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Jello Biafra

Publicado: 20 Feb 2005 21:00
por Nicotin
Este es un pequeño homenaje a uno de los tipos más tocapelotas, rebeldes, ingeniosos y particulares que ha dado la industria musical durante el último tercio de siglo: Eric Boucher, más conocido (o debería decir únicamente conocido) por el sobrenombre de Jello Biafra. Algunos le tendréis presente por su carrera musical: Biafra ha sido una de las figuras más revelantes del punk norteamericano, especialmente al frente de su grupo más célebre, The Dead Kennedys.

En realidad este homenaje va más dirigido a su persona que a su música. Aunque canciones como “Kill the poor” o “Holidays in Cambodia” sonaban constantemente en los garitos rockeros y punkies durante toda mi adolescencia (“Kill the poor” la tengo neurológicamente asociada al concepto “sábado noche”), para mí lo más relevante de Biafra ha sido siempre su actitud inconformista y el modo en que, con inteligencia y un retorcido sentido del humor, ha batallado contra los sectores más conservadores de su país natal. Dead Kennedys no es mi grupo favorito precisamente, pero aunque lo fuese, seguiría pensando que Jello Biafra ha sido más grande como gamberro contestatario que como músico


Dead Kennedys sobre el escenario en su primerísima época.
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Nacido en Colorado en 1958 (aunque uno esperaría que alguien como Biafra hubiese nacido en New York o California), Biafra señala como los recuerdos más vivos de su niñez el primer día en que escucho rock & roll por la radio (lo que le hizo decidir, con apenas 7 añitos, lo que iba a ser en un futuro) o el contemplar en directo en la TV cómo Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, era asesinado a su vez en circunstancias bastante extrañas. A los 10 años empieza a manifestarse su particular personalidad y a quedar en claro que el pequeño Eric no va a convertirse en un sujeto cualquiera. En un lugar tan poco propicio para el punk como Colorado, en donde sus compañeritos de cole sueñan con ser figuras del deporte, él sueña con convertirse en un super-villano de los tebeos de superhéroes.

Ya en su temprana adolescencia, empieza a sufrir un serio desencanto con las autoridades de su país, por la evolución de la guerra del Vietnam y otros asuntos de la época como el “Juicio de los siete de Chicago”, en el que se acusaba a siete radicales de izquierda por intentar organizar una revuelta en plena convención del Partido Demócrata.

Todo esto le lleva finalmente a plantearse el liderar una banda de punk rock, cuando en 1977 asiste a un concierto de los Ramones en Denver, la capital de su estado. A Eric le vuela la cabeza la potencia de los Ramones sobre el escenario, y además se regocija contemplando los rostros de horror de los pijos universitarios vestidos de Lacaste que formaban parte del público pensando tal vez que iban a ver algo similar a los Eagles. Tras esto, ee traslada a San Francisco para entrar en la universidad: allí no durará demasiado tiempo y terminará trabajando en la lavandería de un asilo de ancianos. La clase de trabajo que no ayudaba precisamente a moderar la conciencia social del joven Eric.

Jello Biafra pontificando en una universidad americana.
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Finalmente funda los Dead Kennedys y se hace llamar Jello Biafra, un nombre que ya de por sí era una provocación y fue considerado de mal gusto por muchas mentes bienpensantes (“Jell’O” es una marca de gelatina, algo que no termina de casar demasiado con Biafra, región de Nigeria conocida especialmente por sus terribles hambrunas). Sin embargo, el alocado cantante no se limitará a lanzar punzantes mensajes políticos en sus canciones y pegar saltos en el escenario, y el debut de Dead Kennedys sólo será el comienzo de una larga carrera de estrambóticas protestas, encontronazos con la justicia y mucha, mucha inteligencia puesta al servicio de la lucha por la libertad de expresión incluso en una difícil época (la del PRMC) en la que prácticamente se enfrentará en solitario al establishment, junto a otro eterno librepensador y mosca cojonera de la música, Frank Zappa.

