Hay que ser muy rancio y tener el niño interior no ya olvidado, sino directamente putrefacto y enterrado desde hace lustros en el rincón más negro del corazón de uno mismo, para despotricar agriamente de esta película.
Una cosa es que no sea una maravilla que marcará al resto de generaciones como sí hizo Una nueva esperanza, y otra es que no se la reconozca como lo que es: probablemente la mejor película de Star Wars que las mejores mentes posibles podrían habernos dado a día de hoy.
No es ninguna sorpresa que a nivel técnico la película iba a rayar en la estratosfera: no hay más que ver el plano-secuencia de la batalla "aeroterrestre" con Finn luchando con sable láser mientras la cámara sigue (¡A LA VEZ!) las evoluciones de Poe a bordo del Ala X violeando a varios Tie. O el espectacular ataque del nuevo arma de la Primera Orden contra un sistema planetario a la vez. O simplemente la batalla final intercalada en el espacio y en la superficie del "planeta/estrella de la muerte", como en los mejores momentos de El Retorno del Jedi.
En fin, iba a ser entretenida sí o sí, y visualmente un caramelito.
Donde realmente han dado en el clavo ha sido en el material humano nuevo que han añadido para la nueva saga. Tanto los personajes ya conocidos como todos los nuevos se mezclan de forma ejemplar, conformando dinámicas súper efectivas y carismáticas como creo que no he visto en ningún otro reboot-secuela a los que estamos acostumbrados (no hay más que ver Indiana Jones y su hijo, o Jurassic World y su pareja protagonista, por poner dos ejemplo claros y no especialmente sangrantes, que ilustran la diferencia entre eso y tener a Rey, Finn o Kylo dándose de hostiones como panes en un duelo final que se folla literalmente a los episodios I, II y III, colocándolos en el imaginario colectivo a la altura de las películas bizarras que sacaron con los ewoks de protagonistas.
La sensación al salir del cine ha sido satisfactoria a todos los niveles, manque entiendo y apoyo el argumento de que es una película con varios problemas que a más de uno pueden habérseles atragantado:
1º Es un remake encubierto. Es un hecho. Hay que asimilarlo.
Desde el momento en que un droide va por el desierto con información vital, es descubierto por un héroe que no sabe que va a ser vital para el futuro de la galaxia, que deberá unirse a un grupo de personajes variopinto en pos de destruir un arma secreta en forma de planeta (pero más grande que el original, eso sí), y a cuyo único punto débil se puede acceder tras un ataque cuasisuicida en Ala X... y tal y tal. Si. Efectivamente, estamos ante el Episodio IV de nuevo, con diferencias más o menos grandes, pero en esencia es lo mismo: trío malvado encarnado por un general militar del más alto rango (Tarkin), un sith enmascarado (Vader) y un archienemigo en la sombra que maneja el cotarro como Rajoy, tras un plasma(Palpatine), incluído.
No hay que ser un genio para darse cuenta. Y tampoco creo que los guionistas y Disney hayan hecho La Película Más Esperada de la Historia, sin ser conscientes de este sutil detalle.
2º Ren no es Vader y jamás lo será, y creo honestamente que no es lo que pretenden, puesto que eso sería simplemente un suicidio. A mí, debo decir, sí me convenció la encarnación de Adam Driver en la piel del nuevo villano. Hay que tenerlos cuadrados y ser muy insensato para meterse en ese berenjenal y obtener todas las papeletas para convertirse en el nuevo Hayden Christensen. Pese a todo a Driver lo veo mil veces más actor.
Estamos ante el comienzo de una nueva trilogía (como mínimo, viendo la auténtica barbaridad que está recaudando), y esta película, como el Episodio IV, sirve para asentar unas nuevas bases, soltar algo de lastre antiguo (doloroso, pero a mi modo de ver necesario) y, eso sí, a partir de ahora ponerse a 1000 revoluciones y sorprendernos a todos con las próximas dos películas y darnos todo lo que hasta ahora no ha dado. En Abrahams confío.