La pequeña paz de la gran guerra
Publicado: 30 Dic 2003 20:14
«Lo que os cuento os puede parecer increible, pero es verdad. Apenas empezó a amanecer, los ingleses comenzaron a hacernos gestos con las manos y a salir de sus trincheras. Nuestra gente encendió velas en un abeto que colocó sobre el parapeto e hizo sonar las campanas. Todo el mundo empezó a moverse a su antojo fuera de las trincheras y a nadie se le pasó por la cabeza volver a disparar»
El soldado alemán Jofef Enzel contaba así a sus padres en una carta como vivió la nochebuena de 1914 en el frente Occidental de Falndes. Allí entre barrizales, alambres de espino y frio, fue testigo de uno de los episodios mas emotivos de la 1ª Guerra mundial.
Este episodio fue difundido con amplitud por los periodicos de ambos bandos y apareció descrito en muchas de las cartas que enviaban los soldados a sus casas. Sin embargo mientras es bastante conocido en el mundo anglosajón, donde se ha convertido en un icono del pacifismo y ha inspirado incluso el video clip «The pipes of peace» de Sir Paul McCartney, en alemania había sido practicamente olvidado.
Nadie sabe con seguridad como empezó todo. Parece que la iniciativa empezó en trincheras alemanas. El alto mando britanico había ordenado que el día de nacidad fuese como otro cualquiera, pero los oficiales del Kaiser Guillermo pensaron que una buena celebración elevaría la minada moral de las tropas. Una semana antes hicieron llegar a las trincheras abetos, velas y dulves. Algunos Mandos coo el teniente Kurl Zehmischt, pidieron a sus hombres que en esas fechas reinara la calma. «En nochebuena, si podemos evitarlo, no sonará ningún disparo desde nuestras posiciones», les dijo. Al caer la tarde del 24 de Diciembre. los soldados germanos instalaron abetos en lo alto de sus trincheras y prepararon grandes tableros para disfrutar de una cena que les hiciera olvidar que estaban lejos de casa y em guerra. Poco después empezaron a oirse los primeros villancicos. Al otro lado. Los britanicos escuchaban atónitos. Un soldado inglés cuenta en si diario que alguien entonó el Noche de paz y que ambos ejercitos comenzaron a cantarlo cada uno en su lengua. Los alemanes gritaron Merry Christmas y los británicos Frohe Weihnachten.
El deseo de la tropa de una nochebuena en paz, despues de cinco meses de luchas y más de un millón de muertos, se cumplió por unas horas y de forma simultanea en puntos del frente occidental separados por muchos kilometros. En alguos lugares, todo se limitó a un intercambio de saludos. En otros, la tierra de nadie se llenó de hombres que charlaban, intercambiaban cigarrillos e incluso jugaban al fútbol. Pero en la mayoría de los casos, fué la excusa para recoger a los cadaveres que yacían en el barro y enterrarlos.
Los mandos de ambos lados estaban desconcertados con el alto el fuego de la nochebuena, pero sentían que la situación se les escapaba de las manos. Así que amenazaron a sus hombres y les ordenaron la inmediata vuelta a los combates. El Capitán Stockwell cuenta en su diario que el 26 de Diciembre saltó de su trinchera y realizó tres disparos al aire para advertir a sus rivales que la paz había acabado. Un oficial alemán con quien habría charlado el día anterior se subió a un parapeto y lo saludó marcialmente antes de volver a su puesto. Un momento después, las armas volvieron a sonar.
Todo había sido un espejismo en una de las guerras más mortiferas de la historia, en la que murieron nueve millones de soldados y seis y medio de civiles. Las armas callaron durante unas horas, pero la guerra se impuso.
El soldado alemán Jofef Enzel contaba así a sus padres en una carta como vivió la nochebuena de 1914 en el frente Occidental de Falndes. Allí entre barrizales, alambres de espino y frio, fue testigo de uno de los episodios mas emotivos de la 1ª Guerra mundial.
Este episodio fue difundido con amplitud por los periodicos de ambos bandos y apareció descrito en muchas de las cartas que enviaban los soldados a sus casas. Sin embargo mientras es bastante conocido en el mundo anglosajón, donde se ha convertido en un icono del pacifismo y ha inspirado incluso el video clip «The pipes of peace» de Sir Paul McCartney, en alemania había sido practicamente olvidado.
Nadie sabe con seguridad como empezó todo. Parece que la iniciativa empezó en trincheras alemanas. El alto mando britanico había ordenado que el día de nacidad fuese como otro cualquiera, pero los oficiales del Kaiser Guillermo pensaron que una buena celebración elevaría la minada moral de las tropas. Una semana antes hicieron llegar a las trincheras abetos, velas y dulves. Algunos Mandos coo el teniente Kurl Zehmischt, pidieron a sus hombres que en esas fechas reinara la calma. «En nochebuena, si podemos evitarlo, no sonará ningún disparo desde nuestras posiciones», les dijo. Al caer la tarde del 24 de Diciembre. los soldados germanos instalaron abetos en lo alto de sus trincheras y prepararon grandes tableros para disfrutar de una cena que les hiciera olvidar que estaban lejos de casa y em guerra. Poco después empezaron a oirse los primeros villancicos. Al otro lado. Los britanicos escuchaban atónitos. Un soldado inglés cuenta en si diario que alguien entonó el Noche de paz y que ambos ejercitos comenzaron a cantarlo cada uno en su lengua. Los alemanes gritaron Merry Christmas y los británicos Frohe Weihnachten.
El deseo de la tropa de una nochebuena en paz, despues de cinco meses de luchas y más de un millón de muertos, se cumplió por unas horas y de forma simultanea en puntos del frente occidental separados por muchos kilometros. En alguos lugares, todo se limitó a un intercambio de saludos. En otros, la tierra de nadie se llenó de hombres que charlaban, intercambiaban cigarrillos e incluso jugaban al fútbol. Pero en la mayoría de los casos, fué la excusa para recoger a los cadaveres que yacían en el barro y enterrarlos.
Los mandos de ambos lados estaban desconcertados con el alto el fuego de la nochebuena, pero sentían que la situación se les escapaba de las manos. Así que amenazaron a sus hombres y les ordenaron la inmediata vuelta a los combates. El Capitán Stockwell cuenta en su diario que el 26 de Diciembre saltó de su trinchera y realizó tres disparos al aire para advertir a sus rivales que la paz había acabado. Un oficial alemán con quien habría charlado el día anterior se subió a un parapeto y lo saludó marcialmente antes de volver a su puesto. Un momento después, las armas volvieron a sonar.
Todo había sido un espejismo en una de las guerras más mortiferas de la historia, en la que murieron nueve millones de soldados y seis y medio de civiles. Las armas callaron durante unas horas, pero la guerra se impuso.