Anecdotas de la gran guerra de 1914
Publicado: 05 Ene 2004 12:24
Por casualidad, mi querido Blas de Lezo ha escrito esto y después de leer las cuitas de Xavi, me ha precido oportuno copiarlo aquí.
1.-Era una fria mañana de 1916 cuando aquel oficial frances pasaba revista a su compañia de soldados senegaleses en la trinchera. Al llegar a la altura de uno de sus soldados se enfurecio al verle cargado de amuletos y otras cosas de brujeria, por lo que tras gritarle a voz en cuello le golpeo con su vara en la cabeza y le arranco las supercherias arrojandolas al barro ante el estupor de los otros camaradas.Los ojos del soldados se tronaron frios y vacios como los de un cadaver.
Unos dias mas tarde, aquella compañia tomo parte en una oleada de ataque a las posiciones alemanas y el oficial cayo herido por fuego artillero a unos cientos de metros de las posiciones francesas. En la noche se oia gritar lastimosamente a los heridos en la tierra de nadie, y puesto que segun los hombres el oficial no habia muerto, se pidio un voluntario para ir a traerlo.
Se presento el soldado ultrajado, y pocos minutos mas tarde, ya se arrastraba por el lodo en busca del oficial. Durante la noche fue buscando de embudo en embudo a la luz de las bengalas lanzadas por los boches.La niebla y la oscuridad le ocultaban de los francotiradores enemigos.
Finalmente le encontro, y sin mediar palabra le cargo en su espalda y le llevo penosamente hacia las trincheras francesas. El oficial, gravemente herido, se creia ya salvado , cuando al llegar a las inmediaciones de la alambrada, el soldado le tiro al suelo y desenvaino su bayoneta con una media sonrisa en su cara.
El oficial reconocio entonces el rostro de la muerte en la cara de aquel soldado y el corazon debio fallarle en ese momento.
Con la bayoneta en la mano todavia, dio un grito de furia alertando a los centinelas que comenzaron a disparar hasta acribillarle.
Segun la tradicion senegalesa, un insulto grave solo puede vengarse en el mismo lugar donde se produjo, y si no puede hacerse,la vida de uno ya no tiene sentido.
2.- Hubert Duquesne era un granjero casi analfabeto de la region de la Drôme. De pequeño su padre le crio, igual que a sus hermanos, en la creencia de que la fe movia montañas, y cuando fue alistado y enviado al infierno de las trincheras lo unico que le impedia volverse loco era recordar las amadas tierras de cultivo de su padre y la lectura de un breviario de salmos.
En una de las ofensivas de 1917, su batallon cargo contra las alambradas enemigas bajo una formidable barrera krupp de fuego y acero en una lluviosa mañana otoñal. Su batallon fue casi enteramente aniquilado pero él milagrosamente salvo la vida cayendo en un embudo de obus.
Tras pasar la noche tiritando llego el alba´y con el, una segunda oleada se preparo. La propia artilleria francesa empezo a batir la tierra de nadie haciendole agachar la cabeza.
Como encargado de enviar mensajes con su caja de palomas, decidio soltarlas
para que al menos ellas se salvasen, pero aturdidas por el estrunedo aterrador, revoloteaban de aqui para alla sin atreverse a alzar el vuelo.
Entonces llego la artilleria alemana, y Hubert se aferro a su breviario cerrando los ojos mientras rezaba mentalmente.
Una columna de barro se elevo delante de el mientras un golpe de aire le catapulto hacia atras....Un obus acababa de clavarse en el fango a dos metros de su posicion. Mientras todavia se estaba recuperando de la impresion, un segundo obus se clavo en la cresta del embudo.
Hubert se alzo asombrado ante aquel prodigio, pues en el resto del campo de batalla las explosiones eran continuas.
Salio del embudo con la caja de palomas y se arrastro hacia sus lineas pues ahora sabia en que direccion estaban las trincheras francesas, y aun estaba arrastrandose cuando un tercer obus cayo justo en el centro del embudo donde habia pasado la noche.
Esta anecdota sirvio ademas para desmitificar lo que decian los veteranos de las trincheras, que donde habia caido un obus no volvia a caer otro.
3.-Otra leyenda "urbana" de la gran guerra decia que traia mala suerte ser el tercero en encender un pitillo. Esto venia por el hecho de que al principio de la contienda, cuando las trincheras todavia no eran permanentes y no estaban tan alejadas, los francotiradores enemigos se acercaban en la noche oteando los parapetos. Cuando unos soldados se ponian a fumar, el francotirador veia el fosforo cuando el primero lo encendia, apuntaba cuando el segundo lo prendia y disparaba cuando le habian pasado el fosforo al tercero.
