El tema: turrón duro Vs turrón blando.
Empieza Picapiedra.
Tenéis hasta el viernes 9.
3ª jornada: Picapiedra Vs tdexhunter
- bud spencer
- Mojahedín
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- Picapiedra
- moromielda
- Mensajes: 111
- Registrado: 15 Dic 2003 19:57
Queremos turrón, turrón, turrón...
¿Seguimos queriendo turrón, turrón, turrón?
La verdad es que hablar de un producto tan típicamente navideño, una vez finalizadas las fiestas, y, sobretodo, los copiosos ágapes con los que hemos conseguido ganar quilos de peso y potenciar la venta de digestivos en las farmacias españolas, me produce un efecto más nauseabundo que el que pueda derivarse de la lectura del combate defecación de gitano / micción de travestido, por lo que permítame felicitarle, Sr. Spencer, ya que ha logrado que mi inapetencia alimentaria se traslade a este texto. Ha clavado Ud., el tema (¿don de la oportunidad?).
En cualquier caso, intentaré que no se les indigeste el texto, y por ello, me ceñiré más de lo habitual al tema en cuestión, dejando las florituras y artificios originales para próximos debates.
En turrón lo tengo claro. No lo hay mejor que el de Alicante, vulgarmente conocido como el duro, y espero que al finalizar el texto todos Uds., sólo consuman este tipo de turrón (bueno, éste y el ya clásico de arroz con leche de Lacasa).
1.- Vista: Pigmentación.
Frente al color inmaculado blanco imperio que presenta nuestra variedad de turrón favorita, su alternativa, el turrón de Jijona, ofrece un color similar al ambarino pero con un matiz más oscuro, más cercano al color de una hez post-navideña, por lo que, de partida, el sentido más gustativo (generalmente comemos más con los ojos que con la boca) ya nos recomienda la elección correcta.
2.- Tacto: Melosidad.
Cuando acercamos la mano y cogemos un trozo de turrón de Alicante, nos encontramos con esa uniformidad y consistencia presente en las cosas bien hechas, mientras que al sostener un pedazo del blando, nuestros dedos quedan empalagosamente resbalosos por el aceite y la miel que chorrea el turrón, obligándonos a usar servilletas de continuo para poder atacar a las bolitas de coco (no intenten abrirlas sin limpiarse las manos. Es casi tan imposible como decir Pamplona con un mantecado en la boca).
3.- Olfato: Recargamiento.
Nuestro turrón preferido nos regala un olor bastante neutro con ligeros toques secos almendrados que juntamente con su gusto, permanecerán en nuestra memoria durante su masticación. Por el contrario, el olor chorreoso, correoso y recargante del Jijona, nos envolverá en su melosidad y pastosidad durante toda la digestión, y si no nos laváramos las manos, posiblemente, su reminiscencia nos quedaría grabada en la mente más que un tatuaje de ¿Hena? en la espalda de nuestra novia.
4.- Oído: Sequedad.
El turrón de Alicante nos da un sonido seco característico , similar al que puede oírse al fracturarse una nariz (altamente satisfactorio si es la de un contrincante en una pelea), mientras que el de Jijona, sólo nos aporta un sonido leve y desbravado casi inaudible al oído humano.
5.- Gusto: Pastosidad.
Si masticamos turrón del duro, favorecemos nuestra salud dental, y apreciamos un sabor almendrado totalmente acorde al que obtenemos al olfatearlo. Asenso contrario, si intentamos masticar turrón del blando, perjudicamos nuestra protección dental al cariarla con los azúcares aportados, y de igual manera atacamos a nuestro estómago, pues la dificultad de deglutir correctamente ese turrón, altamente pegajoso, conllevará que lo traguemos más que lo comamos. Todo ello sin perjuicio de tener que arrastrar su empalagosidad hasta que podamos lavarnos la boca (altamente recomendable el uso del hilo dental: consigue llegar a esos rincones rebosantes de masa turronera).
Como pueden apreciar, todos nuestros sentidos nos impulsan a elegir correctamente. Y es que la naturaleza siempre ha sido muy sabia, e igual que nos advierte no tocar un animal con coloración llamativa (generalmente pueden resultar venenosos: pez araña, mamba verde,...), nos determina la elección del turrón más adecuado para nosotros.
Con ello queda acreditado el porqué de la que a partir del próximo año debe ser su elección turronera habitual: el turrón de Alicante; y permítanme no empacharles más con otros argumentos como la tradición, la caducidad o la composición,... argumentos que en todo caso mencionaré si mi rival de hoy no tiene a bien dar la razón en algo tan evidente como es este nuestro tema.
