Queríamos tanto a Pini
Publicado: 06 Dic 2006 17:58
Pinochet mejora de su infarto y se reavivan los odios en Chile
En resumidas cuentas, la derecha es agradecida. Se puede atentar contra la Patria, contra la Constitución, contra los derechos humanos, ser asesino, ladrón, cualquier cosa, que si se preserva la desigualdad y la concentración de la riqueza hay mucha gente que lo va a recordar con cariño, afecto y veneración. Y no sólo pasa en Chile (si lo sabrán ustedes), pero es que allá ya es algo delirante.
El ex dictador, que quedó internado el domingo, sigue grave pero se recupera. Sus partidarios se tomaron a golpes con antipinochetistas. Y agredieron a un ex comandante en Jefe crítico de la dictadura.
Un día después de que el descanso dominical de los chilenos fuera interrumpido por el infarto que tuvo al ex dictador Augusto Pinochet al borde de la muerte, el odio y los sentimientos extremos que evocan su régimen dictatorial de 17 años invadieron las calles, reviviendo heridas, aun cuando desde el Hospital Militar surgiera un parte médico dando cuenta de su satisfactoria recuperación.
Mientras los comentaristas radiales interpretaban el informe médico que indica que Pinochet se encuentra consciente, estable y que su evolución disminuye el riesgo de muerte tras las dos angioplastías a que fue sometido tras sufrir un infarto y un edema pulmonar, un reducido grupo de sus partidarios desplegaba sus odios frente al hospital.
El primero en recibir la descarga fue el ex comandante en jefe del Ejército, general retirado Juan Emilio Cheyre, quien llegó a visitar a Pinochet pasadas las 8 de la mañana. Fue recibido por airados gritos de "hipócrita" y "sinvergüenza". Veinte minutos más tarde, cuando Cheyre se retiraba, a los gritos de "traidor" se sumaron monedas, escupitajos, botellas de agua y luego patadas y golpes al auto en el que el general se retiraba. Durante su gestión, Cheyre había declarado que el Ejército no es heredero de Pinochet ni de su régimen y asumió la responsabilidad de los crímenes en dictadura con un inédito "nunca más".
El episodio era transmitido en directo por la radio Agricultura, de tendencia derechista, la que era sintonizada en alto volumen por algunos taxistas que declamaban su amor por Pinochet.
Poco después, una vehemente pinochetista las emprendió a golpes contra un joven que pasaba por el frente del hospital haciendo un gesto de disgusto.
Ya era imposible parar la explosión, la que se tornó más violenta cuando poco después, a cien metros del hospital, en la vicaría castrense, se inició una misa para orar por su recuperación. Hasta allí llegó un folklorista cantando "Plegaria a un labrador", del asesinado cantautor Víctor Jara y grupo de jóvenes socialistas portando pancartas contra Pinochet, los que fueron repelidos por sus partidarios generándose una situación de mucha violencia.
En medio de escenas que parecían arrancadas de los libros de historia y que dejaban estupefactos a los jóvenes que transitaban por la avenida, la ira de los pinochetistas se centró en la ausencia de dirigentes de derecha.
"Los oportunistas que siempre existen, que ayer estuvieron al lado de mi padre y hoy día no, esos van a existir siempre", comentó el hijo menor de Pinochet, Marco Antonio, en entrevista con Televisión Nacional.
A esa hora se escuchaban bocinazos aislados en las calles de Santiago celebrando el estado crítico del militar que hace solo ocho días celebró sus 91 años rodeado de su familia y de un pequeñísimo grupo de partidarios. "Creo que Dios quiere que el general Pinochet viva, para no darle el gusto a esta izquierda odiosa que puede estar hoy día celebrando lo que demuestra su decadencia moral", afirmó Iván Moreira, el único diputado de la UDI, el partido más pinochetista de la derecha, que llegó al hospital.
Nada queda de aquellos momentos críticos en la salud del ex dictador cuando llegaban a apoyarlo centenares de dirigentes de la UDI y Renovación Nacional. El descubrimiento de sus cuentas secretas por una investigación del Senado de Estados Unidos en julio de 2004, sepultó los últimos batallones políticos de Pinochet.
Una muerte política que se evidenció en la última campaña presidencial de 2005 en la que la derecha fue representada por Sebastián Piñera, un empresario que votó por el NO en el plebiscito de 1988 y opositor a Pinochet.
La otra ausencia fue la de los empresarios, un gremio que enarbola con orgullo haber sido el motor del golpe de estado de 1973. Sólo su presidente, Hernán Somerville, sacó la voz: "No se puede negar la tremenda reforma que se hizo en aras de la economía nacional".
Los episodios de ayer revelaron que el pinochetismo duro está sólo dormido y que espera su muerte para desatar una explosión que el gobierno de Michelle Bachelet deberá enfrentar en el momento más crítico de la coalición oficialista.
En resumidas cuentas, la derecha es agradecida. Se puede atentar contra la Patria, contra la Constitución, contra los derechos humanos, ser asesino, ladrón, cualquier cosa, que si se preserva la desigualdad y la concentración de la riqueza hay mucha gente que lo va a recordar con cariño, afecto y veneración. Y no sólo pasa en Chile (si lo sabrán ustedes), pero es que allá ya es algo delirante.