Película 100% mongólica, sin pies ni cabeza, sin propósito aparente, con personajes a cada cual más estrafalario y absurdo, con un humor subnormal y manido de cojones, situaciones sonrojantes y diálogos oligofrénicos... ¡¡me lo he pasado en grande!!
Supongo que con esta película ocurre que quien no le pille el punto desde el minuto uno no entenderá una mierda y la encontrará deleznable (es más: hasta puedo entenderlo) pero a mí me hizo gracia desde el principio, y ya no dejé de descojonarme hasta el final. Empezando por la alucinógena actuación del protagonista, que hace tan bien de nerd fuera de órbita que ni siquiera parece que esté rodando una película: acojonante... ¿le han dado premios o qué? ¡ese tipo se merece una estatua! Y terminando por las continuas secuencias sonrojantes y el plantel de secundarios delirantes (lo la chica frikona que le gusta a Napoleón es de puto Oscar, el mexicano es digno de una película por sí solo, el hermano mayor es de museo, el tío ochentero es de manual, ¡¡son todos Hamor!!)
¿Que el film no tiene argumento? Pues no, no lo tiene. ¿que no hay ningún mensaje inteligente ni moraleja? No, no lo hay. ¿Algún logro artístico a recordar? No. ¿Alguna técnica innovadora? ¡No! ¿Profundidad filosófica? ¡¡No!! ¿Humor inteligente? ¡¡¡No!!!
Pero, ¿y qué más da? Por lo que a mí respecta, Napoleón Dyinamite es, a partir de hoy, un auténtico Hamigo.
Napoleón Dynamite: yo de mayor quiero ser como él.

PD: Otto, no me extraña ni lo de la película ni lo de que prefieras la Verdú frankensteiniana a la Verdú sanota como una manzana de sus años mozos.