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Las cenizas de Ángela

Publicado: 13 Nov 2003 00:20
por La caída de Ícaro
[url=http://jtw.jw-music.net/angela.jpg]Mi padre y mi madre debieron haberse quedado en Nueva York, donde se conocieron, donde se casaron y donde nací yo. En vez de ello, volvieron a Irlanda cuando yo tenía cuatro años, mi hermano Malachy tres, los gemelos, Oliver y Eugen, apenas uno, y mi hermana Margaret ya estaba muerta y enterrada.
Cuando recuerdo mi infancia me pregunto cómo pude sobrevivir siquiera. Fué, naturalmente, una infancia desgraciada, se entiende: las infancias felices no merecen que se les preste atención. La infancia desgraciada irlandesa es peor que la infancia desgraciada corriente, y la infancia desgraciada irlandesa católica es peor todavía.
En todas partes hay gente que presume y que se lamenta de las penalidades de sus primeros años, pero nada puede compararse con la versión irlandesa: la pobreza; el padre, vago, locuaz y alcohólico; la madre, piadosa y derrotada, que gime junto al fuego; los sacerdotes, pomposos; los maestros de escuela, despóticos, los ingleses y las cosas tan terribles que nos hicieron durante ochocientos largos años.
Sobre todo... estábamos mojados.
A lo lejos, en el Océano Atlántico, se juntaban grandes cortinas de lluvia que subían poco a poco por el río Shannon y se asentaban para siempre en Limerick. La lluvia humedecia la ciudad desde la festividad de Circunsición hasta la Nochevieja. Producía una cacofonía de toses secas, de ronquidos bronquíticos, de estersores asmáticos, de ahogos tísicos. Convertía las narices en fuentes, los pulmones en esponjas llenas de bacterias.
Inspiraba remedios a discreción: para ablandar el catarro se cocían cebollas en leche ennegrecida con pimienta; para la congestión se preparaba una pasta con harina hervida y ortigas, se envolvía con un trapo y se aplicaba, humeante, al pecho.
De Octubre a Abril, las paredes de Limerick estaban relucientes de humedad. La ropa no se secaba nunca: los abrigos de tweed y de lana albergaban a seres vivos; a veces brotaban en ellos vegetaciones misteriosas. En las tabernas salía vapor de loscuerposy delasropas húmedas, que era aspirado con elhumo delos cigarrillos y de las pipas, sazonado con las emanaciones rancias delacerveza negra y del whiskey derramados e impregnado de olor de laorina que entraba a bocanadas de los urinarios exteriores, donde muchos hombres vomitaban su sueldo semanal.
La lluvia nos empujaba a la iglesia, nuestro refugio, nuestra fuerza, nuestro único lugar seco. En la misa, en la bendición, en las novenas, nosapiñábamos en grandes masas húmedas, dormitando mientras el sacerdote hablaba con voz monótona, mientras el vapor subía de nuestras ropas para mezclarse con el olor dulzón del incienso, de las flores y de las velas.
Limerick se labró una reputación de ciudad piadosa, pero nosotros sabíamos que sólo era a causa de la lluvia.
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Frank McCourt.

Publicado: 04 Ene 2004 16:32
por Babylon
Este libro y Lo es no estan mal aunque quizas su estilo acaba por cansar de lo repetitivo que es. Vaya mierda de vida...