Queda ratificada la utilidad del ph
Publicado: 08 Sep 2005 17:01
http://navegante2.elmundo.es/navegante/2005/09/08/weblog/1126144296.html
Las ventajas de hacer el tonto en el trabajo
Las estadísticas demuestran que cada vez se echan más horas en el trabajo. La existencia de ordenadores domésticos y teléfonos móviles extiende el alcance del jefe y del trabajo atrasado, a veces hasta bordear el abuso laboral. Simultáneamente la navegación en Internet no relacionada con el trabajo se extiende en el horario laboral hasta transformarse en la forma preferida de perder el tiempo en el tajo. Lo cual es bueno, también para la empresa.
Quienes publican páginas web, especialmente de noticias de actualidad, lo saben bien: las horas punta de tráfico no se corresponden con la preparación para salir hacia el trabajo y justo después de cerrar las oficinas. Los mayores picos de tráfico se producen entre las 9.00 y las 10.00 de la mañana, seguidos por lo general de otro pico hacia las 14.00 (justo antes/durante la comida). Una buena parte de la navegación que se realiza buscando información, sin un destino fijo, se hace en horario laboral. Pero no está relacionada directamente con el trabajo. Puede decirse que casi todo el uso de Internet entre semana es un robo manifiesto de tiempo a las empresas. O puede verse desde otro punto de vista: como un cambio de costumbres, una erosión de la frontera entre el horario laboral y el de ocio que funciona en ambos sentidos y de hecho mejora la calidad del empleado, y por tanto beneficia al final a la compañía que lo emplea.
Los datos son espectaculares: en los EEUU la navegación es ya el método preferido de 'relajación' en horas de trabajo para más del 44% de los empleados, el doble de los que se dedican a socializar junto a la máquina del café. Durante sus incursiones por la Red los empleados miran medios de información general o de noticias, no cosas relacionadas con su trabajo. El total de tiempo perdido al día supera las dos horas, lo cual coincide en general con los estudios de atención, que demuestran que no se puede mantener la concentración en un trabajo de modo absorbente durante demasiado tiempo sin descansar.
Es decir, que las paradas con excursión a la Red, que no suponen abandonar el puesto de trabajo pero recargan las energías del trabajador, pueden beneficiar su concentración y por tanto la calidad de su trabajo.
Y no sólo eso: un trabajador informado es un empleado creativo capaz de tomar decisiones y de avisar de noticias relevantes para la compañía, lo cual en cada vez más industrias es vital.
A pesar de lo cual desde el punto de vista tradicional esta actividad puede considerarse como un robo del empleado a la empresa.
Y es que en demasiadas empresas, y de modo muy especial en España, lo que cuenta son las horas de trasero en el asiento. No importa que se esté haciendo un trabajo útil o simplemente se esté fingiendo trabajar: la empresa paga a sus empleados por las horas que están de cuerpo presente y no por el trabajo realmente efectuado. Si el empleado es especialmente eficaz y acaba antes de tiempo, o simplemente trabaja a otro ritmo, es su problema: se le paga por ocho horas de presencia física, y ahora que se le puede controlar, cada vez más por la presencia mental.
En efecto, cada vez más compañías consideran que esa navegación extemporánea es un atraco, y responden limitando el acceso de sus empleados a la Red. Sin pararse a pensar que esa actitud es en muchos casos estúpida, al privar de una fuente de información valiosísima a sus trabajadores (sobre todo en industrias como los medios de comunicación). Pero es que además de estúpida es una actitud injusta.
Esas mismas empresas, tan preocupadas por que sus trabajadores no levanten las cejas de la pantalla durante su horario laboral, luego no dudan en enviar trabajo al ordenador de casa (que a veces hasta proporcionan, incluso con su conexión pagada) para que el empleado continúe allí su tarea. Ni se lo piensan dos veces para llamar por el móvil en fin de semana o vacaciones, haciendo de ello una prueba de lealtad para el trabajador. Es decir, las mismas compañías que no desean ser 'robadas' en su horario laboral son las que 'roban' horario de ocio sin compasión alguna. Y sin entender qué está pasando aquí. Que es una simple crisis de modelo. Ya no se trata de comprar horas, sino resultados.
Muy pronto lo que no tendrá sentido en muchos empleos será asignar números concretos de horas ni horarios específicos. No se pagará o empleará a la gente por las horas de tajo, sino por el trabajo realizado; independientemente de lo navegado en el ínterin o del momento en que se haya efectuado la obra. En una buena parte del sector terciario no relacionada directamente con el trato al público es absurdo tener 8 (o 10, o 12) horas a la gente en una oficina, más una hora de camino a la ida otra a la vuelta, para hacer un trabajo que puede hacerse en menos tiempo y con menos inconvenientes cada uno en su horario.
Habrá por supuesto reuniones con asistencia personal requerida (una o dos a la semana); habrá visitas a clientes; habrá que coordinar trabajo mediante voz, correo y mensajería instantánea. Habrá navegación sin restricciones, para estimular la creatividad y desperezar la atención. Pero lo que no habrá serán interminables tardes de mirar al reloj mientras se navega con el cursos en el botón 'que viene el jefe'. Y todos, empresas y trabajadores, saldremos ganando.