1.-Era una fria mañana de 1916 cuando aquel oficial frances pasaba revista a su compañia de soldados senegaleses en la trinchera. Al llegar a la altura de uno de sus soldados se enfurecio al verle cargado de amuletos y otras cosas de brujeria, por lo que tras gritarle a voz en cuello le golpeo con su vara en la cabeza y le arranco las supercherias arrojandolas al barro ante el estupor de los otros camaradas.Los ojos del soldados se tronaron frios y vacios como los de un cadaver.
Unos dias mas tarde, aquella compañia tomo parte en una oleada de ataque a las posiciones alemanas y el oficial cayo herido por fuego artillero a unos cientos de metros de las posiciones francesas. En la noche se oia gritar lastimosamente a los heridos en la tierra de nadie, y puesto que segun los hombres el oficial no habia muerto, se pidio un voluntario para ir a traerlo.
Se presento el soldado ultrajado, y pocos minutos mas tarde, ya se arrastraba por el lodo en busca del oficial. Durante la noche fue buscando de embudo en embudo a la luz de las bengalas lanzadas por los boches.La niebla y la oscuridad le ocultaban de los francotiradores enemigos.
Finalmente le encontro, y sin mediar palabra le cargo en su espalda y le llevo penosamente hacia las trincheras francesas. El oficial, gravemente herido, se creia ya salvado , cuando al llegar a las inmediaciones de la alambrada, el soldado le tiro al suelo y desenvaino su bayoneta con una media sonrisa en su cara.
El oficial reconocio entonces el rostro de la muerte en la cara de aquel soldado y el corazon debio fallarle en ese momento.
Con la bayoneta en la mano todavia, dio un grito de furia alertando a los centinelas que comenzaron a disparar hasta acribillarle.
Segun la tradicion senegalesa, un insulto grave solo puede vengarse en el mismo lugar donde se produjo, y si no puede hacerse,la vida de uno ya no tiene sentido.
2.- Hubert Duquesne era un granjero casi analfabeto de la region de la Drôme. De pequeño su padre le crio, igual que a sus hermanos, en la creencia de que la fe movia montañas, y cuando fue alistado y enviado al infierno de las trincheras lo unico que le impedia volverse loco era recordar las amadas tierras de cultivo de su padre y la lectura de un breviario de salmos.
En una de las ofensivas de 1917, su batallon cargo contra las alambradas enemigas bajo una formidable barrera krupp de fuego y acero en una lluviosa mañana otoñal. Su batallon fue casi enteramente aniquilado pero él milagrosamente salvo la vida cayendo en un embudo de obus.
Tras pasar la noche tiritando llego el alba´y con el, una segunda oleada se preparo. La propia artilleria francesa empezo a batir la tierra de nadie haciendole agachar la cabeza.
Como encargado de enviar mensajes con su caja de palomas, decidio soltarlas
para que al menos ellas se salvasen, pero aturdidas por el estrunedo aterrador, revoloteaban de aqui para alla sin atreverse a alzar el vuelo.
Entonces llego la artilleria alemana, y Hubert se aferro a su breviario cerrando los ojos mientras rezaba mentalmente.
Una columna de barro se elevo delante de el mientras un golpe de aire le catapulto hacia atras....Un obus acababa de clavarse en el fango a dos metros de su posicion. Mientras todavia se estaba recuperando de la impresion, un segundo obus se clavo en la cresta del embudo.
Hubert se alzo asombrado ante aquel prodigio, pues en el resto del campo de batalla las explosiones eran continuas.
Salio del embudo con la caja de palomas y se arrastro hacia sus lineas pues ahora sabia en que direccion estaban las trincheras francesas, y aun estaba arrastrandose cuando un tercer obus cayo justo en el centro del embudo donde habia pasado la noche.
Esta anecdota sirvio ademas para desmitificar lo que decian los veteranos de las trincheras, que donde habia caido un obus no volvia a caer otro.
3.-Otra leyenda "urbana" de la gran guerra decia que traia mala suerte ser el tercero en encender un pitillo. Esto venia por el hecho de que al principio de la contienda, cuando las trincheras todavia no eran permanentes y no estaban tan alejadas, los francotiradores enemigos se acercaban en la noche oteando los parapetos. Cuando unos soldados se ponian a fumar, el francotirador veia el fosforo cuando el primero lo encendia, apuntaba cuando el segundo lo prendia y disparaba cuando le habian pasado el fosforo al tercero.