¿Seguimos queriendo turrón, turrón, turrón?
La verdad es que hablar de un producto tan típicamente navideño, una vez finalizadas las fiestas, y, sobretodo, los copiosos ágapes con los que hemos conseguido ganar quilos de peso y potenciar la venta de digestivos en las farmacias españolas, me produce un efecto más nauseabundo que el que pueda derivarse de la lectura del combate defecación de gitano / micción de travestido, por lo que permítame felicitarle, Sr. Spencer, ya que ha logrado que mi inapetencia alimentaria se traslade a este texto. Ha clavado Ud., el tema (¿don de la oportunidad?).
En cualquier caso, intentaré que no se les indigeste el texto, y por ello, me ceñiré más de lo habitual al tema en cuestión, dejando las florituras y artificios originales para próximos debates.
En turrón lo tengo claro. No lo hay mejor que el de Alicante, vulgarmente conocido como el duro, y espero que al finalizar el texto todos Uds., sólo consuman este tipo de turrón (bueno, éste y el ya clásico de arroz con leche de Lacasa).
1.- Vista: Pigmentación.
Frente al color inmaculado blanco imperio que presenta nuestra variedad de turrón favorita, su alternativa, el turrón de Jijona, ofrece un color similar al ambarino pero con un matiz más oscuro, más cercano al color de una hez post-navideña, por lo que, de partida, el sentido más gustativo (generalmente comemos más con los ojos que con la boca) ya nos recomienda la elección correcta.
2.- Tacto: Melosidad.
Cuando acercamos la mano y cogemos un trozo de turrón de Alicante, nos encontramos con esa uniformidad y consistencia presente en las cosas bien hechas, mientras que al sostener un pedazo del blando, nuestros dedos quedan empalagosamente resbalosos por el aceite y la miel que chorrea el turrón, obligándonos a usar servilletas de continuo para poder atacar a las bolitas de coco (no intenten abrirlas sin limpiarse las manos. Es casi tan imposible como decir Pamplona con un mantecado en la boca).
3.- Olfato: Recargamiento.
Nuestro turrón preferido nos regala un olor bastante neutro con ligeros toques secos almendrados que juntamente con su gusto, permanecerán en nuestra memoria durante su masticación. Por el contrario, el olor chorreoso, correoso y recargante del Jijona, nos envolverá en su melosidad y pastosidad durante toda la digestión, y si no nos laváramos las manos, posiblemente, su reminiscencia nos quedaría grabada en la mente más que un tatuaje de ¿Hena? en la espalda de nuestra novia.
4.- Oído: Sequedad.
El turrón de Alicante nos da un sonido seco característico , similar al que puede oírse al fracturarse una nariz (altamente satisfactorio si es la de un contrincante en una pelea), mientras que el de Jijona, sólo nos aporta un sonido leve y desbravado casi inaudible al oído humano.
5.- Gusto: Pastosidad.
Si masticamos turrón del duro, favorecemos nuestra salud dental, y apreciamos un sabor almendrado totalmente acorde al que obtenemos al olfatearlo. Asenso contrario, si intentamos masticar turrón del blando, perjudicamos nuestra protección dental al cariarla con los azúcares aportados, y de igual manera atacamos a nuestro estómago, pues la dificultad de deglutir correctamente ese turrón, altamente pegajoso, conllevará que lo traguemos más que lo comamos. Todo ello sin perjuicio de tener que arrastrar su empalagosidad hasta que podamos lavarnos la boca (altamente recomendable el uso del hilo dental: consigue llegar a esos rincones rebosantes de masa turronera).
Como pueden apreciar, todos nuestros sentidos nos impulsan a elegir correctamente. Y es que la naturaleza siempre ha sido muy sabia, e igual que nos advierte no tocar un animal con coloración llamativa (generalmente pueden resultar venenosos: pez araña, mamba verde,...), nos determina la elección del turrón más adecuado para nosotros.
Con ello queda acreditado el porqué de la que a partir del próximo año debe ser su elección turronera habitual: el turrón de Alicante; y permítanme no empacharles más con otros argumentos como la tradición, la caducidad o la composición,... argumentos que en todo caso mencionaré si mi rival de hoy no tiene a bien dar la razón en algo tan evidente como es este nuestro tema.
- bud spencer
- Mojahedín
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- Registrado: 06 Mar 2003 12:09