M. Corleone escribió: ↑18 Mar 2018 13:40
Todas esas hostias se quitan con una tortilla de Lorazepam, pero claro, luego no pasarían el antidoping. Pobres.
Con eso opino que no quitas nada, tan sólo lo tapas. Los antidepresivos ayudan pero uno debe entrar a solucionar el problema en sí, tan sólo medicar no me parece la soluci´ón. Es una lacra lo de los problemas mentales, pero como la sociedad ve mal que se hable de ello se lleva siempre medio oculto.
Aunque esto no es el cuéntame...servidor ha tenido, al menos de forma consciente, un único cuadro depresivo en la vida. En 2009 tuve un accidente que me hizo dejar de un día para otro mi vida en Centro América para venirme a operar de urgencias aquí ya que allí no era posible. En la operación además me seccionaron un nervio, un error del cirujano, y se me quedó una mano, la tonta, al menos, que en mi caso es la derecha, sin posibilidad de que le diera yo a mis dedos la orden de que se abrieran (podía cerrar los dedos de la mano pero luego no podía abrirlos, vamos que me hice de la virgen del puño, como buen catalán) y con un diagnóstico del todo incierto, los doctores me dijeron no no sabían si ese nervio iba o no a reenervar y que, si no lo hacía la mano se me quedaría así para siempre. Si a eso le añades que 2009 era un año terrible para este país, que yo tenía entonces 38 años y me tocaba volver a comenzar mi vida de cero y sin saber en que estado iba a quedar pues todo ello me hizo bola y me quedé tocado. Me di cuenta enseguida, seguramente porque nunca me había pasado y al ser de naturaleza optimista enseguida me puse en guardia (no podía dormir, mi cabeza una y otra vez volvía a entrar en un bucle de autocompasión, estaba muy desmotivado..) , y pedí hora en psiquiatra de la SS. El psiquiatra, un tio, bien majo, tras explicarle mi cuadro me dijo que me iba a recetar antidepresivos pero yo le dije que no, que me negaba a tomarlos, que lo que necesitaba era salir de ahí, de ese pequeño pozo en el que me había metido, no quería que el pozo quedara difuminado, yo lo que quería era escalarlo y salir. El tipo, que repito me pareció un sol, me dijo que ok, que me iba a derivar a psicología, que nada de medicamentos. Así que, durante dos meses y medio, por primera y única vez en mi vida acudía a un psicóloga de la SS, una señora argentina, seca y dura de cojones pero que consiguió hacerme ver que ni era para tanto lo mio y que aunque las cosas salieran mal podía perfectamente tirar para adelante. Pedí yo el alta tras dos meses y medio y nunca más he vuelto a tener ninguna alerta, ni antes ni después.
Con todo ello quiero decir que aunque servidor no tiene ni mierda de idea sobre lo que es una depresión, porque lo mío fue un soplido y ya digo que desde que me hice adulto (la adolescencia es otra cosa) he sido una persona optimista por naturaleza, de no centrarme en los problemas y de buscar las soluciones, siempre me ha parecido muy equivocado el no dar visibilidad a los estados mentales. Creo que ocultarlos y minimizarlos es un error. Por eso me parece tan acetada y valiente la carta de K. Love.