Mientras The Dead Kennedys publican canciones con títulos tan reveladores como “California über alles”, Jello Biafra irrumpe por primera vez en la escena política presentándose por sorpresa como candidato a la alcaldía de San Francisco. Lo hace con un programa más elaborado de lo que cabría esperar de un cantante punk, aunque, para su disgusto (¿es que no se lo esperaba?), la prensa se fija más en los hilarantes carteles de apoyo de sus seguidores (“Si Jello no gana, me mato”) o en algunas de sus delirantes propuestas 100% estilo Biafra: por ejemplo, afirmaba que si salía elegido alcalde, promulgaría una ley por la que todos los ejecutivos del centro de San Francisco fuesen a su trabajo obligatoriamente vestidos de payaso. Naturalmente, esa clase de cachondísimas promesas electorales impedía que nadie se tomase en serio la candidatura de Biafra, pese al énfasis con el que él defendía otras medias como permitir ocupar edificios abandonados que no estuviesen al día en el pago de sus impuestos (como se ve, Biafra no defendía la “okupación” indiscriminada, sino que procuraba presentar medidas que fuesen razonables y no atentasen, por ejemplo, contra propiedades que pagasen regularmente sus impuestos: siempre tuvo cuidado de que su discurso fuese sólido para no ofrecer una presa fácil a sus detractores conservadores).

Jello Biafra en plena campaña a la alcaldía de San Francisco.
Nótese el cartel de la esquina superior izquierda. Eso es un supporter y lo demás son tonterías.

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Como es lógico, Biafra no salió elegido alcalde, pero quedó cuarto entre los diez candidatos postulados, si bien con un número muy reducido de votos.

En 1980 sale el primer LP de los Dead Kennedys, “Fresh fruit for rotten vegetables”, que, para sorpresa de muchos (puesto que fue publicado por una modesta compañía independiente, Alternative Tentacles), es el primer disco de punk americano en tener éxito en Europa sin el apoyo publicitario y de distribución de un gran sello discográfico. Gracias a este repentino éxito, en 1981 Dead Kennedys pueden girar por Europa en compañía de los grupos punteros del punk estadounidense como Black Flag, D.O.A. o Bad Brains. Esta gira supuso un punto de inflexión para el underground europeo, haciendo que muchos fans del viejo continente volviesen sus ojos hacia el punk y el hardcore americanos, ahora que el punk inglés se había dinamitado a sí mismo. El nuevo y controvertido single de los Kennedys (“Too drunk to fuck”) es un éxito en Gran Bretaña, pese a las duros ataques de la prensa convencional. Jello Biafra lo está consiguiendo: no sólo le ha tocado los cojones a unos cuantos en San Francisco… ahora también lo está haciendo en la vieja Inglaterra.

Dead Kennedys. A D.H. Peligro casi no se le ve,
pero está ahí, lo juro.

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Durante los primeros años 80 The Dead Kennedys empiezan a hacerse un nombre en el circuito underground americano. Su sonido se endurece y las letras de Biafra se vuelven aún más ácidas, como respuesta a la victoria electoral de Ronald Reagan. Pero también empiezan a sufrir zancadillas por parte del sistema. En alguna de sus giras, los promotores de conciertos evitan contratarles para no tener problemas con la policía, que está empezando a acosar al grupo. En su propia tierra, Colorado, Jello Biafra ha de afrontar un embargo policial, en el que los agentes de la ley requisan todo el equipo de sonido de la banda. Él, sin embargo, responde “tranquilamente” a los policías diciendo que, si querían requisar el equipo, que bien, pero que se lo llevasen los propios policías hasta sus coches. Cuando los agentes comprueban lo que pueden llegar a pesar unos amplificadores, deciden dejar estar el asunto. Jello Biafra 1, policías devora-Donuts 0.

La accidentada gira (llamada “Desastres de la cirugía plástica”) finaliza en Washington, en donde Biafra hace del concierto todo un alegato anti-Reagan. Mientras los Dead Kennedys tocan, un helicóptero de los federales sobrevuela el lugar enfocando sus focos hacia el público y fotografiando sus caras. Pero esta no será la última vez en que un concierto del grupo se convierta en una patada en los huevos del sistema político americano. En plena campaña electoral de 1984, The Dead Kennedys tocan (con caretas de Ronald Reagan) justo en el exterior del recinto de la Convención Republicana que tuvo lugar en Dallas, y, cuando los delegados republicanos abandonan el recinto, Biafra anima a su público a mandarles a tomar por el culo cantando “fuck off and die”. También la liarán en el exterior de la Convención Demócrata en San Francisco, cuando parte del público se dirige a protestar al ayuntamiento de la ciudad provocando una violenta respuesta policial.

