Will drop pants for beer
Publicado: 22 Jun 2006 16:24
Cero a cero, o "qué hay en Alemania aparte de los partidos, que Argentina-Holanda fue un asco".
...la noticia de “Bruno”, el oso bandido que recorre Alemania dejando sus huellas sin que nadie pueda localizarlo, sigue superando al fútbol. Ya hay mucho nerviosismo. Sobre todo porque hay un plazo y si no se lo caza o adormece antes, a partir del sábado el oso vagabundo podrá ser muerto por quien lo descubra. Los cuidadores “del orden” están más que deprimidos. No hay alarmas ni detectores que puedan localizar a este viajero. Lo único que falta ahora es que se aparezca en pareja y abandone su rapidez de ubicuidad de puro enamorado. Ya hay unos cuantos que hemos prometido que, de encontrarlo frente a frente en la calle, lo vamos a aplaudir y esconder en el cuarto de la computadora.
La otra noticia que tiene muy ocupados a los alemanes –desde filósofos a sociólogos, pasando por hombres del Derecho y la Justicia– es un insólito episodio ocurrido en el Mundial. A ocho hinchas, los guardianes de un estadio mundialista los obligaron a quitarse los pantalones, prendas que les fueron requisadas, y los imputados tuvieron que ver el partido en calzoncillos porque en sus pantalones de cuero llevaban una propaganda impresa de cerveza que no era la marca que pagó por la exclusividad en esa cancha.
...una pareja de fanáticos belgas dejó su coche en una calle cercana al estadio de Gelsenkirchen. Y para orientarse después, cuando regresaran al lugar donde estacionaron su vehículo, anotaron lo que creían era el nombre de una calle. Cuando volvieron, y dieron con la calle con el mismo cartel, no encontraron el auto. Fueron a la policía y mostraron el papel con el nombre que habían escrito. Pero la policía, con cierto desprecio, les señaló que lo que habían anotado era, en alemán: Einbahnstrasse, es decir “Mano única”...
...Un alto funcionario policial, un tanto deprimido, señaló que la próxima vez los visitantes tendrían que asistir a cursos rápidos de idioma y no aparecerse sin conocer las palabras básicas para conducirse públicamente. O si no, elegir alguna forma más perceptible para llamar a las calles: como cambiar su nombre por productos conocidos. Así las comunas cobrarían derechos y todos nos sentiríamos felices de vivir en la calle “Mercedes Benz” o en la avenida “Coca Cola”.