Los Knicks, esa franquicia en permanente deriva, acaban de poner a la venta a Bargnani y a Calderón. Mientras que lo del italiano tiene mil explicaciones, lo de Calderón coge un poco más por sorpresa, cuando llegó a NY como una pieza vital del triángulo ofensivo que con tanto ahínco quieren implantar ahí entre Jackson y Fisher.
Calderón lo tiene todo para triunfar en semejante esquema: rápido, generoso, buen tirador y capaz de desaparecer y ceder el protagonismo a las estrellas, sean Jordan, Bryant, Shaq o Carmelo. Es, en resumidas cuentas, un base que clava el perfil de los que han triunfado con Jackson. Quizá no tenga la capacidad para decidir partidos del Fisher jugador (que no técnico), pero para ser sincero, 1. no ha tenido opción de demostrarlo, 2. con Carmelo y hasta hace poco JR Smith en el equipo, tampoco es que le fueran a dejar.
Los Knicks son sin duda la gran decepción del año. Los 76ers están empezando a funcionar, o lo más parecido a "funcionar" con lo que pueda definirse a esa franquicia. Desde luego, van hacia arriba, que no es poco. Detroit, otro equipo que empezó entre mal y fatal, está en una gran racha desde que se deshicieron de Josh Smith, un auténtico porculero en el vestuario según parece, y que desde que ha aterrizado en Houston dicha franquicia ha visto sus números decaer. No sólo eso, si no que su antiguo equipo, Atlanta, con un núcleo similar al que había cuando lo dejó, está petándolo en el este y hay quien los ve ya como aspirantes al título. No es mi caso, pero sí es impresionante la mejora y se han convertido en un equipo muy bonito de ver, practicando baloncesto de alto nivel, muy inteligente y comedido. Los llaman los Spurs del este, y sí, algo hay. Que el entrenador haya sido asistente de Popovich durante 18 años ayudará en eso, claro.
Del oeste al este, ha ido Budenholzer, para mejorar un equipo. Del este al oeste ha ido Josh Smith para empeorarlo. Es absolutamente imperdonable. Desde que llegó a Houston, se ha tirado 12 calabazas desde más allá de la línea de triples. Ha metido 3. Lo jodido es que incluso semejante balance mejora su porcentaje del 21% en lo que va de año desde la línea de 3. No estamos hablando de un cadete, no, si no de un profesional que hasta hace poco cobraba más de 20 kilos al año.
Del oeste al este han ido Jackson, Fisher y Calderón, no ya para empeorar un equipo, si no directamente para hacer el tonto. Lo del extremeño ha llegado a un punto en el que es muy difícil de justificar su bajo rendimiento. Me gusta mucho como jugador pero al final, tras tantos años, no me queda otra que reconocer que es un mojón. No es capaz de aportar y de verdad que no me lo explico; será cuestión de ego o de falta de compromiso o de complejos, quién sabe. El caso es que lleva ya varios años entre los mejores tiradores de triples de la liga y su impacto no es ni de coña comparable al de gente como Korver (un jugador mucho más limitado) o Matthews. Es, sencillamente, penoso.
Lo de Jackson y Fisher... pues bueno. Al último no se le puede culpar, lo han dejado al mando de este pastel y el pobre no es que haya podido hacer mucho. Lo de Jackson sí es de juzgado de guardia: si pretendías una reconstrucción, deberías haber empezado antes y no esperar a mitad de temporada, cuando ya estás dando pena, cuando se lesiona tu estrella, y poniendo en la picota al base que tú mismo dijiste que iba a ser uno de los puntales de TU proyecto.
El cada vez más insufrible (y está llegando a cotas impresionantes en ese sentido) Spike Lee hizo una película para educar a los aficionados de los Knicks qué es el triángulo ofensivo. Mucho mejor que eso, debería hacer una película para explicar por qué no está funcionando y por qué se ha pasado en cuestión de meses de aspirar a la final de conferencia a tankear muy ascopenosamente. Quizá así explicaría, de paso, porque hay aficionados que prefieren taparse la cara a ser vistos asistiendo a otra puta mierda de partido:

Venga.