Jello tiene un mensaje que dar
a la administración Bush.

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Naturalmente, esta actitud revoltosa y subversiva no dejó indiferentes a las autoridades. Jello Biafra era una figura aún poco conocida pero sumamente incómoda en una América sumida en plena oleada conservadora. A mediados de los 80 surge una asociación de negro recuerdo, el PMRC (Parent’s Music Resource Center), liderada por la mujer de Al Gore, Tipper. El modo en que la señora Gore concibió la idea de tan amigable asociación no puede resultar más cómico: al parecer, le compró un disco de Prince (entonces el cantante de moda) a su hija pequeña, cuando un día descubrió con horror que en dicho disco había una canción (“Daling Nikki”) que parecía hablar de la masturbación. Qué tragedia.

Al parecer, no se le ocurrió pensar que quizá un disco de Prince no era lo más apropiado para una niña de corta edad (aunque algunos obviamente creemos que no hay nada más indicado), y Mrs. Gore tomó el camino rápido culpando al disco y no a ella misma por no fijarse en lo que compraba.

Tras semejante trauma, Tipper Gore se asoció con otras esposas de senadores y políticos influyentes, razón por la que a veces se conocía al PMRC como “the Washington wives” (las “esposas de Washington”). Este simpático ramillete de sexys zorritas llegó a desarrollar una considerable influencia durante un tiempo, y se convirtieron en la versión moderna y “edulcorada” de lo que fue el senador McCarthy para la industria del cine.

No obstante, no se puede menospreciar por las buenas a la facha de Mrs. Gore: no era una mujer tonta (o no tanto como se esperaba de la esposa-florero de un senador), y el PMRC estaba destinado a hacer daño, aunque por fortuna su reinado no fue eterno.

Tipper Gore... horny whore!!
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*thingie= cosita (N. del T.)


El PMRC nació así con la excusa de asesorar a los padres sobre qué discos podían contener letras “inapropiadas” para sus hijos (marcados con la famosísima etiqueta “Parental Advisory: Explicit Lyrycs”), y en la práctica se convirtió en un instrumento de los sectores más conservadores para imponer una férrea censura en la industria musical. Varios músicos célebres tuvieron que declarar frente a una comisión del PMRC para intentar demostrar que sus letras no eran dañinas. En algunos casos, como el de Judas Priest, los acusadores pensaban poder despedazar en la comisión a un heavy descerebrado como Rob Halford, aunque se encontraron con un tipo centrado, vestido con traje, que hizo una acertada defensa y justificación de las letras de su grupo.

La única gran figura de la industria musical que realmente puso los cojones sobre la mesa y se enfrentó sin tapujos al PMRC en sus días de gloria fue Frank Zappa. Se dedicó a irritar en lo posible a las santurronas madres de la asociación y a la propia Tipper Gore, burlándose de ellas, imitándolas y haciendo toda clase de comentarios que oscilaban entre el menosprecio sarcástico y laa más serias argumentaciones. De hecho, alguno de los alegatos de Zappa en contra del PMRC y sus actividades eran tan sólidos y coherentes que Gore y sus amigas hubiesen tenido problemas de tener que rebatirlos premisa por premisa.

A nivel underground, también Jello Biafra alzó su voz contra la censura. No tenía la fama o el prestigio de Zappa en la industria musical (ni desde luego el respaldo de una mafia estilo SGAE), y la prensa se dedicó a desacreditarle recordando algunas de sus estrambóticas hazañas del pasado. ¿Cómo podía alguien en su sano juicio tomar en serio los berridos de un cantante punk que a duras penas se podía decir que “cantase”? Muchos incluso creyeron que Biafra estaba paranoico cuando, ya desde los inicios del PMRC, acusó a esta organización de actuar en consonancia con la ultraderecha religiosa (no olvidemos que Tipper Gore pertenece al partido demócrata, y que la imagen de su marido y la suya propia era la de unos “liberales”, en el sentido que le dan los norteamericanos a la palabra).

