Dicho y hecho:
Señoras y señores, damas, caballeros, niñas y niños, ¿cómo están ustedes? Imagino que tan sorprendidos como yo. Claro. ¿Y por qué? Pues porque en un alarde de creatividad, originalidad e inteligencia superlativa el simpático y
chirigotero Sr. Curreta no ha tenido otra ocurrencia que proponer como debate un tema tan interesante como éste. Bien, Sr. Curreta, usted se lo ha buscado.
Asumiendo el riesgo que mi osadía conlleva voy a intentar (y usted, Sr. Curreta, negará el éxito de mi propósito) sacarle los colores al proyecto de payaso que pretende que defienda a Fofó frente a Miliki. Comienza la función.
Sr. Curreta, usted se creerá gracioso, usted se creerá que ha sido tocado por la mano de alguna musa despistada, usted se creerá que con esa nariz de payaso es capaz de arrancarle una sonrisa a alguien. Lo que usted tendría que hacer es reconocer que no vale ni para payaso, que de esta guisa salió usted de su última fiesta de su cumpleaños. Detenido por soso, por antipático y por malaje.
Foto de archivo cedida por los servicios jurídicos de la policía.
Debería, en un acto de justicia y solidaridad para con mis compañeros en los combates, proponer su retirada como miembro del jurado. Usted, Sr. Curreta, no da juego, no sirve para esto. Márchese, Sr.Curreta,
mar-che-sé. Se lo ruego. Por la Virgen del Carmen.
Las normas de este concurso deberían contemplar la posibilidad de encontrarnos con payasos como jurados. Deberíamos, como combatientes desinteresados, proponer el despido de aquellos miembros que pretenden impartir justicia planteando temas tan absurdos como éste. Cuando un juez no vale ni para mimo no hay más que hablar. Sr. Spencer, por favor, ponga a este elemento de patitas en la calle, écheselo a los leones del circo, póngalo en el alambre sin red, en la tabla de lanzador de cuchillos, no sé... No se me ocurre qué hacer con él.
Bueno sí: Sr. Curreta, acaba de ser usted nombrado hombre-cañón. A ver si con un poco de suerte conseguimos mandarlo a Marte, o por lo menos al carajo.
En el fondo le entiendo. Usted, con sus doce años mentales, ha oído hablar de los payasos de la tele y pretende que la Srta. Barbie y yo le pongamos al día para presumir delante de sus amigos. Pretende que nosotros le colguemos aquí las letras de las canciones de los payasos para cantarlas en las fiestas del correccional donde está usted internado. Se ha debido creer que yo voy a realizarle gratis un resumen bibliográfico con toda la información sobre Fofó o Miliki. Usted, Sr. Curreta, nunca llegará a ser tan payaso como ellos porque no tiene la clase que hay que tener para hacer reír. Eso que usted pretende no está al alcance de cualquiera, no basta con vestirse de rojo como hizo en los últimos carnavales.
Foto cedida por el director del centro donde está internado el Sr. Curreta.
No debe tomarse esto a mal. Se lo digo por su bien, que
del mismo modo que ustedes, los jueces, nos exigen a nosotros ciertas capacidades dialécticas, nosotros, los combatientes, les pedimos a ustedes un poco de imaginación a la hora de elegir tema. Comparar a Fofó con Miliki es como comparar un Ferrari con un Seiscientos. Comparar a Fofó -creador de canciones como
Susanita tiene un ratón,
Hola Don Pepito o
La Gallina Turuleca entre otras-, con Miliki debería estar penado de por vida.
Sr. Curreta, lo dicho: ¡a los leones!
Srta. Barbie, su número.