Cinco goboles

La editorial asocial, desde la mas inmunda basura hasta pequeñas joyas... (En obras)
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Urdu
Angela Chanin Izaguirre
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Cinco goboles

Mensaje por Urdu »

Este cuento tiene dos años. Lo tenía completamente olvidado y alguien que lo leyó en su día me lo recordó hace poco. Si no fuerais cuatro gatos lo puliría mucho más, que buena falta le hace, pero para los cuatros mataos de siempre os lo arreo como está.



Cinco goboles.

Cinco goboles quedaron atrapados en un saliente rocoso en mitad de una empinada ladera. La nieve había sepultado el estrecho paso que les llevaba hasta el valle, así que tendrían que permanecer ahí de manera indefinida. Encontraron en una oquedad restos de una hoguera que reavivaron frotando las plantas de sus pies. Sin embargo, no había alimento alguno. Uno de ellos, Max, sabía que los otros cuatro planeaban comerle. No lo intuía, lo sabía, y no erraba. Quizás el término “planear” no sea el adecuado, porque ninguno de los otros había dicho una palabra al respecto. Era más bien una certeza tácita. Se da que, a pesar de su amplio abanico verbal y de su considerable capacidad de abstracción, los goboles no precisan del habla para que sus individuos se sintonicen en lo relativo a instintos primarios, y de la misma manera que los otros cuatro se habían sintonizado en lo referente a Max, a éste no le hacía falta la intuición para comprender su nueva función dentro del grupo.

Ya que de instintos primarios hablamos, no debemos tener a Max como objeto de compasión. Al tratarse de instintos primarios, y aun sin olvidar la proverbial inteligencia de los goboles, Max no siente miedo, tristeza o rabia. La genética dispone que él es el indicado para desempeñar este papel, y facilita el proceso estimulando su sistema nervioso para que segregue endorfinas. Las endorfinas le tranquilizan y al mismo tiempo le confieren un estado de ánimo óptimo para la reflexión. He aquí una paradoja funcional en la genética gobol que la evolución todavía no ha logrado corregir.

Max no era el más débil de los cinco. Dos de los otros habían demostrado menores aptitudes físicas durante el trayecto previo a la tormenta, y habrían sido abandonados de no ser porque cargaban con el queso y la piedra pómez. Los goboles no son, al fin y al cabo, alimañas de camada, de modo que este criterio que sería el previsible en muchas otras especies quedaba descartado con ellos. Tampoco podía decirse que fuera el más fuerte. De haberlo sido se habría asegurado una posición diferente, al menos durante esta primera elección, porque era también evidente que después tendrían que comerse a otro, aunque esto era una evidencia más tácita aún que la de que se lo iban a comer a él primero, y por lo tanto, carecía en esos momentos de preclaridad goboliana de relevancia. No obstante, sí llegó a concluir que ser el más fuerte no le habría evitado ser el segundo.

Una singularidad acerca de Max era que tenía su costado izquierdo intensamente pigmentado de un tono violeta oscuro, algo que se había revelado ventajoso para el apareamiento en más de una ocasión. Sin embargo, tres de sus congéneres también presentaban atributos favorables, y aunque no los presentaran, ninguno de ellos estaba sexualmente receptivo en ese momento. Y dándose, como se daba, otro instinto primario todavía más apremiante condicionando el comportamiento del grupo, Max tuvo que descartar cualquier posible suspicacia que pudiera estar ocasionando su vistoso costado violeta.

No podía asegurarlo, pero era posible que los cuatro ya hubieran iniciando una aproximación. Lo que sí veía con nitidez era que estaban alineados, con sus pesados abdómenes juntos, sólo separados de él por el fuego. Dos le miraban estáticos, dos movían sus cabezas en diferentes direcciones. Cuando consideraran oportuno comenzar tendrían que rodear la hoguera, de modo que Max concentraba su atención en detectar desplazamiento lateral.

Llegado a este punto, Max comienza a somatizar cambios en su organismo que facilitan su solubilidad, ya que no resultaría práctico para la supervivencia del grupo que algo entorpeciera la digestión. Los goboles son indigestos. Sus tejidos han de ablandarse absorbiendo humedad ambiental y sus poros rezuman un sebo untuoso que exhala vapores que estimulan la salivación. Esto le lleva a plantearse si no existirá alguna singularidad en su configuración química que le coloque por delante de los otros en cuanto a idoneidad, recordando quizá el meloso aroma que, según su madre, despedía de niño cuando dormía, y que reptaba ribera abajo perfumando el sueño de los vecinos. Llegó a ser alguien muy popular por este motivo, pero desde aquello había pasado tiempo suficiente como para que ya no quedara ni rastro en su paleta cromática olfativa. Por lo tanto, lo más razonable era pensar que también en eso partían todos en igualdad de condiciones.

Ahora sí: uno comienza a ganar terreno. Avanza pesadamente sin procurar por las brasas, que termina pisando irremediablemente. Tarda unos segundos en percibir el calor, y cuando lo hace se convulsiona, dobla el cuello hacia atrás, se desequilibra y rueda un metro hasta que la roca lo frena. Las plantas de sus pies humean: ahí tenemos al segundo. Los dos más próximos lo contemplan. El cuarto no ha dejado de mirar a Max, que ha interrumpido su línea de pensamiento para sopesar las posibilidades que encierra este inopinado suceso. Su atención se centra ahora sobre el cuerpo inerte, rollizo, impedido, que yace en paralizante posición horizontal, y decide invertir parte de los recursos que le quedan en detectar alguna señal química en esa dirección. Pero no llega nada. Ahora los tres vuelven a observarle, más estáticos que antes, buscando quizás la manera de que no les pase lo mismo.