El PMRC actuó astutamente, y no dirigió sus ataques indiscriminadamente. La pretensión última de la asociación era obligar a las discográficas a romper sus contratos con grupos cuyas letras hablasen de sexo explícito, homosexualidad, suicidio, o resultasen blasfemas e irreverentes. Aunque hubo casos de acusaciones bastante ridículas que incluso en la época resultaban más que dudosas, Tipper y los suyos, en lugar de emprender una campaña ciega, se volcaron en atacar a algunos artistas concretos como cabezas de turco que sirviesen de ejemplo y de advertencia a la industria musical. Y unos de esos grupos agraciados con las simpáticas atenciones del PMRC fue Dead Kennedys.

Chapa electoral de Jello Biafra...
Jello for president!!

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Por aquel entonces el grupo acababa de publicar su nuevo disco, cuyo título,“Frankenchrist”, no debió de contarse entre los favoritos de la señora Gore. El disco es exitoso y permite al grupo iniciar su mayor gira americana en número de asistentes. Pero, ya durante la gira, se empiezan a producir misteriosas cancelaciones de conciertos a última hora. En más de una ocasión, el grupo llega a la ciudad en la que han de tocar para encontrarse con la sorpresa de que los promotores del concierto ya no quieren que actúen. Jello Biafra señaló a los sectores religiosos de cada ciudad como instigadores de las cancelaciones, denunciando presiones sobre los promotores con el fin de boicotear la gira del grupo, en sintonía con los deseos del PMRC. Las denuncias de Biafra, sin embargo, parecen caer en saco roto, porque mucha gente cree una exageración que un grupo relativamente pequeño como los Dead Kennedys estén sufriendo un boicot, mientras hay otros grupos mucho más famosos en el punto de mira del PMRC (especialmente en el entonces exitoso mundillo del heavy metal). Una vez más, Biafra queda como un paranoico en la prensa convencional, ya que la conexión entre células locales del PMRC y las distintas cancelaciones no queda –de momento- probada.

Sin embargo, quienes incluso entre sectores liberales aún dudaban de la veracidad de las denuncias de Biafra, tendrían que abrir los ojos poco después, cuando el brazo derecho de Tipper Gore en el PMRC, la encantadora zorrilla de Susan Baker, denunció públicamente a los Dead Kennedys como agentes de perversión de las mentes infantiles y adolescentes. Y por entonces, una acusación del PMRC podía llegar a equipararse en poder a una denuncia judicial. Dicho y hecho, la policía de San Francisco irrumpió en la casa de Jello Biafra, registrándola y poniéndola completamente patas arriba (Biafra comentó después que incluso habián volcado la arena de la caja donde meaba su gato, preguntándose con tono entre dolido y sarcástico que qué cojones esperaban encontrar los policías allí…¿mierda de gato?). Los agentes de la ley llegaron incluso a entrar en la sede de Alternative Tebtacles, requisando una remesa de copias del “Frankenchrist”.

Jello Biafra es formalmente acusado bajo el cargo de “distribución de material dañino a menores”. Legalmente, es la primera vez en la historia de los Estados Unidos en que un ciudadano americano es sentado en el banquillo de un tribunal ordinario en base a acusaciones sustentadas por el contenido de un disco. Anteriormente sí había ocurrido en base a actuaciones en directo, como por ejemplo en el caso del cómico Lenny Bruce, procesado en diversas ocasiones por obscenidad, pero nunca basando la acusación en las letras de un disco. La pena para tal caso estaba prevista en un año de prisión y una multa de 3000 dólares, y Jello Biafra, ayudado por algunos seguidores, organiza un “Fondo para la defensa – No más censura” con el que poder costear los gastos de su defensa en el juicio (hay que pensar en lo difícil que iba a resultarle a Biafra enfrentarse a la acusación de las todopoderosas “esposas de Washington” y al dinero de los sectores conservadores que las apoyaban). La acusación suponía un duro revés para Biafra, porque no hay que olvidar que para el propio Lenny Bruce había supuesto el inicio del declive en lo profesional y en lo personal: no tanto por la amenaza de las penas en sí, sino por el estrés y la angustia de sentirse perseguido, algo ante lo que personas que no son delincuentes habituales suelen sucumbir, especialmente si son conscientes de su propia inocencia (Bruce se suicidó cuando finalmente, y tras un período de mucha presión, no pudo soportar la idea de ir a prisión siendo inocente).