Las ventajas de hacer el tonto en el trabajo
Las estadísticas demuestran que cada vez se echan más horas en el trabajo. La existencia de ordenadores domésticos y teléfonos móviles extiende el alcance del jefe y del trabajo atrasado, a veces hasta bordear el abuso laboral. Simultáneamente la navegación en Internet no relacionada con el trabajo se extiende en el horario laboral hasta transformarse en la forma preferida de perder el tiempo en el tajo. Lo cual es bueno, también para la empresa.
Quienes publican páginas web, especialmente de noticias de actualidad, lo saben bien: las horas punta de tráfico no se corresponden con la preparación para salir hacia el trabajo y justo después de cerrar las oficinas. Los mayores picos de tráfico se producen entre las 9.00 y las 10.00 de la mañana, seguidos por lo general de otro pico hacia las 14.00 (justo antes/durante la comida). Una buena parte de la navegación que se realiza buscando información, sin un destino fijo, se hace en horario laboral. Pero no está relacionada directamente con el trabajo. Puede decirse que casi todo el uso de Internet entre semana es un robo manifiesto de tiempo a las empresas. O puede verse desde otro punto de vista: como un cambio de costumbres, una erosión de la frontera entre el horario laboral y el de ocio que funciona en ambos sentidos y de hecho mejora la calidad del empleado, y por tanto beneficia al final a la compañía que lo emplea.
Los datos son espectaculares: en los EEUU la navegación es ya el método preferido de 'relajación' en horas de trabajo para más del 44% de los empleados, el doble de los que se dedican a socializar junto a la máquina del café. Durante sus incursiones por la Red los empleados miran medios de información general o de noticias, no cosas relacionadas con su trabajo. El total de tiempo perdido al día supera las dos horas, lo cual coincide en general con los estudios de atención, que demuestran que no se puede mantener la concentración en un trabajo de modo absorbente durante demasiado tiempo sin descansar.
Es decir, que las paradas con excursión a la Red, que no suponen abandonar el puesto de trabajo pero recargan las energías del trabajador, pueden beneficiar su concentración y por tanto la calidad de su trabajo.
Y no sólo eso: un trabajador informado es un empleado creativo capaz de tomar decisiones y de avisar de noticias relevantes para la compañía, lo cual en cada vez más industrias es vital.
A pesar de lo cual desde el punto de vista tradicional esta actividad puede considerarse como un robo del empleado a la empresa.
Y es que en demasiadas empresas, y de modo muy especial en España, lo que cuenta son las horas de trasero en el asiento. No importa que se esté haciendo un trabajo útil o simplemente se esté fingiendo trabajar: la empresa paga a sus empleados por las horas que están de cuerpo presente y no por el trabajo realmente efectuado. Si el empleado es especialmente eficaz y acaba antes de tiempo, o simplemente trabaja a otro ritmo, es su problema: se le paga por ocho horas de presencia física, y ahora que se le puede controlar, cada vez más por la presencia mental.
En efecto, cada vez más compañías consideran que esa navegación extemporánea es un atraco, y responden limitando el acceso de sus empleados a la Red. Sin pararse a pensar que esa actitud es en muchos casos estúpida, al privar de una fuente de información valiosísima a sus trabajadores (sobre todo en industrias como los medios de comunicación). Pero es que además de estúpida es una actitud injusta.
Esas mismas empresas, tan preocupadas por que sus trabajadores no levanten las cejas de la pantalla durante su horario laboral, luego no dudan en enviar trabajo al ordenador de casa (que a veces hasta proporcionan, incluso con su conexión pagada) para que el empleado continúe allí su tarea. Ni se lo piensan dos veces para llamar por el móvil en fin de semana o vacaciones, haciendo de ello una prueba de lealtad para el trabajador. Es decir, las mismas compañías que no desean ser 'robadas' en su horario laboral son las que 'roban' horario de ocio sin compasión alguna. Y sin entender qué está pasando aquí. Que es una simple crisis de modelo. Ya no se trata de comprar horas, sino resultados.
Muy pronto lo que no tendrá sentido en muchos empleos será asignar números concretos de horas ni horarios específicos. No se pagará o empleará a la gente por las horas de tajo, sino por el trabajo realizado; independientemente de lo navegado en el ínterin o del momento en que se haya efectuado la obra. En una buena parte del sector terciario no relacionada directamente con el trato al público es absurdo tener 8 (o 10, o 12) horas a la gente en una oficina, más una hora de camino a la ida otra a la vuelta, para hacer un trabajo que puede hacerse en menos tiempo y con menos inconvenientes cada uno en su horario.
Habrá por supuesto reuniones con asistencia personal requerida (una o dos a la semana); habrá visitas a clientes; habrá que coordinar trabajo mediante voz, correo y mensajería instantánea. Habrá navegación sin restricciones, para estimular la creatividad y desperezar la atención. Pero lo que no habrá serán interminables tardes de mirar al reloj mientras se navega con el cursos en el botón 'que viene el jefe'. Y todos, empresas y trabajadores, saldremos ganando.