Max dispone de información privilegiada acerca de su proceso de digestibilización. La proximidad con el fuego lo ha acelerado, y si sus congéneres no se apremian comenzará a oxidarse. Ellos no lo percibirían hasta haberlo metabolizado, y eso podría tener consecuencias fatales. El instinto le dicta por el bien de la especie que tome la iniciativa, así que describe un ángulo de noventa grados sobre su eje hasta quedar de espaldas al caído. Este movimiento no provoca ninguna reacción aparente en los otros, que se limitan a seguirle con la mirada. Max inicia el desplazamiento dejando a cada paso tejido que se disuelve sobre la tibia gravilla formando un engrudo sucio. La gélida brisa alpina acaricia su costado violeta, ahora protegido de la lumbre, y le hace preguntarse si todo tendrá esa misma sensación tan amable, limpia y cierta en unos instantes.

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Dolordebarriga
Companys con diarrea
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Mi querido Urdu:

Mensaje por Dolordebarriga »

Has tardado un montón de años en escribir un verdadero relato aquí, pedazo hijo puta, pero me alegra comprobar que continúas más o menos enchufado. El cuento de "el grupo es lo que importa" me ha gustado, y creo que podría ir perfectamente en un compendio de "Relatos de ficción para que el buen camarada comunista entienda su lugar en el mundo".

Tú, un cobol me la está chupando sobre la tela de una araña;

Dolordebarriga
YO ESTOY INDIGNADO

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Urdu
Angela Chanin Izaguirre
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Mensaje por Urdu »

Pues ya no escribo más, porque yo esperaba arrebato colectivo, admiración y pleitesía, ¿y qué consigo? Mutismo absoluto y Loles felicitándome por haber parido un cuento comunista. ¡Comunista! Pudo haber dicho kafkiano, por citar otro adjetivo poco halagador que habría estado algo más atinado. Pero no, él dijo comunista.


Decidme que soy un puto genio o gritaré hasta enfermar.

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Daion
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Mensaje por Daion »

Urdu, para que no te dé el ataquito, te digo que hoy he recuperado una tradición que hace unos meses que no seguía que es la de imprimirme relatos de la gente por los foros (a veces lo hago con debates o similares, también) y me los llevó para leer con el café del desayuno. Y con tu relato el café sabía bastante mejor.

Mañana me llevo los de friskis.


P.D. : ¿Gobol? ¿kobold? ¿Casualidad o causalidad?
Ramon escribió:Es que en el futuro no habrá ni buenos ni malos, solo gilipollas.

Y quien dice en el futuro dice esta tarde.

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Straika
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Mensaje por Straika »

Me gusta mas cuando escribes a lo almodovar. Ahí las clavas (de hecho tú eres el único responsable de que entrase al mundo foril, te joes).

Este, pues, agradable de leer, imaginativo en la acción, bueno en vocabulario, pero la historia es demasiado corta.

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Urdu
Angela Chanin Izaguirre
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Mensaje por Urdu »

¿Véis? Si todos fuerais como Daion el mundo sería más bonito. Vale, me refiero a mi mundo, pero si yo estoy contento toda España huele mejor.

Straika, vida mía, ¿cuándo he escrito a lo Almodóvar? Cítame un ejemplo. Y no me sueltes a bocajarro que yo soy el culpable de que tú entraras en el mundo foreril. Cuando ya creía que había saldado mis remordimientos por banear a tonetti me sales tú con estas.

Gobol: es una palabra que si tuviera más honestidad creativa no habría podido usar, porque no es mía. Son unas criaturas que salían en la película "Manual del autoestopista galáctico", y que quizás un friki como tú haya visto (en general pasó sin pena ni gloria y tampoco es que sea un título que me causara mucho impacto). Los goboles de esa peli y los míos no tienen nada que ver, sólo me gustó su nombre.

Mis goboles son lo más parecido que váis a encontrar a un barbapapá sin brazos. Ahora que lo pienso no me acuerdo de si los barbapapás tenían brazos.

Es un cuento escrito de bajón anímico. No recuerdo bien su contexto, pero sí que estaba lo suficientemente jodido como para ponerme a escribir ficción.

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Straika
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Mensaje por Straika »

Straika, vida mía, ¿cuándo he escrito a lo Almodóvar? Cítame un ejemplo. Y no me sueltes a bocajarro que yo soy el culpable de que tú entraras en el mundo foreril. Cuando ya creía que había saldado mis remordimientos por banear a tonetti me sales tú con estas.


A lo Almodovar me refiero a tus retratos de fauna de dudosa reputación, por ejemplo el de Trisha y Bolka (no recuerdo como se escribían), o el que mas me gustó, uno de un tipo que era Bakala y se terminaba entusiasmando con la música clásica. De los que le colgabas al gnoki.

Una vez de aburría en verano me dió por entrar en yonkis, lo único que me moló fué tu sección, asín que me los leí tos y vi uno en el que hablabas de fauna foril, con lo cual me picó el gusanillo de cotillear el foro...y así llevo 4 años.

Lo del baneo de Tonetti moló que te pees.

Bueno y ya basta de lamerte los huevos!, cuando leo tus relatos se me olvida quien eres!

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