Lenny Bruce, mártir de la lucha contra la censura.
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Todos estos inconvenientes retrasan la edición de su siguiente disco, esclarecedoramente titulado “Bedtime for democracy” (“Hora de dormir para la democracia”). Para cuando el disco se publica, los Dead Kennedys anuncian su separación. La presión del PMRC sobre el grupo y la discográfica, y el juicio que Jello Biafra tiene pendiente, terminan por desintegrar la banda. Biafra, por su parte, edita su primer LP hablado, en el que mezcla su visión de la sociedad y la política con su característico sarcasmo.

Meses después tiene lugar el juicio contra Jello Biafra, en el que los cargos son desestimados, y donde se sentencia que el disco “Frankenchrist” no puede ser considerado obsceno. No obstante, los discos de The Dead Kennedys, el de Biafra en solitario y el catálogo de la discográfica Alternative Tentacles son retirados de muchas tiendas. Así, pese a la sentencia favorable, el grupo y su discográfica sufren un boicot de facto por parte de muchos distribuidores.

A modo de paréntesis: una década después, el fiscal del caso Biafra reconoció arrepentido en el “Washington Post” que todo el proceso había sido una “comedia de errores”, que conforme avanzaba el juicio se habían percatado de que las letras del “Frankenchrist” eran “socialmente responsables, contrarias al uso de drogas y que abogaban por la autoafirmación individual”. Pero lo más cachondo del arrepentimiento del fiscal es que éste reconoció que su propio hijo tocaba la guitarra y era un fan de Jello Biafra, y que “mi castigo es escuchar noche tras noche todas y cada una de las canciones que Biafra ha cantado”…¡grandioso! Esta muestra de “justicia poética” es algo que, conociendo a Jello Biafra, le debe haber servido para compensar todos los quebraderos de cabeza de esos dos años.

Una vez absuelto, Biafra (que ya hacía regularmente shows hablados en universidades y similares) publica un segundo disco “spoken word” en el que narra con ironía sus encontronazos con el PMRC y su experiencia en el juicio. Es 1988, y Jello Biafra ha dejado de ser un simple cantante de punk semi-desconocido para convertirse en una controvertida figura radical, líder del movimiento anti-censura, y cuyas opiniones políticas empiezan a ser escuchadas incluso en medios de comunicación masivos. Biafra aparece en varios conocidos programas de TV. Quizá uno de sus momentos más célebres se produce en el programa de Oprah Winfrey, una especie de Ana Rosa a la americana (a la que Ana Rosa ha copiado en todo lo que ha podido) y que es una de las figuras más relevantes (y repelentes) de la TV americana. En dicho programa, Jello Biafra tuvo un cara a cara nada menos que con la mismísima Tipper Gore, en la que el cantante punk no tuvo problemas para dejar en evidencia a la cabeza del PMRC, empeñada en afirmar que su organización no tenía relación alguna con la derecha religiosa. En el momento en que Biafra pulverizaba tal afirmación demostrando estos contactos, Oprah Winfrey se apresuró por dar paso a la publicidad. Pese a los esfuerzos de Oprah por evitarle un sonado ridículo a la señora Gore, lo cierto es que después de casi dos años de persecuciones policiales, boicots, juicios y toda clase de presiones, Jello Biafra se hacía con quizá la más importante de las victorias: la victoria moral.

Oprah Winfrey, la mujer más rica de la TV americana...
tal vez gracias a que sabe dar paso a la publicidad a tiempo.

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Asimismo, Biafra comienza a hacer algunas apariciones en cine (en sus inicios había estudiado interpretación) y muchas colaboraciones con otros músicos. Forma un grupo con Al Jourgensen (Ministry), el nacimiento del grupo se produce cuando Jourgensen le pregunta por un buen nombre para una nueva banda y Biafra lo primero que suelta es “Lard” (algo así como “tocino”), ante lo que Jourgensen se descojona vivo y da por formado el nuevo proyecto. La colaboración entre dos sujetos tan estrambóticos es sólo el inicio de una serie de proyectos musicales en los que Jello Biafra parece a veces querer ir “más allá” del punk grabando discos que irriten hasta a los propios punks, como en el aberrante proyecto “Tumor Circus”, grabación totalmente inaudible concebida por Biafra para poner de los nervios y dinamitar la paciencia del mayor número posible de sus seguidores.

