dosis abusiva de edulcorante. No me ha gustado, sinceramente, pero me gusta que escribas, Party, sigue haciéndolo. Leyéndote como te he leído, seguro que creas algo que me entusiasme.

El de Curreta me parece el típico relato sin ideas con intención desagrable malograda, así escrito al vuelo y sin planificación ninguna.

Todo esto sin intención de hacer mal porque yo luego escribo y dios mata gatitos, pero con intención de crítica constructiva.

Venga.