Frutti di mare

[Perro De Lobo]

El viejo Tomás se puso la ropa que, desde hacía años, vestía cada vez que salía a faenar a la mar. En la sala en penumbras se calzó las botas y, dijo:

- Volveré a la misma hora que siempre. Te traeré un regalo.

Al levantarse, rozó con su mano encallecida los cabellos de la mujer, y los apartó de su rostro. La besó en la frente y después, con media sonrisa, salió de su casa. Ella no dijo nada.

Aunque su casa estaba apartada, al final de un camino de tierra que no conducía a ningún otro sitio, distaba sólo 2 o 3 kilómetros del puerto, así que podía ir andando. Tomás trabajaba solo. Su barco podía ser pilotado por un sólo hombre, si éste tenía la suficiente experiencia. Además, no había nadie tan loco como para querer trabajar con él. Tomás se jugaba la vida continuamente, cargaba contra olas de la altura de montañas en mitad del temporal, en plena noche, sin aparatos ni mapas, sin radio. Siempre volvía, pero en el puerto, se decía que sólo era cuestión de tiempo.

Aquella tarde llovía bastante y pocos barcos habían salido a la mar, sólo los más grandes. Tomás, pasó por delante de los marineros que esperaban a cubierto en la lonja y, sin decir nada, subió a su barco. Si escuchó los cuchicheos y murmullos, no lo dejó notar. Al cabo de un rato, sonó el viejo traqueteo del motor, y el barco empezó a moverse lentamente en dirección a mar abierto.

En aquella zona, cerca del paso del estrecho, se pescaba el gran atún rojo. Los pescadores seguían utilizando el arte de la almadraba, desde hacía siglos, consistente en crear un enorme laberinto de redes bajo el mar, en el cual caían los grandes peces en su periplo hacia las aguas cálidas del mediterráneo. Quedaban pocos atunes, y los que pocos que se pescaban estaban muy cotizados. Un sólo atún era tan valioso que podía mantener a una familia durante más de medio año.

Tomás no sabía nada de almadrabas, pero aún así lograba traer siempre algo a puerto. No siempre eran atunes, sólo muy de vez en cuando. Algunos días, al regresar a puerto, descargaba sobre las mesas de la lonja la mitad sangrante de un enorme pez, y la gente se acercaba con asombro para verlo. Una cola de pez, destrozada, sobre un charco de sangre que no dejaba de aumentar. Su sistema, decían, era embestir a los atunes a toda máquina y recoger los restos que quedaran flotando sobre la superficie. Le pagaban muchísimo menos que por un atún intacto, pero aún así, era una gran cantidad de dinero.

Aquella tarde, mucho después de haber salido de puerto, se vió el barco de Tomás acercándose desde el horizonte, justo cuando los últimos rayos de luz desaparecían bajo las montañas. El barco atracó en el muelle, y de él saltó Tomás, arrastrando un pesado bulto que tenía agarrado con un gancho. Al igual que otras veces, los pocos hombres que quedaban en la lonja se reunieron junto a él para verle descargar otra cola de atún, violentamente desgarrada, sobre una de las enormes mesas de subasta. Tomás no dijo nada ni nadie se dirigió a él, ya le conocían. La pieza estaba vendida desde antes de ser pescada, y Tomás no tuvo que esperar mucho para salir de ahí con su dinero. Volvió al barco un momento para recoger un fardo con sus cosas, y se dirigió a casa, caminando, y silbando para sí una extraña canción marinera.

Cuando llegó a casa, dejó caer su pesada carga, y ésta chocó contra el suelo con un sonido húmedo. Tomás encendió la luz y contempló la cara que le observaba desde una esquina, en silencio.

- Como te dije, te traigo un regalo.

La mujer no dijo nada. Tomás se agachó y empezó a deshacer el fardo. Mientras lo hacía, iba diciendo:

- ¿Te acuerdas cómo nos conocimos? Al igual que hoy, ese día llovía mucho, pero aún así me hice a la mar cuando el resto del puerto se quedaba en tierra. Sé que ya soy viejo, pero cuando te ví en mitad de la tormenta, nadando, cantando, desnuda y atravesándo las olas, sentí un vigor que no había sentido nunca. Tenías que ser mía.

Con un último movimiento, Tomás sacó lo que había en la bolsa, y alzó los brazos para mostrarlo. Era un torso de mujer, bañado en sangre y sal y cubierto de algas. La cara era hermosísima, los pechos perfectos, tenía brazos largos y esbeltos... solo su pelo, apelmazado por la sangre, rechinaba en aquella estampa. Su pelo, y el final abrupto a la altura de la cintura, donde se podían distinguir aún algunas escamas entre la carne hecha jirones.

Tomás se acercó a la mujer, que no era mujer, sino otro torso clavado a la pared, y que le devolvió la mirada con ojos muertos. Y le dijo:

- No quiero que estés triste, por eso te he traído compañía. Verás, qué felices vamos a ser los tres a partir de ahora. Mis dos pequeñas sirenas.

[Dolordebarriga]

Le faltan, a mi parecer, muchos "algos", pero aun así, se deja leer. Quizá de no haber sido tan rocambolesco con la manera de pescar de Tomás que yo entiendo que no aporta nada al relato, más bien le resta, la historia habría ganado en interés.

Tu, o eso superopino;

Dolordebarriga

[Perro De Lobo]

No es que le falten algos, sencillamente es putamierda. Fue escribirla sin ganas cuando el cuerpo me pedía una siesta y mandarla a la saca, sin revisar ni pasarle el corrector ortográfico del word. Eran deberes para un taller al que me invitaron el otro día, el tema supuestamente era el erotismo, uh.

Pero ya que está escrita, la endiño aquí sin ningún tipo de complejo.

[Dolordebarriga]

¿Pero lo de pescar atunes a golpe de espolón lo has visto en algún cómic de Namor?

Si encima dices que el erotismo era "el tema" ya me comienzas a dar un poco de miedo.

[Perro De Lobo]

Cada uno tiene sus parafilias, joder.

De todas maneras, te rechina la manera de pescar del nota, y no que existan las putas sirenas. ¿Quién es el tarado, eh? ¿eh?

[Dolordebarriga]

Aquí una prueba. Demuéstrame tú lo de la pesca espoloonera, tras la paja, y hablamos.

[Perro De Lobo]

Remote linking forbidden, casi me has convencido. Y te responderé durante.

Yo iba a ponerte una prueba de la pesca esa, alguna imagen del nautilus mismamente, pero no sé cómo, que he ido a parar a un montón de imagenes de tías con tacones que pisan a maromos. Y llegados a este punto, para qué seguir discutiendo.

- ¿Se puede pescar asín o no?
- Nngg, se puede... se puede.

[Dolordebarriga]

Si me pones tres o cuatro más te doy la razón y encima te invito a unas cañas cuando vaya para allí. Pero ahora, por favor, que estoy en materia.

[LunaOskura]

Un pescador (primo hermano de Tomás), con su hijo pequeño, recoge las redes de su barco y descubre que ha capturado a una sirena.

El pescador la observa detenidamente, tendida en cubierta, y acto seguido la devuelve al mar.

El hijo dice: _ Pero, por qué???

El padre contesta: _ "Por qué" no... Por dónde!!! Por dónde!!


Wajaja

[Dolordebarriga]

Luna!! largo del post de mujeres que pisan a sus hombres con tacones de aguja, pero ya!!!