Es curioso, porque no me acuerdo de ninguna otra cosa que escribiera en el forito. Y sin embargo no me quedé con copia de ésta que sí recuerdo. Pero recuerdo que la película me había dejado noqueado.
Nueve años después la historia se repite. ¿Por qué? Vayamos por partes.
Antes del amanecer (1995)
Antes del amanecer es una peliculita pequeñita, de las que a mediados de los noventa llamábamos indies, y que sólo se podían ver en los cines Renoir o Alphaville. Digo que era una peliculita pequeñita porque la cosa consistía en dos jóvenes actores, quienes casi imbuidos por el espíritu de la nouvelle vague paseaban durante una tarde y una noche por Viena.
El reclamo para las niñas era Ethan Hawk. Y ahí era muy fácil perderse en la ñoñería sensiblera y sentimentaloide de un hamor inmortal. Pero ese no era el resultado, y el director Richard Linklater se nos daba a conocer como uno de los mejores creadores de esto de las imágenes en movimiento de su generación (indie, claro).
La película era una historia rabiosamente juvenil, pero que transpiraba verdad en cada plano, en cada línea de guión, en cada mirada. No sé, una imagen vale más que mil palabras: (si no la habéis visto echadle un ojo a la escena de la cabina de la tienda de discos, hasta el 1:23, luego ya es un montaje pestoso).
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Y como todas las historias de amor, la cosa no sabías como acababa. Pero siempre quedaba la esperanza. Y así pasaron 9 años y la historia continuó con
Antes del atardecer (2004)
Y cuando ibas a ver esta película, con la mente puesta en el principio de la historia, te enfrentabas a la pregunta: ¿qué pasó después? Y sólo había dos formas de responder. Pero respondiendo a esa pregunta te dabas cuenta de que en realidad aprendías muchas cosas de tí mismo, porque una respuesta te convertía en un idealista sin posibilidad de redención, y la otra te quitaba el disfraz y enseñaba cuán cínico podías ser. Tomabas partido. Y te dabas cuenta que tú, con aquellos personajes, estabas creciendo. Que tu vida, como la de ellos, había cambiado irremediablemente en los últimos 9 años y que si te gustó tanto Antes del amanecer es porque tú también habías conocido a alguien en un tren y habías vivido 24 horas irrepetibles. Y si no lo habías hecho te habría encantado.
Pero el tiempo había pasado, y Celine y Jessie habían cambiado, y, lo que es peor, tú también.
Y mientras estabas en ese torbellino de preguntas a medio responder, miedos y catarsis absoluta, te dabas cuenta de lo increiblemente buena que era también aquella película, que seguía hablándote de la realidad y del deseo (como Luis Cernuda).
Y el final era otra montaña rusa emocional. Aunque esta vez la cosa sí que quedaba más clara, pero con un resquicio de duda. Sólo tenían que pasar otros 9 años para saber qué pasó después. Pero el tiempo vuela y aquí me tenéis ahora volviendo del cine de ver
Antes del anochecer (2013)
Y todos los temores se hacen realidad. El idealismo y el cinismo siguen ahí. Y la juventud, a pesar de que entramos en la cuarentena. Todo es vivacidad y verdad. Incluso si me aprietas, mejorando Antes del atardecer. Pero la sonrisa se congela, porque constatas otra vez que han vuelto a pasar nueve años, que tú también has cambiado, o peor, que tu vida ha cambiado aunque tú pretendas seguir conquistando a la chica que conociste en el tren camino de Viena. El idealismo se diluye y la amargura choca con la realidad más descarnada.
Pero lo peor de todo es que piensas que no podía ser de otra manera. Lo sabías, y lo sabías desde el primer momento. No hay nada nuevo en los personajes, ellos ya eran así hace 18 años. Es distinto que quisieras verlo. La cosa adquiere tintes de verdadera tragedia. Tal vez por eso Grecia.
Y aunque el final vuelve a quedar abierto, hay poco espacio para las dudas.
Sólo queda una esperanza: que dentro de nueve años la historia vuelva a empezar.