A los hoteles se va a dormir, no a comer ni a tomar unas copas, coño. Y no digamos ya si ni siquiera te alojas ahí, si no que vas expresamente para comer porque hay dando caché la foto de tal chef que sale de vez en cuando por la tele.
Según qué hoteles dan muchos más servicios además de cama. Pero es que no es de lo que estoy hablando y si te molestas en leer la respuesta que le di a poshol na una página atrás te darás cuenta de que lo que estás diciendo es otra gilipollez. Muy respetable, cuidado, pero no por eso deja de ser una solemne gilipollez. A no ser, claro, que tengas la misma opinión de los restaurantes de los Paradores, por ejemplo.
Me engañaron unos amigos imaginarios para hacer una cena de grupo allí. Local infecto, lleno de humo (y en las ventanas unos avisos de "Prohibido abrir las ventanas"), y con mesas de 20 o 25 animales que se pasan la cena cantando, gritando y tirándose trozos de pan. Restaurante supuestamente dominicano, en el que tanto nos pusieron delante una bandeja de macarrones, como una de berenjenas rebozadas, como una de pollo con salsa. El maravilloso menú incluía, por 21€: comida y bebida (cerveza, sangría, agua y refrescos) sin límite hasta las 23:00 (a las 23:30 entra el segundo turno), postre, café, chupito y cubata. Entre las delicias que nos sirvieron en bandejas tamaño XXL y todo a la vez (por lo que no cabían en la mesa y se tenían que superponer unas sobre otras, por lo que parte de la comida estaba en contacto con los bajos de otra bandeja) había arroz blanco, arroz con frijoles, pollo con salsa, costillas, con salsa, ternera con salsa, macarrones boloñesa, berenjenas rebozadas, yuca rebozada, patatas al horno, ensalada... La comida en si no estaba del todo mal (siendo lo que es), pero el ambiente, la manera de servirlo y, en general, todo, lo hacían muy poco apetecible.