Cuando comienza la Guerra del Golfo en 1991, Biafra publica un single hablado titulado “Die for oil, sucker” (“Muere por petróleo, mamón”) que se convierte en uno de los más vendidos en la historia de Alternative Tentacles. Posteriormente, amplía este single convirtiéndolo en su tercer LP hablado, en el que llega más lejos que nunca con sus acusaciones. Denuncia la violencia policial promovida por George Bush Sr., la falsedad de su “guerra anti-droga”, sus actitudes fascistas y el intento de asesinato de unos activistas pertenecientes a un grupo ecologista.

Aunque Biafra se había convertido en una figura en la que la contestación política tenía más relevancia que el pasado punk, siempre siguió siendo un tipo increíblemente guasón, excéntrico, y con ganas de tocar los cojones bien tocados. Una de sus ideas más cachondas fue la de contratar una caja de seguridad en un banco y llenarla de pescado crudo. Según fueron transcurriendo los días, los ricachones que iban a sacar o meter algo de sus cajas de seguridad se veían obligados a soportar un hedor cada vez más nauseabundo, ya que, por ley, el banco no podía abrir la caja de seguridad y retirar su contenido sin el permiso de su propietario. Finalmente, sólo un considerable pitote burocrático sirvió para que la caja pudiera ser legalmente abierta, aunque el panorama que encontraron en su interior y la peste que impregnó el banco no fuesen precisamente un recuerdo agradable. Y, mientras tanto, el hombre que había querido vestir de payasos a los ejecutivos de San Francisco se lo pasaba en grande pensando en su travesura. Así es Jello Biafra…. desde luego hay que tener mucha imaginación para encontrar una forma tan retorcida de tocarle las narices a los clientes VIP de un importante banco.

Tres padrinos del punk: John Lydon, Jello Biafra y Bob Mould.
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Pero Biafra no sólo se contentaba con tocarle las narices a los ricos, sino también a sus fans. A mediados de los 90, cuando en las listas americanas arrasaba un punk comercial que para el ex-Dead Kennedy tenía poco de “punk”, Biafra mostró su desmarque de la escena juntándose con otro individuo célebre por su seriedad y circunspección, Mojo Nixon, y grabando la clase de disco que más podría irritar a los jóvenes punks de Nueva York y la Costa Oeste: el ex-cantante de los ya legendarios Dead Kennedys se destapaba de repente con un disco de country.

Aquello sí que era una tocada de huevos inesperada: no era un ataque contra el Gobierno, ni contra la censura, ni contra los ricos, sino lisa y llanamente una bonita manera de sembrar el desconcierto más absoluto entre sus fans. Por poner un mal ejemplo (y salvando todas las distancias) es como si los fans de Extremoduro comprasen el nuevo disco de Robe y se topasen con que se ha dedicado a grabar coplas y pasodobles.

La delirante portada del "Prairie Home Invasion",
el disco country de Jello Biafra y Mojo Nixon.

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Mientras en el ambiente punk se convencían de que el viejo ídolo había sencillamente perdido la puta cabeza, Biafra sacaba su cuarto disco hablado, en el que cargaba contra la administración Clinton con no menos ímpetu que lo había hecho antes contra Bush. Biafra, que estaba muy metido en el ecologismo, criticaba especialmente la política ambiental del nuevo presidente. Posteriormente, Biafra ha seguido con sus discos hablados y ha vuelto a postularse como candidato en una convención pre-electoral del año 2000 (esta vez bajo las siglas del Partido Verde) aunque dicho partido optó por presentar a otro como candidato presidencial, con lo que ha restado entertainment a unas elecciones que siempre lo necesitan.

Además, volvió a plantarle cara a la comunidad punk, cuando en la revista punk más importante se abogaba por boicotear el catálogo de la discográfica Alternative Tentacles –que había variado su política editorial- por “haber dejado de lado el punk” (sic). Jello Biafra se refirió a este hecho con tono despectivo afirmando que los nuevos punks se estaban convirtiendo en la misma mierda conservadora a la que él había tenido que enfrentarse durante veinte años.

