Las series son a la comida lo que True Blood al fast food.
Suena como si nunca hubieras comido hamburguesa.
O como si nunca hubieras cogido un Big Mac en tus manos ni hubieras respirado hondo al empezar a notar el sabor del primer mordisco. El fast-food no es malo.
Que dicho sea de paso, a mí True Blood me parece más profunda de lo que la gente se da cuenta. Y para más señas ahí está para la posteridad de la iconografía trash Anna Paquin ¡rubia! haciendo de paleta sureña.
Los críticos están del todo desquiciados ¿Lo hace muy bien? ¿Lo hace muy mal? ¿Lo hace tan mal que lo hace de puta madre? Nadie parece saberlo, pero yo estoy entre los primeros y los últimos.
Yo noté un salto espectacular en la calidad a partir del quinto capítulo, por si le sirve a alguien de algo.