Chapa con una de tantas frases típicas de Jello Biafra.
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Hasta la actualidad, participó en numerosos actos de protesta de todo tipo, especialmente de signo ecologista. También se ha significado por implicarse en la protesta organizada frente al hecho de que el “Johnny Cash Memorial” fuese patrocinado por una empresa petrolera cercana al gobierno de George W. Bush.

Y así ha seguido este inigualable tipo, importunando a unos y a otros, sentándose en el banquillo de los acusados un día y pillando en un renuncio a su principal acusadora el siguiente, incomodando a los conservadores con sus canciones punks un día e incomodando a los punks con canciones country el siguiente, promoviendo el que los ejecutivos vistan de payasos, metiendo pescado en cajas de seguridad, aireando los trapos sucios de los presidentes, grabando discos horrísonos con el único fin de joderle los oídos a quien se acerque a semejantes artefactos, sobreviviendo a boicots, denunciando a contra corriente, predicando en el desierto, y, sobre todo, siendo Jello Biafra. Es como reunir en una sola persona la demagogia contestataria de Michael Moore, la rebeldía razonada de Frank Zappa, y el ímpetu inconsciente de Homer Simpson.

Han quedado fuera bastantes anécdotas estúpidas, pero en esta ocasión he querido pasar el rato recordando más que anécdotas concretas la historia de un luchador por la libertad de expresión que, frente a los consentidos Bardems y las todopoderosas SGAEs de nuestra España querida, ha sabido combinar la reivindicación con el humor y el sense of entertainment; ha sabido pelear en solitario contra el sistema; y, sobre todo, ha sabido hacer lo más difícil hasta para el tipo más iconoclasta: ser iconoclasta incluso hacia uno mismo.

“Don’t hate the media, become the media” - Jello Biafra.
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Publicado: 21 Feb 2005 23:45
por Mclaud
Muy bueno. Gracias y esperando el siguiente.

Publicado: 22 Feb 2005 18:32
por Mr. Mxyzptlk
Dead Kennedys de lo mejorcito.

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La de años que habre llevado el parche con el logo..

Ops.. lo sigo llevando...

Is my cock big enough
Is my brain small enough
For you to make me a star
Give me a toot, I'll sell you my soul
Pull my strings and I'll go far

tata rara tara tara

Publicado: 24 Feb 2005 16:21
por elHijoDelFonk
Nicotin escribió:Aunque Biafra se había convertido en una figura en la que la contestación política tenía más relevancia que el pasado punk, siempre siguió siendo un tipo increíblemente guasón, excéntrico, y con ganas de tocar los cojones bien tocados. Una de sus ideas más cachondas fue la de contratar una caja de seguridad en un banco y llenarla de pescado crudo. Según fueron transcurriendo los días, los ricachones que iban a sacar o meter algo de sus cajas de seguridad se veían obligados a soportar un hedor cada vez más nauseabundo, ya que, por ley, el banco no podía abrir la caja de seguridad y retirar su contenido sin el permiso de su propietario. Finalmente, sólo un considerable pitote burocrático sirvió para que la caja pudiera ser legalmente abierta, aunque el panorama que encontraron en su interior y la peste que impregnó el banco no fuesen precisamente un recuerdo agradable. Y, mientras tanto, el hombre que había querido vestir de payasos a los ejecutivos de San Francisco se lo pasaba en grande pensando en su travesura. Así es Jello Biafra…. desde luego hay que tener mucha imaginación para encontrar una forma tan retorcida de tocarle las narices a los clientes VIP de un importante banco.


Este episodio es de los que te hacen pensar "Que hijo de la gran puta" con una sonrisa en la cara
Formidable, nicotin.

Publicado: 05 Ene 2006 14:53
por Cíclope Bizco
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Jello Biafra & The Melvins - Sieg Howdy

He de decir que soy un absoluto palurdo en el tema de Jello Biafra, pero atendiendo a la cordura de mis meninges; este último disco del Biafra es un comsitrajo de heces, sudor harcoreta y pésimo regusto rock. En realidad es tan sólo desagradable, sin embargo, no puedo de dejar de ser taxativo con lo que NO mola. Las portadas sí que son por contra resultonas.

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